"Korrika", "txosnas" y sectarismo: un año de la venta de Pamplona
Se cumple un año desde la entrega de Pamplona a Arnaldo Otegi: un año desde que se desvelara lo que había detrás de uno de los «pactos encapuchados» del Gobierno y EH Bildu. La moción de censura contra la alcaldesa de UPN, Cristina Ibarrola, llegó como una suerte de «inocentada» proetarra. La maquinaria abertzale se activaba haciendo valer los seis votos de Bildu en el Congreso, un «chantaje» para ir avanzando en sus reclamaciones históricas y que, según presume la propia Mertxe Aizpurúa, acabarán logrando porque «no tenemos prisa».
Para meter este golpe al constitucionalismo volvieron a recurrir al «hombre de paja» del Consistorio, Joseba Asiron, a quien los socialistas entregaron el bastón de mando. Ibarrola denuncia que han sido 365 días de la metamorfosis de unos socialistas navarros que ya hablan en el nombre de Otegi. Además, el alcalde «está desaparecido» del día a día del Ayuntamiento. «Quien manda en todo» es Joxe Abaurrea, el mismo que en 1998 representaba a Batasuna como concejal y quien compartió salón de plenos con Tomás Caballero, el edil de UPN asesinado por ETA en un atentado que Abaurrea nunca condenó, y sigue sin hacerlo. Y es que este concejal también tiene en su haber la condena por pegar a dos mujeres, una policía y una concejal. «Es quien dicta la política municipal e ideológica del Consistorio», subraya.
Para la hoy portavoz de UPN en el Ayuntamiento, esto fue «el primer pago de Sánchez a Otegi, ya que, para mantenerse en el poder, y también mantener a María Chivite, no le importó vender Pamplona. Desde ese día tenemos un PSOE entregado, que aplaude todo lo que dicta EH Bildu y ahora son lo mismo». En su relato, añade que este año se ha «desmontado la mentira que intentaron colar a los ciudadanos para justificar la moción. Todo estaba escrito», lo que se ha traducido en «nada nuevo para Pamplona, ni nada innovador, nada para atraer talento. Todo sectario». Y es que el proyecto de la izquierda abertzale ha sido sacar adelante algunas medidas que estando UPN en el Gobierno municipal bloqueaban y, sobre todo, «lograr su objetivo de la nación de Euskal Herría, que es lo que les mueve», apunta Ibarrola.
Para Joseba Asiron, una de las prioridades de su Ejecutivo ha sido financiar la «Korrika», la carrera popular donde los proetarras aprovechan para hacer una exaltación de los terroristas luciendo sus imágenes o reclamando su libertad. Le acusan de haber destinado de manera irregular a la carrera por el euskera una subvención de 6.000 euros en 2023. El Consistorio de Bildu camufló como un contrato menor de patrocinio lo que era una subvención sin cumplirse los requisitos que regulan estas ayudas en Pamplona. La asociación Pompaleo recurrió este subterfugio y el Tribunal Administrativo de Navarra le dio la razón, aunque desde el Consistorio también lo han recurrido. La noticia del fallo judicial se hizo pública el mismo día en el que EH Bildu cerraba su segundo acuerdo presupuestario en Pamplona con el Partido Socialista de Navarra, y que rubricó el alcalde Asiron con la portavoz socialista Marina Curiel.
También el balance de este año deja unas fiestas de Sanfermines llenas de «txosnas» -casetas- del entorno de EH Bildu y Euskaldun. «Poco movimiento para Pamplona y una oportunidad perdida para convertirla en una ciudad referente», lamenta Ibarrola.
Los Plenos en el Ayuntamiento están siempre marcados por «un bloque EH Bildu-PSN que votan a todo igual». Hasta la Fundación de Víctimas del Terrorismo se ha negado a aceptar la subvención que les daba el Consistorio «para blanquearse». «Los socialistas no tienen ningún proyecto y, por cuatro migajas, presentan enmiendas que pactan previamente. Es un bloque inamovible que se dedica a hacer oposición a la oposición».
En el Consistorio, las políticas de ahora son todas de «oposición al progreso», las que han defendido siempre los abertzales cuando se oponían a las infraestructuras. Ibarrola constata que existe una «fractura social» creada por los que se erigen como «adalides de la convivencia». «Sufrimos el sectarismo de los herederos de la antigua Batasuna. La convivencia será tal cuando no suframos insultos y podamos ir en procesión sin que nos intenten agredir».
«No hay diferencia entre Bildu y PSN», subraya también la concejal del PPN, Carmen Alba, que asegura que, de la etapa de Caballero hasta hoy, «lo que más ha cambiado ha sido el PSN». También, subraya Alba, han incluido en sus decisiones aumentar las plazas orgánicas de euskera, cuando no llegan ni al 14% de personas que lo hablan. «Sánchez ha contribuido al blanqueamiento de Bildu», sentencia en el primer aniversario de la «venta» de Pamplona.