Maite Martín: «Vallecas es mágico y quien lo prueba no se va nunca»
Maite Martín es una de las periodistas que mejor conoce el Rayo Vallecano. Por dentro y por fuera, porque el Rayo es algo más que un equipo de fútbol, Maite explica ese sentimiento de barrio en las páginas del «As» y ahora en el libro «100 historias de un Rayo centenario» (Lectio Ediciones).
¿Qué le ha dado el Rayo?
No soy de Vallecas, pero me encontré una familia, que era mucho más de lo que esperaba encontrarme. Yo llegué para sustituir o para ayudar a mi compi Garrido con un equipo que sí que conocía de cuando estaban peregrinando, que no tenían un sitio fijo para entrenar, y entrenaban en mi barrio, en el Román Valero, y ya de chiquitita los había visto. Si que sabía lo que era el Rayo Vallecano, pero no sabía todo lo que conllevaba el Rayo Vallecano, que es lo que me encontré, que es esa gente que hay alrededor, incluso dentro, que es una familia. Al final te sientes parte de algo muy grande. Y prácticamente desde que empecé, porque todo el mundo se ofrece para ayudarte. Desde la gente de dentro para hacer entrevistas, conocer el entorno y la afición en todo lo que te pueden echar una mano se vuelcan contigo. Lo que me encontré es tan grande que ahora mismo me he ido hasta a vivir más cerquita de Vallecas.
¿Ser una familia es lo que le hace especial?
Yo creo que es una de las cosas que le hacen especial, porque el Rayo mantiene mucho la esencia de lo que es el fútbol de siempre. Yo cuando empecé haciendo cositas de periodista en la Universidad trabajaba para una agencia y me mandaban a hacer partidos de Regional Preferente, de Tercera, yo me he recorrido los campos del Puerta Bonita, del Moscardó, del Carabanchel, del Atlético Aviación, me he ido a todos esos campos y era ese ambiente de bocata de panceta, de caldo, de aficionados mayores, de toda la vida, gente del barrio... y al final toda esa esencia y todo lo que me gustaba de ese fútbol lo he encontrado también en el Rayo Vallecano. Es verdad que ha evolucionado, pero creo que sigue teniendo ese punto de llegar y vivir algo más que un partido de fútbol. Tú vives desde la previa con tu gente, el partido y luego te quedas después. Creo que es mucho más que fútbol lo que se vive en el Rayo, es como una especie de comunión que ya es tu familia. Si necesitas algo sabes que están. Me he encontrado ahí algo más, una idea muy romántica y muy del fútbol de verdad.
¿Se entiende el Rayo sin Vallecas?
No. El Rayo es humilde, el Rayo es solidario, el Rayo es currante. Yo creo que prácticamente todas que tú puedes destacar del Rayo es una identidad que ha absorbido de sus raíces, de Vallecas, dese que nace. Cómo no va a ser solidario el Rayo si es que Vallecas es solidario, O cómo no va a ser currante si viene de un barrio obrero, trabajador y humilde. Todo eso lo ha bebido de ahí, con lo cual yo creo que disociar una cosa de otra es muy difícil porque no me imagino a Vallecas sin el Rayo ni al Rayo sin Vallecas. Es parte de su identidad, parte de su ser. Y arrancar una cosa de la otra sería prácticamente matarlo.
¿Sacar el estadio del barrio sería matarlo entonces?
Sería como arrancarle el corazón. ¿Seguiría siendo el Rayo? Yo creo que perdería mucho la esencia de lo que es. El Rayo tiene que estar ahí, porque el campo está a 500 o 600 metros de la casa de los Huerta, que es donde se fraguó todo. Está a 500 metros escasos de aquellos campos donde jugaba la Agrupación Deportiva el Rayo. No te lo puedes llevar de ahí porque es como arrancarle el corazón, los pulmones, le quitarías toda su capacidad, y también la memoria, los recuerdos. Ese campo también ha sido muchas cosas, ha sido parte de la historia del barrio, a veces de la historia positiva y también negativa. Ha sido campo de concentración durante prácticamente un mes en la dictadura, pero también ha vivido conciertos históricos. Igual hay mucha gente que ya no se acuerda, pero Queen, Metallica, han pasado por ahí, ha habido mítines, ha habido bautizos de los testigos de Jehová, ha habido de todo. Ese campo yo creo que es patrimonio histórico y que habría que darle una vuelta porque todo lo que conlleva más allá del Rayo y del barrio igual se podría defender de alguna manera como patrimonio histórico.
