A la caza del último voto: así trabajan los “Kamaliers” en el cuartel general demócrata en Los Ángeles
Camisetas, gorras, pins, imanes para la nevera. Y muchos carteles para colgar en en la cabecera de la habitación, el coche, el jardín de casa o, para los más fanáticos, en la mesa del comedor junto a la foto de papá, mámá, la abuela y los niños.
La cara de Kamala Harris (y a veces el cuerpo entero) está presente en todos los rincones del cuartel general del Partido Demócrata en Santa Mónica, California. También su compañero de ticket electoral, Tim Walz, y todo tipo de carteles con lemas para mantener alta la moral y prietas las filas en las frenéticas horas previas antes de las elecciones del 5 de noviembre.
Los mensajes, todos una cuidada estética pop, hablan de valores universales como Unidad, Esperanza o Libertad, aunque otros votantes prefieren ser más directos: “El estúpido de Trump hizo esto”, proclama el cartel que acarrea un seguidor del partido en el que el letrero de Harris ha sido “vandalizado” por el aspirante republicano.
Estamos en el 1241 the Third Street Promenade, la calle más icónica de la icónica Santa Mónica, un local en el que el pasado 22 de agosto el Partido Demócrata de Los Ángeles instaló allí su cuartel general. Desde entonces, y con especial intensidad esta última semana, decenas de voluntarios se han dejado la piel para arañar no tanto los votos de California, cuyos 54 delegados los tiene asegurados Harris, sino en los decisivos “estados bisagra” vecinos (Arizona y Nevada) donde el resultado dependerá de muy pocos votos.
A los “kamaliers” se les pide, por ejemplo, que cojan un teléfono, se sienten en uno de los ordenadores mirando a la pared y comiencen a llamar a votantes de los otros estados para pedirles el apoyo a Harris. Son los populares “phone banks” o “bancos de llamadas”, y deben dar buenos resultados, porque el flujo es continuo.
En la sede hay una docena de puestos, junto a pantallas de televisión conectadas permanentemente a los informativos y una mesa con refrigerios y aperitivos para los voluntariosm, desde un café caliente hasta una bolsa gigante de cheetos.
A los más entusiastas les reclutan para otras dos acciones: compartir un coche con amigos o montarse en un autobús y viajar a Nevada y Arizona para ir puerta por puerta pidiendo el voto.
Wlliam, uno de los voluntarios, lo ha hecho más de una vez, y dice que es una experiencia “diferente” con cierto margen para la sorpresa. “Es muy útil. A veces simplemente les dejamos información para que luego decidan. Pero merece la pena”, explica ataviado con un traje de superhéroe con el quen llama la atención de los viandantes para atraerles a su causa.
En los últimos días, el cuartel general demócrata ha fletado dos autobuses con 15 personas cada uno para viajar de noche hasta Las Vegas, dedicar el día a hacer apostolado político y regresar a última hora de la tarde. Toda una demostración de fe inquebrantable.
Otra de las labores a la que se dedican en la sede del partido es a resolver dudas sobre el sistema de votación, que no siempre es sencillo. Y a animar a votar antes del Día D aprovechando que los centros de votación abren con mucha antelación. “Es muy importante votar antes del martes para evitar problemas e imprevistos, porque no siempre es sencillo”, reconoce Karen Eyres, directorade la sede y coordinadora de voluntarios.
Según explica Eyres, esta sede es el resultado de la iniciativa de 14 clubes demócratas diferentes de distintos puntos del condado de Los Ángeles, lo que la convierte, en la práctica, en el centro de operaciones desde el que Kamala Harris (californiana, para más señas) quiere dar el salto a la Casa Blanca.
La carrera está tan igualada que cualquier detalle de merchandising puede ser importante. Y, si se pierde, algún uso se le dará a la camiseta popart de Kamala.