José Luis Ábalos: el «fontanero» mayor de Sánchez
La auditoría encargada y filtrada por el ministerio de Transportes que dirige Óscar Puente, ahora reclamada por el juez del «caso Koldo», ha encendido la mecha. José Luis Ábalos, quien fue todopoderoso número tres del PSOE, inquilino del departamento y «fontanero» mayor de Pedro Sánchez ha anunciado un choque de trenes, nunca mejor dicho, contra ese «sanchismo» que tanto él contribuyo a forjar como una maquinaria de poder. «Estoy decepcionado, van a por mí y no me queda otra que defenderme», comentaba el exministro a los periodistas en los pasillos del Congreso.
Visiblemente afectado, pero con la frialdad de un político profesional habituado a dañar al adversario dónde más le duele, consideró el informe sobre su gestión de las mascarillas durante la pandemia una declaración de guerra, «un tribunal de honor» que lesiona sus derechos. Ante ello, la Fiscalía Provincial de Madrid ha interpuesto una demanda por revelación de secretos tras secundar la denuncia de Ábalos por haber divulgado datos personales suyos y de su entorno en el llamado «caso Koldo» que investiga supuestos delitos de corrupción en la compra de material sanitario bajo su mandato en el ministerio de Transportes. José Luis Ábalos se siente víctima de una caza de brujas y asegura que romperá la disciplina de voto con los socialistas desde su actual escaño en el Grupo Mixto.
Tras recordar que él, de momento, no está imputado ni citado como testigo ante el juez, advierte de que exigirá auditorías en otros ministerios implicados en la crisis de la Covid y no se cree las explicaciones que le han insinuado desde Ferraz sobre que el locuaz y polémico Óscar Puente actuó por su cuenta. Ábalos se siente directamente traicionado por su gran amigo Pedro Sánchez, de quien fue auténtica mano derecha desde que montado en su vehículo Peugeot recorrió toda España hasta alcanzar la Secretaría General del partido. Si hay alguien que trabajó con Sánchez, movilizó a la militancia, muñidor y portavoz de la moción de censura contra Mariano Rajoy, ese es José Luis Ábalos.
Aunque desde La Moncloa y el PSOE trasladan tranquilidad ante sus amenazas, lo cierto es que en privado admiten preocupación. «Tiene mucha información y no se comerá solito este marrón», opinan dirigentes socialistas. De momento el exministro de Transportes intensifica el pulso con su sucesor, denuncia irregularidades en la auditoría, advierte de que no olvidará este acoso y da por zanjada su lealtad. «Ahora votaré en conciencia», dice como prueba de la bajeza de principios y valores personales cuando de mantener el escaño y las prebendas se trata.
Con aparente flema niega su vinculación con el «caso Koldo» que salpica cada vez más al Gobierno y al partido. Las adjudicaciones arbitrarias y el cobro de comisiones millonarias por parte de quien fuera su estrecho colaborador, Koldo García, sitúan al político valenciano en el ojo del huracán de una madeja de corrupción envenenada. Muchos de sus antiguos compañeros que le temían y obedecían miran ahora para otro lado. En el PP aún recuerdan su dura intervención para echar a Mariano Rajoy por la trama «Gürtel» en la moción de censura que llevó a Sánchez a La Moncloa, convencidos de que Ábalos estaba al corriente de la trama corrupta y ligan a ello su salida del Gobierno y de la cúpula del PSOE.
Aquel cese nunca fue claramente explicado y circularon todo tipo de rumores. Lo cierto es que Pedro Sánchez fulminó a su más fiel colaborador desde que concurrió a la Secretaría General del PSOE, el ministro con más poder del Ejecutivo y jefe de máquinas en la Organización del partido. Nunca un dirigente de Ferraz, a excepción de Alfonso Guerra, acumuló tantas cotas de mando e influencia, hasta el punto de que le llamaban el «fontanero» mayor del presidente. Pero por sorpresa Sánchez le destituyó de todos sus cargos, aunque le mantuvo como diputado por Valencia y presidente de la Comisión de Interior hasta ser desterrado al Grupo Mixto.
José Luis Ábalos Meco, pieza esencial en el socialismo valenciano y nacional, orador cáustico, fue el hombre clave que lideró la estrategia y la campaña que llevó al poder a Pedro Sánchez.
Ambos forjaron un tándem indestructible, pero el propio Sánchez le apartó de un plumazo en una decisión nunca bien explicada. Vehemente, listo, buen fajador, ambicioso y con buenas relaciones entre los periodistas, lideró una de las familias más importante del PSPV, dónde siempre tuvo cotas de poder. Pero su gran apuesta fue la resurrección de Pedro Sánchez al ser decapitado por el Comité Federal. Ábalos era su sombra, muñidor de la campaña para movilizar a la militancia que le aupó a la Secretaría General, escudo frente a los ataques de la oposición y artífice de la moción de censura que expulso a Mariano Rajoy de La Moncloa. Su amistad era estrecha, hasta el punto de que en aquellos días, cuando Sánchez visitaba Valencia, dormía en casa del exministro de Transportes.
Nacido en Torrent, Valencia, formado en su juventud en las filas del Partido Comunista, hijo del torero Heliodoro Ábalos «Carbonerito», diplomado en Magisterio, llegó al PSOE en 1981 y desde entonces tuvo numerosos cargos en la Federación de la Comunidad Valenciana. Concejal, diputado autonómico y portavoz en el Congreso, fue pilar esencial en la llegada a Moncloa de Pedro Sánchez, hasta el diez de julio de 2021 en que se anunció su salida del Gobierno. Aquello suscito muchas elucubraciones sobre la vida personal y política de José Luis Ábalos, aunque nunca se logró probar nada. Ahora, el antiguo todopoderoso ministro de Transportes, campechano, mujeriego, padre de cinco hijos con tres esposas distintas, sombra de Pedro Sánchez durante largo tiempo afronta una presunta vinculación con un escándalo de magnitud impredecible. Está por ver cómo aguanta y, como él dijo un día: «Nunca me rindo».