¿Hay algo que haya descubierto gracias al libro y que le haya llamado la atención?
Hay muchas cosas que más que descubrir he profundizado. Hay capítulos como el de la guerra de «los Pedros» que me quedé alucinada porque algo había oído, pero no sabía que había llegado a ser un elemento de fractura tan fuerte. También he descubierto que mucha gente anónima tiene historias que son historiones. Habitualmente cuando escribes un libro lo haces poniendo el foco en los nombres propios, en los jugadores que son iconos o en los equipos que han sido legendarios, que también están, pero rascando un poco te das cuenta de que prácticamente todos los aficionados tienen alguna historia chula que contar y, además, a partir de su historia puedes llegar a contar una historia global y universal de lo que es el Rayo. Este libro no es un libro sobre la historia del Rayo, es un libro sobre todas las historias que forman el Rayo, que son muchas. Y hay algunas que son muy emocionantes. Hay dos o tres con las que prácticamente siempre lloro porque te das cuenta de que gente que apenas te conoce ha sido muy generosa regalándote un pedazo de lo que es su vida. Y cosas que igual yo pienso «me daría pudor» me las han regalado, con lo cual me siento muy afortunada por la generosidad de la gente. Las historias de los abonados números 1, que algunos ya han fallecido, como es el caso de la familia Sanjuán, que Toñi es un amor y cada vez que hablo del Rayo con ella es hablar de la familia. Para ella el Rayo es familia. Hablar con la familia Caro, que hace poquito que nos dejó el abonado número 1, ahora con Rafa, que es el abonado número 1 en el centenario y está pletórico con su museo y todo el cariño que está recibiendo. Es gente que se ha desvivido por el Rayo y me hace ilusión que esto sea también su historia, no sólo la de los Felines, Cota, Peñalva, Isi Palazón, Trejo, es su historia pero también es la historia de toda esa gente anónima que igual no tiene un nombre que toda la gente identifica pero esa gente es Rayo.
Se mezcla la manera de ser de Vallecas con la manera de ser del Rayo.
Sí. Y de hecho el Rayo ha salido de muchas y muy gordas porque eso sí lo vas viendo, que a lo largo de la historia ha tenido problemas económicos casi siempre, y la mayoría de las veces ha salido adelante por el empeño de mucha gente y también de mucha gente anónima que se ha movilizado para encontrar soluciones. Y lo vemos desde tiempos ancestrales por decirlo de alguna manera, en los orígenes, y lo hemos visto no hace tanto. Hemos visto cómo en la época de los Ruiz-Mateos de los impagos toda esa gente se movilizó para hacer una fila 0 para los empleados, que en muchos casos eran matrimonios que estaban trabajando los dos en el club y se quedaron sin ingresos y los gastos y las facturas te siguen llegando. Todos ellos se movilizaron para decir «aquí estamos nosotros y somos una familia y si te podemos ayudar, te vamos a ayudar». Hay historias que te conmueven, que dices «es que aquí sabes que perteneces a algo y que no vas a estar solo». Ni en las buenas ni en las malas. Y eso es lo que te atrapa de Vallecas y del Rayo Me acuerdo de la previa del partido de Montilivi del ascenso, que estaba pensando qué podíamos hacer, estábamos saliendo de la pandemia y era el momento de «esto es un milagro». Y pensaba «es que en Vallecas milagros hay muchos». Era la época de la red vecinal de Somos Tribu y pensé «voy a mezclarlo». Y encontré a un chaval, a Iñaki, que estaba metido en Somos Tribu y además era abonado del Rayo. Era como «ya he encontrado el vínculo y voy a mezclarlo». Y es que todo está interrelacionado. En Vallecas y en el Rayo nos conocemos todos o estamos a una o dos personas de llegar a cualquiera. Y te das cuenta de todos los milagros que pasan en el día a día a Vallecas, que muchas veces se trata simplemente de sobrevivir y cómo eso también eso se consigue transmitir hasta la plantilla. De aquellas parecía imposible remontar ese partido y lo consiguieron con este ejemplo de Somos Tribu o con el de Santiago, ese aficionado que estaba en coma y que de repente se despierta un día antes. Lo cuenta el hijo en las redes sociales y esa historia llega hasta el vestuario del Rayo, la transmiten los capitanes, se habla y creo que Santiago fue un poco la luz que marcó el camino. Al final todo está interrelacionado y en Vallecas ocurren milagros y por eso en el Rayo de vez en cuando ocurre.
