El infierno de Djokovic en Australia en 2022 fue más allá de la deportación: “Me envenenaron”
El Open de Australia es como la segunda casa de Novak Djokovic. De sus 24 Grand Slams, diez los ha conquistado ahí, y este año busca seguir sumando después de caer la temporada pasada de forma clara ante Jannik Sinner. Ya está preparando el asalta a la corona, con entrenamientos como el que tuvo con Carlos Alcaraz.
En Melbourne ha vivido alguno de sus mejores momentos, pero también el más complicado de su carrera. En 2022 la crisis del Covid todavía persistía y él no estaba vacunado. Tenía una exención por haber pasado la enfermedad recientemente, le dejaron entrar al país, pero finalmente acabó recluido en un hotel y expulsado de Australia.
"Era como un fugitivo"
En una amplia entrevista concedida a GQ, el tenista serbio desvela algunos momentos complicados que vivió allí. La pesadilla empezó antes de ser recluido, cuando entró al país e incluso pudo ir a la pista de entrenamiento. “Me alojé en una casa alquilada, me seguía la policía a todas partes y un helicóptero sobrevolaba la pista central donde entrenaba. No se me permitía acceder a los vestuarios principales, así que tuvieron que buscarme un vestuario alternativo para cambiarme y ducharme y para salir de las instalaciones. Era como un fugitivo”, recuerda.
Pero lo peor fue cuando le llevaron al hotel, donde suelen estar los refugiados esperando a que les den una solución: “Me dieron un papel con unos cien artículos: cepillo de dientes, pasta de dientes, agua, comida… cosas así. Y tenía que elegir, marcar determinadas casillas; cada uno de esos artículos tenía asignada una determinada cantidad de puntos, y yo solo disponía de 60. Así que elegí cosas hasta alcanzar esos 59 o 60 puntos y les di el papel. 20 minutos después, vuelvo y me dicen: ‘Nos hemos confundido, no tienes 60, tienes 30’. ¡Pensé que estaban de broma!”. No tenía su equipaje y se entrenó en el hotel como pudo, todavía pensando que iba a poder disputar el torneo.
Niveles altos de plomo y mercurio
Finalmente, terminó fuera del país por ser considerado un peligro público al no estar vacunado. Él insiste en que no es ni vacunas ni antivacunas, que defiende la libertad de cada uno a elegir lo que hace. La exención le permitía entrar a Australia. En Estados Unidos, un par de meses después, no pudo jugar, pero no pudo ni viajar, por lo que no hubo problemas ni numerito. El caso es que las dificultades para Nole no terminaron en su regreso. “Tuve algunos problemas de salud. Y me di cuenta de que en aquel hotel de Melbourne me dieron una comida que me había envenenado. Descubrí ciertas cosas cuando volví a Serbia. Nunca se lo dije a nadie públicamente, pero descubrimientos que fui… Que tenía un nivel altísimo de metal. De metal pesado. De plomo y de mercurio”, desvela. Repreguntado sobre si el motivo era la comida... “Es la única manera”, responde.
“Era como una gripe, una simple gripe. Pero pasaban los días y esa simple gripe me producía mucho bajón. Me pasó lo mismo varias veces y luego tuve que hacerme [pruebas] toxicológicas”, continúa narrando.
Ahora, tres años después, afirma que para él ya ha pasado y que no guarda ningún rencor a los australianos, “al contrario”, pero, admite, para “su mujer, sus padres y su familia” sigue muy presente lo ocurrido.