Termina el año como empezó, con el genocidio de cristianos en África ante la indiferencia occidental
Fue la víspera de Nochebuena. Las redes del Estado Islámico informan de tres atentados cometidos en África, Mozambique y el Congo, en los que fueron asesinados, al menos 25 cristianos, quemadas sus casas e iglesias, robado su ganado, además de llevarse a algunos fieles secuestrados. Es el flujo constante del genocidio, ante el que no reacciona nadie, ni siquiera, como señalan analistas internacionales, “la ONU, la Unión Africana, el propio Vaticano e incluso organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch, o la NAACP”,
Hasta los propios yihadistas, como ya publicó LA RAZÓN, se jactan de esta actitud de olvido frente a los crímenes que cometen en África frente a los perpetrados en Occidente. No es porque no lo anunciaran desde que se creó el Estado Islámico, en 2014, cuando publicaron en su revista Daviq que estaban en una guerra religiosa entre “la nación musulmana y las naciones de la incredulidad”, que no cesaría hasta que la su bandera ondeara en el Vaticano, en Roma.
Las últimas denuncias, en este caso a cargo de la Iglesia Católica de Burkina Faso, hablan de 3.000 personas asesinadas y dos millones de desplazados, en un dramático llamamiento para que alguien reaccione. Se trata de un país con una población que no llega a los 25 millones de habitantes, lo que da idea de la magnitud del genocidio cometido en los últimos 10 años, que coinciden con la fundación del “califato” de la banda yihadista en 2014, en Siria e Irak. No es una mera coincidencia, obviamente.
Según las cifras facilitadas por los propios terroristas, hasta el 30 de junio de este año habían asesinado en África a 700 cristianos, 320 degollados y 370 con armas de fuego; además de una ingente destrucción de casas e iglesias. Todo ello dentro del proceso de islamización forzosa que anunciaban en 2014.
¿Qué se puede hacer? Frente al crimen no debe haber muchas dudas: Hay que combatirlo con todos los medios al alcance y nunca, como ha hecho Occidente, con el abandono de los lugares de combate, en una acción suicida al dejar el Sahel africano en manos de Putin y sus mercenarios de la Legión Wagner, que han sabido orquestar golpes de estado militares y crear a Occidente un frente sur complementario del frente norte abierto en Ucrania. En definitiva, se le ha dado una llave que puede abrir la puerta a la salida hacia Europa de células yihadistas, que no desaprovechan la ocasión como han demostrado con su franquicia en Afganistán y Paquistán (ISPK), algunos de cuyos miembros han cometido ya atentados en el Viejo Continente o han sido detectados en los Estados Unidos. Después del atentado de marzo en una discoteca de Moscú, con casi 150 personas asesinadas, Putin sabe perfectamente de lo que son capaces estos sujetos para sembrar el terror.
No se trata de montar una nueva Cruzada y convertir al papa Francisco en un moderno Urbano II con un predicador al estilo de Pedro el Ermitaño (que los yihadistas sigan en el siglo VII no significa que nosotros volvamos al XI) pero es seguro que algo efectivo y operativo se puede hacer más allá de las grandes conferencias internacionales cuyos resultados, aparte de su coste, están por ver.
Los auténticos musulmanes tienen mucho que aportar, algunos lo hacen en la medida de sus posibilidades, porque el error es meter en el mismo saco a terroristas y a los que practican su religión de forma pacífica y en convivencia con las otras confesiones, entre otras cosas porque también son perjudicados desde el momento en que los terroristas justifican sus crímenes en un supuesto mandato de Alá y su Profeta. El Corán cita en 35 ocasiones la yihad; en ninguna de ellas, de manera ofensiva, sólo 10 en el aspecto defensivo, que no es el caso.
Mientras, continuarán los ataques a cristianos: asesinatos, decapitaciones, fieles, sacerdotes y monjas, quema de iglesias, centros de salud y hogares, mientras el mundo permanece en gran medida en silencio, según los mismos observadores.
El Estado Islámico en la Provincia de África Central (ISCAP), Estado Islámico en la Provincia de África Occidental (ISWAP) y Estado Islámico en Mozambique (ISMP), entre otros, seguirán haciendo de las suyas.