Tres años sin Esther: ocho delitos, nueva fianza y un juicio sin celebrar
No tenía muchas ganas de salir pero al final Esther decidió acercarse a ver el partido de la Supercopa que enfrentaba al Real Madrid contra el Barcelona al bar James Dean de su pueblo, Traspinedo (Valladolid). Era la tarde del 12 de enero de 2022 y al final, la cosa se animó y siguió tomando algo con los amigos durante la noche. Nunca volvería a su casa. Aquella misma madrugada del 13 de enero, hace hoy tres años, murió por causas que aún no han sido juzgadas, aunque su cadáver no fue encontrado hasta casi un mes después en la cuneta de una carretera de entrada al pueblo.
Ha sido una investigación muy complicada pero ya queda poco para que la jueza decida abrir juicio oral contra el único imputado en la causa: su «amigo» Óscar, que será juzgado por un jurado popular. El pasado jueves, por primera vez, la jueza Teresa Mangas (sustituta de la titular que instruye la causa) describió en un auto los ocho delitos que le atribuyen: asesinato u homicidio dolosos, lesiones agravadas, omisión del deber de socorro, contra la integridad moral, maltrato al cadáver, secuestro, detención ilegal y contra la seguridad del tráfico. Óscar tiene como única medida cautelar la retirada del pasaporte pero ahora, a tenor de este último auto, la familia considera que sí debería ser el «momento procesal oportuno» para que espere a juicio en prisión preventiva.
El caso ya comenzó siendo complejo por dos razones: la familia primero tardó cuatro días en denunciar la desaparición de Esther (fue un jueves y dejaron pasar el fin de semana hasta ir a denunciar el lunes) y después los agentes la consideraron una desaparición de riesgo bajo. Así, cuando realmente comenzaron a buscar en serio a la joven de 35 años ya había pasado más de una semana y esos primeros días eran cruciales. Después, el primer sospechoso, Ramón «El Manitas», fue erróneo. Era un pequeño traficante y justo tenía un billete para volar al Caribe los días posteriores. Quizás ese miedo a que huyera les empujó a precipitarse y detenerle pero, tras peinar cada centímetro de su finca, vieron que allí no había nada.
Así, con «El Manitas», el típico «pieza» del pueblo pero inocente en esta causa, se «perdieron» otros seis días, ya que el juzgado concedió una prórroga especial de tres días sumados a los tres habituales de cualquier detención.
Primeros días perdidos
Es decir, para cuando los investigadores decidieron levantar la mirada y comenzar a buscar al verdadero culpable de la muerte de Esther (que aún no había sido localizada), ya habían pasado más de 10 días. Tras tomar declaración a las personas que estuvieron con ella esa última noche, todo apuntaba hacia Óscar, íntimo amigo de la hermana de Esther (hasta el punto de comer y dormir en la casa familiar), la última persona que estuvo con ella. Aseguraba que la chica se quiso bajar del coche en mitad de la carretera pero llegó a dar tres versiones de la noche.
Un punto crucial para los investigadores fue cuando registraron su vehículo. Tal y como [[LINK:INTERNO|||Article|||633c7e7c7b23b0e49352177c|||desveló en exclusiva «LA RAZÓN», Óscar había lavado su coche,]] un Volkswagen T-Roc, de forma tan exhaustiva que no dejó apenas vestigios: no era una limpieza normal, algo que levantó las sospechas de la Guardia Civil. Sin embargo, las técnicas de los investigadores (primero marcaron los perros del Servicio Cinológico y luego analizaron los de Criminalística) pudieron rescatar ADN de la desaparecida del maletero. No era sangre pero sí podía ser saliva u orina, algún fluido emanado del cuerpo de Esther, quizás post-mortem al trasladarlo de lugar. Donde no había un solo vestigio era en el lado del copiloto, donde ella montó. Pero nada de esto lo contó él.
