La era del autodiagnóstico
Hágalo usted mismo. Hágalo en casa. Directamente a su domicilio. Envío personalizado… Vivimos una auténtica ola de productos y servicios «do it yourself». Montamos muebles, cocinamos pan, reparamos electrodomésticos, aprendemos idiomas, recibimos entrenamiento personal… en casa. Y en los últimos años, también proliferan las propuestas sanitarias para hacer disfrutar sin movernos del sillón: los tests de autodiagnóstico, los kits de pruebas médicas e, incluso, pequeñas instrucciones de aplicación de terapia. Es la nueva ola de la salud directa al consumidor. ¿Pero es peligrosa?
La prestigiosa revista British Medical Journal ha puesto el foco recientemente en esta tendencia cada vez más difícil de parar. Un artículo publicado por la doctora Emma Gram, de la Universidad de Copenhague, advierte de que los consumidores de este tipo de soluciones puede que estemos sometidos a un riesgo no bien calibrado de comprar productos que pueden hacer más daño que beneficio. La solución, según el estudio, sería mejorar sensiblemente la información de calidad que llega al gran público sobre las ofertas de salud en casa.
El tema empieza a suscitar recelos en parte de la comunidad científica. Hace solo unas semanas, la revista The Lancet eligió este asunto para su comentario editorial. «Pruebas de diagnóstico a domicilio, una industria basada en el miedo», era el contundente titular.
Una industria, por cierto, muy lucrativa. El mercado de test médicos para autodiagnóstico podría llegar a alcanzar este año un volumen cercano a los 9.000 millones de dólares. En esta categoría, se engloba todo tipo de prueba para realizar en casa, desde test de infecciones como la gripe o Covid-19 a pruebas de azúcar en sangre, hasta los más complejos test genéticos. Precisamente, estos últimos son los que más crecimiento experimentan; cada día aparece en el mercado un nuevo producto que asegura ser capaz de analizar el riesgo genético de padecer alguna condición médica.
Según The Lancet, en todo el mundo existe una carencia de regulación suficientemente rigurosa para estos dispositivos y, en muchas ocasiones, su producción y venta no responde a los parámetros de un sistema de salud.
En diciembre de 2023, un equipo de científicos de la Universidad de Wollongong, en Nueva Gales del Sur (Australia), analizó centenares de productos de autodiagnóstico vendidos en Internet en aquel país. Los resultados fueron significativos. La mayoría de los test tenían un bajo potencial clínico y la mayoría de los compradores eran personas sanas que, simplemente, tenían curiosidad por conocer su estado de salud.
El punto más crítico de la utilización de estos dispositivos es la falta de información médica de los usuarios. En realidad, casi cualquiera de nosotros puede encontrar un valor bioquímico irregular si nos hacemos un test exhaustivo. Pero que un biomarcador esté fuera de rango no significa que estemos enfermos. Interpretar bien los niveles de glucosa y colesterol o la frecuencia cardiaca corresponde a un especialista. El «do it yourself», en muchos casos, no sirve de nada.
Otra tendencia sobre la que alertan los expertos es el aumento de consumidores que no están enfermos, pero monitorizan su salud con estos aparatos. Por ejemplo, ha crecido exponencialmente el uso de monitores continuos de glucosa en personas no diabéticas. En ocasiones, estos dispositivos se venden bajo suscripciones mensuales muy costosas. Pero, como alerta el editorial de The Lancet, no existe evidencia científica sobre su utilidad en personas sanas y sí muchos casos donde se demuestra que lo único que genera es un estado de ansiedad sobre la propia salud.
No cabe duda, en cualquier caso, de que esta nueva ola de productos de autodiagnóstico es realmente disruptiva, imparable y que, probablemente, tenga también numerosos beneficios para el sistema de salud.
Por ejemplo, el buen uso de los test en casa ayudó a controlar la pandemia de Covid-19. En comunidades muy expuestas a infecciones de transmisión sexual, la distribución de kits de diagnóstico es clave para reducir riesgos. Y los monitores continuos de valores como la glucosa o el ritmo cardiaco pueden ser de gran utilidad para el seguimiento de personas mayores en casa.
Pero aún queda mucho para poder determinar que todos estos test son realmente eficaces. Un caso paradigmático es el de los cada vez más habituales kits para autodiagnosticar las probabilidades de una mujer de quedarse embarazada o su estado hormonal para significar la menopausia. Estos aparatos todavía dejan mucho que desear en cuanto a fiabilidad, según Emma Gram.
El problema es que un falso positivo puede conducir al empleo de recursos sanitarios innecesarios y un falso negativo puede generar conductas de riesgo o retrasos en el tratamiento.
El caso más problemático es de algunos kits de diagnóstico que ya se venden en países como Estados Unidos y que aseguran detectar el riesgo de padecer hasta 50 tipos de cáncer antes, incluso, de que aparezcan los síntomas. El estudio de la doctora Gram ha detectado que la mayoría solo funciona en estados ya avanzados de la enfermedad.
Los analistas coinciden: «Se requiere una regulación más exhaustiva sobre estos productos y un trabajo de educación pública sobre los riesgos y los beneficios de estos aparatos».