La encrucijada de Feijóo
En política se suele decir que las elecciones no las gana la oposición, sino que las pierde el Gobierno. La afirmación, sin dejar de ser cierta en su fondo, resulta incompleta en un escenario como el español. Sin duda, decisiones como la ley de amnistía o el cupo catalán, pasarán factura a Pedro Sánchez, de igual manera que en las últimas elecciones los votantes le castigaron por su gestión y por su política de alianzas.
Aun estando en el poder, el PSOE perdió las legislativas del 23 J, claro indicador de que fue penalizado, probablemente por las contradicciones en el seno del Ejecutivo con Podemos, los cambios de opinión y lo descabellado de algunas decisiones como la reforma del Código Penal al dictado del independentismo. Sin embargo, Sánchez ha adulterado el significado de perder las elecciones, porque ya no pierde quien tiene menos votos que el adversario, sino el que no logra que una amalgama de partidos y movimientos le den la mitad más uno de ellos votos en una investidura. En esta circunstancia, deja de ser correcto afirmar que ganar las elecciones no depende de la oposición. En el Partido Popular creen que los errores de Sánchez le terminarán costando la Moncloa y, quizá sea así, pero no está escrito en ningún sitio.
Sánchez cuenta con un aliado impagable: la extrema derecha. En tanto que el voto conservador siga dividido entre PP y Vox e, incluso más fraccionado con la irrupción de pequeños partidos como el de Alvise, cuyo paso por la política parece que será efímero, el líder socialista puede descansar tranquilo.
El bipartidismo ofrece una garantía a los electores, se trata de que el partido que se impone en un proceso electoral, gobierna. España funcionó durante años con un bipartidismo imperfecto, pero que cumplía esa regla, sin embargo, el estallido del 15 M y la irrupción de pequeños partidos que se adueñaban de huecos electorales, como UPyD, Ciudadanos o el propio Podemos, cambió las reglas.
El objetivo es aglutinar el mayor número de socios que, de manera más o menos sostenida, den estabilidad al Ejecutivo. Los acuerdos son más o menos complejos, se basan en transacciones, algunas políticas, como la ley de amnistía y otras políticas y económicas, como el cupo catalán.
En definitiva, Sánchez necesita que la suma de su bloque permanezca inalterable, en tanto que Feijóo está obligado a quedarse con los votos de todo lo que está a la derecha del Partido Popular.