Lo que explicaba Óscar aquellos días era que después de ver el partido, continuaron la fiesta hasta que se montaron en el coche de Óscar otro amigo, Esther y él. El primer joven, Carlos, se bajó en el restaurante La Maña y su coartada se sostenía. Luego siguieron él y Esther, de copiloto, hasta que ella también quiso bajarse. Según la primera versión de Óscar, se enfadó porque quería seguir de fiesta y él irse a dormir. En una segunda toma de declaración, el sospechoso aseguró que alguien iba a ir a recogerla (muy cerca comenzaba el camino a casa de «El Manitas») y luego que lo hizo para ir a buscar al primer amigo.
Clonado del teléfono
En cualquier caso, como todos estos escenarios estaban en un radio de 600 metros, la única antena que da cobertura al pueblo les daba señal a todos y aún no había cadáver, los agentes tuvieron que centrarse en el clonado del móvil de la todavía desaparecida para concretar más su ubicación por GPS. Así, descubrieron que también habían pasado parte de la noche en la zona de «las bodegas», dato omitido por Óscar, y que su móvil estuvo operativo hasta las 5:40 de la madrugada. A las 5:50 recibió una llamada que no cogió porque ya estaba apagado.
Y mientras comprobaban todo esto, un viandante localizó el cadáver de la joven el 5 de febrero. Estaba en una cuneta, en una zona supuestamente ya peinada cuando se realizaron batidas de búsqueda pero en un punto imposible de ver si no se bajaba a la misma cuneta. El cuerpo habría sido colocado allí simulando un accidente de tráfico por la forma en la que estaba colocado su móvil (que también había sido lavado y no había una sola huella) y su bolso. Fueron los agentes del ERAT de la Guardia Civil, expertos en reconstrucción de accidentes, quienes remitirían más tarde un exhaustivo análisis de 400 páginas a la jueza, donde explicaban cómo creían que había sucedido todo.
Un rosario de indicios incriminan a Óscar
Para entonces la relación entre la jueza y los investigadores no era la mejor. Comenzó con ese primer encontronazo y «cabreo» de la jueza con el error del «Manitas» y asumió los mandos la UCO, con reticencias también de la Policía Judicial de la Comandancia local. Para los investigadores no había dudas de que Óscar era el culpable, la familia de Esther pedía su detención y puesta a disposición judicial para que ingresara en prisión provisional pero fuentes cercanas a la entonces jueza instructora, Soledad Ortega, aseguran que ella esperaba que, si tan claro lo tenían ahora, le detuvieran y se lo entregaran junto con un relato de hechos que aún no tenía sobre su mesa. Y aunque es cierto que hay muchas lagunas en torno a lo que pasó aquella noche y el móvil del asesinato de Esther hay un rosario de indicios que incriminan a Óscar, más que suficientes para ser condenado. Además del lavado del coche o sus contradicciones, el teléfono de Óscar tenía un contador de pasos y el momento de mayor actividad se registró entre las 3:14 y las 3:35, periodo en el que da 385 pasos, aunque él asegura que estaba durmiendo. También se preocupó de resetear el «ordenador de abordo» del T-Roc para borrar datos.
El relato de los hechos
La actual instructora de la causa emitió un auto el pasado jueves en el que, además de detallar por primera vez los delitos que le imputa, solicitaba una fianza de 205.000 euros para la posible indemnización. En su autor describió cómo fueron los hechos. Entre otros puntos y recalca que, tras estar en la zona de las bodegas, Óscar y Esther van a casa de él y luego «la mujer abandonó la misma a pie, saliendo O. tras ella en su vehículo (...) con el que la atropelló muy cerca de ese inmueble, causándole serias lesiones , pero no la muerte». «Siendo consciente de que E. se encontraba con vida, O. lejos de prestar ayuda o solicitar ayuda que otros pudieran prestar, esperó entre 1 y 3 horas hasta que comprobó que E. estaba ya muerta procediendo a ocultar el cadáver y meterlo en el maletero de su vehículo para tirarlo, horas después en el lugar donde fue hallado, no dando noticia directa o indirecta de donde estaba».