¿El Rayo y Vallecas son la resistencia contra el fútbol negocio?
Totalmente. Aunque el Rayo evolucione no debe perder nunca la esencia, es lo que la historia le ha enseñado. El mayor éxito que tiene el Rayo es seguir siendo él mismo, seguir manteniendo esos valores de cuna y no haberse despegado ni de la gente ni nada de eso. El estadio, la idea de tener un aparcamiento, pues a mí eso me da pena. Va a sonar raro, pero si una de las cosas más bonitas que tiene el Rayo es terminar el partido y ver a todos los jugadores haciéndose fotos, charlando con la gente, firmando autógrafos, para salir a coger el coche porque está aparcado en la calle como todos los demás. Esa humildad, esa cercanía, no se puede perder porque esa clase de cosas son las que hacen especial al Rayo. Yo no sé cuántos niños del Madrid, del Atleti o del Barcelona pueden decir «yo tengo una foto con mi ídolo que me la hice el domingo pasado y he estado hablando con él». Y si le llamas, sabes que Isi. Por ejemplo, te va a atender, te va a tratar con un cariño como si fueras parte de su familia. Yo creo que puedes evolucionar y debes evolucionar pero sin olvidarte de quién eres y de todo lo que hay detrás sin olvidarte de tu historia y de tus raíces.
Y la gente va andando a Vallecas.
Es que es su barrio, es que la gente ha nacido ahí. El barrio ha evolucionado, el fútbol ha evolucionado, el Rayo ha evolucionado, pero lo bonito es que ha evolucionado de la mano de la gente. Sigue estando ahí y muchos te comentan «yo me acuerdo de cuando el palco estaba al otro lado» o de «cuando en el fondo que ahora no es fondo sí que se ponía gente». Te cuentan batallitas porque para ellos el estadio también es parte de su vida. Ellos lo relacionan con todo eso. No es un sitio normal y es que yo me siento aquí. No, es que yo me siento aquí y es que conozco a todos los de mi alrededor y a lo mejor antes venía el abuelo y el abuelo ya se ha muerto y delante se se sienta el hijo o el nieto. Y ya nos conocemos y hay un vínculo. Y al final contar la historia del estadio es contar la historia cada uno de nosotros mismos, de cómo hemos evolucionado.
Los jugadores tampoco parecen incómodos con esa realidad.
Yo es que creo que al revés, que todas estas particularidades del Rayo, esa idea romántica de lo que es el Rayo y de lo que es el fútbol en Vallecas ha hecho que muchos vengan. Yo creo que es un buen filtro, que el que quiera venir aquí va a involucrarse, va a meterse en esto y no hay más que ver el vestuario que hay ahora. El día del Centenario hubo jugadores que después del partido contra el Athletic se fueron al concierto y estuvieron por allí con los aficionados, hablando con ellos, haciéndose fotos, tomando algo. No sé en cuántos sitios en el mundo pasa eso, pero es que eso pasa en Vallecas.
La historia de Wilfred define un poco al Rayo.
