La UE asume la vuelta de Trump sin un liderazgo solido
La Unión Europea se enfrenta al huracán de un segundo mandato de Donald Trump con un importante vacío de poder. La nueva comisión de Ursula von der Leyen no comenzará su andadura, como pronto, hasta el próximo 1 de diciembre y los líderes del tradicional motor franco –alemán se encuentran sumidos en una gran debilidad interna que ha ido in crescendo precisamente desde las pasadas elecciones europeas del 9 de junio.
Después de que la ultraderecha de Marine Le Pen ganara los pasados comicios al hemiciclo europeo, Emmanuel Macron decidió celebrar elecciones legislativas anticipadas. Pero lejos de apuntalar su liderazgo, la segunda vuelta de estos comicios se saldó con el triunfo de la izquierda. Macron decidió ofrecer el puesto de primer ministro al conservador Michel Barnier, y desde entonces, se encuentra sumido en una difícil cohabitación que le ha restado mucho poder y le ha convertido en un presidente profundamente impopular.
En Alemania la situación no es mucho mejor. La debilidad de la coalición entre socialdemócratas, liberales y verdes era palpable desde hace meses. A los buenos resultados de la ultraderecha en las elecciones europeas, se suma la vitoria en el land de Turingia y el segundo puesto en Sajonia en el mes de septiembre. Esta pasada semana, el canciller Olaf Scholz decidió destituir al titular de Eocnomía, Christian Lindener, de los liberales, al considerar que había vuelto a traicionar su confianza. Esto aboca al canciller a unas posibles elecciones anticipadas si no supera la moción de confianza y a lo que parece una lenta agonía.
Tanto Macron como Scholz son lo que los americanos denominan “patos cojos”. Resulta difícil saber quién guiará a la UE en este periodo de turbulencias. El presidente francés ha reaccionado a esta segunda vitoria de Trump de manera muy parecida a como lo hizo tras la primera. Cree que esto es el catalizador que la UE necesita para convertirse en una potencia geopolítica de primer orden y dejar de delegar en los demás sus responsabilidades.
“¿Queremos leer la historia escrita por otros? Las guerras lanzadas por Vladimir Putin, las elecciones americanas, las decisiones de los chinos en términos tecnológicos o comerciales? ¿O bien queremos ser quienes escriben la historia?”, se ha preguntado el presidente francés Emmanuel Macron durante la cumbre de Budapest esta pasada semana. Francia siempre ha defendido el concepto de “autonomía estratégica” europea en ámbitos como la Defensa o la innovación tecnológica y ha intentado convencer a una renqueante Alemania, presa de sus fantasmas históricos, sobre todo en el ámbito de la Defensa. “El mundo está hecho de herbívoros y carnívoros. Si decimos seguir siendo herbívoros, entonces los carnívoros ganarán y seremos un mercado para ellos”, ha pronosticado el inquilino del Elíseo.
Si en 2016, cuando Trump llegó al poder por primera vez, Macron era un joven y ambicioso presidente, ahora se encuentra sumido en lo que parece la recta final de su carrera política. Sus análisis pueden ser certeros pero no está tan claro que su impulso sea determinante.
Frente a la debilidad el eje franco-alemán, la gran duda es quién ocupará los espacios de poder vacantes. El primer ministro húngaro Viktor Orban se ha convertido en el líder que mantiene ahora una situación más fluida con el candidato republicano, si bien esto amenaza con quebrantar la unidad de los Veintisiete, ya que precisamente el mandatario magiar aboga por un alto el fuego en Ucrania que obligue a Kiev a acabar capitulando sin reconquistar los territorios ocupados por Rusia. Esta posibilidad supondría un grandísimo fracaso para la Comisión de Von der Leyen que ha hecho del apoyo a Ucrania una de las piedras angulares de su primer mandato y que ha prometido no abandonar a Ucrania a su suerte.
Otra de las grandes dudas es que lugar puede ocupar la italiana Giorgia Meloni, quien puede intentar mover el tablero en beneficio de su país ,y las difíciles relaciones que se adivinan entre el Gobierno español de Pedro Sánchez y la nueva administración estadounidense. Otra figura que puede hacerse fuerte como contrincante de Trump al otro lado del Altántico es el primer ministro polaco Donal Tusk, presidente del Consejo Europeo durante el primer mandato del candidato republicano, y que también ha hecho llamamientos a que Europa despierte y asuma su edad adulta como potencia internacional.
Aunque le nuevo Ejecutivo comunitario no ha comenzado su andadura, existen muchas dudas sobre si será una maquinaria lo suficientemente engrasada. La buena sintonía de Von der Leyen con Meloni en ámbitos como la gestión migratoria y la marcha atrás del Partido Popular Europeo en ciertos aspectos de la lucha contra el cambio climático amenaza con hacer saltar la tradicional alianza de centro entre populares y socialistas que ha gobernado al club comunitario durante décadas. Esto puede hacer que el Partido Popular Europeo acabe votando en el mismo sentido que fuerzas que hasta hace relativamente poco eran demonizadas en la burbuja comunitaria como los Hermanos de Italia de Meloni o el nuevo grupo fundado por Orban en el hemiciclo europeo, Patriotas por Europa, que es ahora mismo el tercer grupo más numeroso.