El gas, la batalla invernal en la guerra de Ucrania
Mientras que la suerte de miles de personas se decide en cientos de batallas terrestres y aéreas que tienen lugar en Ucrania cada día, el destino de toda la guerra puede resolverse en gran medida en otros lugares. El petróleo y el gas rusos han seguido fluyendo por el mundo a cambio de miles de millones de euros –al ritmo de unos 750 millones al día– alimentando así su maquinaria bélica. Se gastan en armas, equipos militares y salarios de los soldados rusos. También ayudan a proteger a los ciudadanos de Rusia del impacto negativo de la guerra iniciada por su país sobre su economía. «Cada tonelada de petróleo ruso o cada metro cúbico de gas que se vende en el mercado mundial significa la continuación de la guerra y las consecuencias devastadoras que conlleva. La guerra no se puede detener mientras Rusia tenga la posibilidad de financiarla vendiendo sus recursos energéticos en el mercado mundial», declaró a LA RAZÓN Volodimir Omelchenko, experto en energía del Centro Razumkov de Kyiv.
Desde hace más de dos años, cientos de petroleros han ayudado a Rusia a evadir las sanciones introducidas por los socios de Ucrania en el primer año después de que comenzara la invasión. Temerosos de los efectos que cualquier restricción importante a las exportaciones de petróleo ruso podría tener sobre los precios mundiales, introdujeron el tope de precio de 60 dólares por barril de crudo para que no se cortara el suministro de petróleo ruso, pero sí se redujeran sus ingresos. Sin embargo, Rusia se adaptó rápidamente y los petroleros, tanto con bandera rusa como de otros países, continuaron enviando petróleo a India, China y otros países, con información sobre su carga falsificada u oculta.
Aunque Europa tomó medidas para reducir sus importaciones desde Rusia, el gas ruso siguió fluyendo a través de Ucrania –sujeta a obligaciones contractuales– hacia Eslovaquia y Hungría. La empresa rusa Rosatom siguió suministrando combustible para centrales nucleares y construyendo nuevas en todo el mundo a pesar de su participación en la ocupación violenta de la planta más grande de Europa en Zaporiyia. El gas natural licuado ruso llegaba a los puertos de España, Bélgica y Francia, con un récord de casi 18 millones de toneladas importadas en 2024, por valor de 7.3 millones de euros. Ahora que la guerra puede estar entrando –como muchos esperan– en su fase decisiva, hay algunas señales de que el «statu quo» finalmente puede estar cambiando. Primero, Ucrania ignoró las amenazas de los gobiernos de Robert Fico y Victor Orban y no firmó un nuevo contrato con Rusia para el tránsito de su gas –por valor de seis mil millones– a Eslovaquia y Hungría después de que el acuerdo anterior expirara a fines de 2024. Luego, Estados Unidos, junto con Reino Unido, introdujeron importantes sanciones contra productoras de petróleo ruso como Gazprom Neft y Surgutneftegas. Las sanciones también apuntaron a 183 petroleros responsables de la mitad de todas las exportaciones de petróleo crudo ruso, así como a las compañías de seguros rusas que trabajaban con ellos.
Las nuevas sanciones castigarían a las empresas –como compañías navieras y aseguradoras y puertos– que ayudarían a Rusia a exportar su petróleo evadiendo las sanciones existentes, subrayó Andri Yermak, jefe de la oficina presidencial de Volodimir Zelenski.
Algunos analistas señalan que las empresas indias y chinas dejarán de cooperar con petroleros sancionados y tendrán que cambiar a proveedores de Medio Oriente, África o Estados Unidos en lugar de Rusia –que podría verse obligada a cumplir finalmente con los topes de precios de su petróleo–, lo que reduciría sus ingresos. Sin embargo, Andri Klimenko, del Instituto de Investigación del Mar Negro de Ucrania, advierte que es demasiado pronto para decir si las sanciones se aplicarán de manera suficiente, dado que Rusia y sus socios ya las habian eludido en el pasado.
Los petroleros rusos, a veces viejos y no debidamente asegurados, suponen un peligro importante para el medio ambiente, señalan los expertos. La reducción de las exportaciones de energía rusa no sólo significaría menos dinero para la guerra, sino también menos capacidad rusa para ejercer presión contra los países que dependen de su petróleo, gas y combustible nuclear, señalan en Ucrania.