Los apocalípticos incendios reducen a cenizas las zonas más exclusivas de Los Ángeles y dejan ya diez muertos

«Parece que alguien dejó caer una bomba aquí», explica uno de los rescatistas que intentan desesperadamente contener las apocalípticas llamas de los voraces incendios que han calcinado el sur de California. Se trata de cinco incendios masivos que amenazan Los Ángeles desde el este y el oeste del condado, devorando a su paso cerca de 10.000 hogares y otras estructuras, ardiendo por cuatro días consecutivos.

El incendio Palisades, entre Santa Mónica y Malibú, en el flanco oeste de la ciudad, y el incendio Eaton, en el este, cerca de Pasadena, ya se consideran los más destructivos en la historia de Los Ángeles, consumiendo 13.750 hectáreas, reduciendo barrios enteros a cenizas.

Las imágenes son aterradoras y muestran los cielos llenos de aeronaves que lanzan retardantes y agua sobre las colinas en llamas. En las últimas horas, aunque los vientos siguen siendo fuertes, han disminuido desde las ráfagas de 160 kilómetros por hora registradas a principios de la semana, lo que ha permitido apoyo aéreo crucial para las cuadrillas en tierra. Sin embargo, las autoridades advirtieron de que se pronostica que los vientos se intensifiquen nuevamente durante el fin de semana, retornando a la alerta roja.

Mientras tanto, con palas, baldes de agua y el coraje que da la desesperación, muchos residentes luchan por salvar sus hogares y pertenencias. Otros, desconsolados, han tenido que ser testigos de cómo el fuego devora los negocios por los que han trabajado toda su vida. Los afectados desde ya reclaman ayudas a las autoridades y aseguradoras.

Al menos 10 personas han muerto, entre ellos Victor Shaw, de 66 años, quien murió mientras intentaba defender su hogar. Además, cientos de bomberos y residentes han resultado heridos en medio de la emergencia, mientras unos 180.000 ciudadanos permanecen bajo orden de evacuación.

Contra reloj unas 16 agencias de investigación intentan determinar los orígenes de estos fuegos y el rol de la acción humana. Ayer, un hombre acusado por los residentes de intentar iniciar las llamas en una zona residencial fue arrestado cerca del incendio Kenneth, que abarca 1.000 acres. Sin embargo, la Policía confirmó luego que no había pruebas suficientes para acusarlo de incendio.

Las autoridades también se disculparon por los mensajes de alerta de emergencia que se enviaron en el condado. «No puedo expresar lo suficiente cuánto lamento esta experiencia», dijo Kevin McGowan, director de la Oficina de Gestión de Emergencias del Condado de Los Ángeles, a los reporteros, explicando que las alertas de emergencia no fueron «impulsadas por humanos», pero sí espantaron a muchos en estas horas de máxima tensión.

En la exclusiva zona montañosa de Pacific Palisades, hogar de estrellas de Hollywood como Jamie Lee Curtis y Billy Crystal, que también perdieron sus casas, las autoridades han situado el origen de las llamas, azotadas por el viento, detrás de una vivienda en Piedra Morada Drive, que se encontraba sobre un arroyo densamente arbolado. Aunque los rayos son el origen más común de los incendios, según la Asociación Nacional de Protección contra Incendios, los investigadores lo descartaron rápidamente.

Para los expertos, a medida que el cambio climático calienta el planeta, los incendios forestales se han vuelto tan impredecibles y extremos que se han inventado nuevas palabras: «firenado» (tornado de fuego), «gigafire» (megaincendio), «fire siege» (asedio de fuego), e incluso «fire pandemic» (pandemia de fuego). Y es que hasta el martes las autoridades habían reportado que los vientos de los destructivos incendios se sentían con la potencia de un huracán categoría 2.

California tiene 78 días más al año propicios para incendios –cuando las condiciones están maduras para que surjan las llamas–que hace 50 años. Esta situación ha llevado a que la tradicional temporada de incendios forestales sea recurrente ahora durante todo el año producto de la sequía.

A medida que el humo comienza lentamente a disiparse tras estos días de intenso incendio, Pacific Palisades se asemeja más a un paisaje lunar de destrucción que a un vecindario exclusivo conocido por sus vistas al océano, hermosos paisajes y residentes famosos. Zonas enteras del distrito residencial, desde su pintoresco pueblo hasta las costas del océano Pacífico, han desaparecido por completo. La arquitectura caprichosa y la exuberante vegetación quedaron reducidas a ruinas calcinadas, con humo blanco que aún se elevaba de los escombros.