Wilfred llegó y se integró. Era un vallecano más. Su historia ha sido de muchos altibajos. Alcanzó la fama y luego pasó a un anonimato yo creo que sin quererlo. La afición fue la que se volcó intentándolo recuperar, dándole el homenaje que no tuvo por parte del club. En Vallecas dicen que es un sitio donde no hay ídolos, pero sí hay leyendas y sí hay cariño y el cariño que le tienen a Wilfred, que ahora mismo está en el recuerdo de todos por todo lo que ha simbolizado dentro y fuera del terreno de juego. Fíjate los años que han pasado desde el tema de Wilfred y vemos que en el asunto del racismo tristemente igual no se ha evolucionado todo lo que se tenía que haber evolucionado. Pero ya entonces había una figura en el Rayo que luchaba a su manera, muchas veces sin alzar la voz y con la humildad que le caracteriza a él y al Rayo. Al final los jugadores saben muy bien o entienden muy bien dónde están y se produce esa simbiosis por la que Wilfred no es que tenga su puerta, es que tiene hasta su polideportivo. Wilfred ya en Vallecas es una institución porque ha dado muchas cosas no sólo al club sino al barrio.
Eso habla de Wilfred y de la conciencia del barrio y de la afición del Rayo.
Sí, porque la afición del Rayo es muy combativa. Me encanta cómo en el fondo sacan muchas veces tifos que no son los que se pueden ver en otros campos o con otras aficiones. No, ellos alzan la voz con la violencia machista, con los desahucios, con la lucha contra el racismo. Es una afición que se involucra y que pelea causas sociales. Va todo tan entremezclado y está todo tan unido que yo creo que por eso Vallecas es un sitio que a tanta gente le atrapa. Yo creo que si vas una vez a Vallecas es difícil que no repitas o no quieras repetir. En Vallecas se valoran cosas que en otros campos no se valoran. Es difícil escuchar un grito a un jugador porque si el jugador tiene un mal día pero se ha vaciado, lo ha dado todo, a alguien que lo ha dado todo qué más le vas a pedir. Ahí se reconoce, se aplaude y se apoya. Puedes tener un mal día, igual que lo tengo yo en mi curro o que lo puede tener cualquiera. Ahí se valoran otras cosas. Por eso Vallecas tiene esa especie de liturgia que mola tanto porque no oyes pitos, oyes cánticos, oyes aplausos, está la gente animando todo el rato, aunque no conozcas al de al lado terminas haciéndote colega. Yo creo que Vallecas es mágico y quien lo prueba ya no se va nunca.
¿Hay alguna cosa curiosa que se le haya quedado fuera del libro?
Para contar la historia del Tamudazo estaba dándole vueltas porque casi siempre ponemos el foco en los mismos personajes, en el entrenador, que era Sandoval, en los jugadores, y pensé ¿por qué no intento llegar a Fermín el del banderín [el juez de línea]? Que justo se jubilaba ese día y porque no existía el VAR el Rayo continuó en Primera, si no otro gallo hubiera cantado. Yo pensaba que era imposible llegar hasta él y conseguí llegar hasta él, lo que pasa es que lo que para nosotros era un fallo simpático que dejaba el Rayo en Primera y aquí para toda la gente Fermín es San Fermín, todo el mundo aquí le adora, él no se lo plantea de la misma manera. Le propuse salir en el libro y me dijo «te lo agradezco, pero igual no». Pero me hizo gracia simplemente el hecho de llegar y decir «vamos a ver si se anima», porque es verdad que en Vallecas la gente le quiere mucho y le ha deseado una jubilación maravillosa, pero no pudo ser. Fue el Villarreal el que bajó con el gol de Falcao, además. Si es que el destino hace y deshace. Fue una de las historias que se resistió y luego he estado cambiando cosas prácticamente hasta el último día de la última corrección. Que ya me decían «pero para ya». Pero es que es muy difícil parar porque en el Rayo una historia te lleva a otra historia. Conseguí a través de la gente de Peñarol el contacto de Sanguinetti, ex presidente de Uruguay, que digo cómo es posible que esté hablando con este señor, para que nos hablara del fichaje de Fernando Morena, porque teníamos la visión de Encinas, presidente del Rayo en aquel momento, pero me hacía gracia tener la visión desde el otro lado. Lo que he intentado es que fuera un libro desde todos los puntos de vista y con un montón de voces. Te quedas ahí con la idea machacona de los que no han entrado, pero ha entrado mucha gente y muy importante.