Los exorcistas se plantan: no al intrusismo y también a los estafadores
No suelen pronunciarse, porque buscan pasar desapercibidos y actuar con discreción. Sobre todo, huyen de los estereotipos en «Dolby Surround» con los que se les suele identificar. Sin embargo, los exorcistas católicos han decidido dar un paso al frente para intentar acabar con el intrusismo, los timadores y los mitos que rodean a un ministerio que reconoce la Iglesia, pero solo puede ser ejercido por aquellos que son designados oficialmente por un obispo. Por ello han publicado una nota que, en realidad, viene a ser un manifiesto que defiende al gremio frente al «sensacionalismo» y las «prácticas supersticiosas».
La Asociación Internacional de Exorcistas ha aprobado un detallado documento con el que busca iluminar al clero y a los creyentes para «evitar actitudes y modos que no corresponden a la auténtica actuación de Cristo Señor, modelo para cualquier ejercicio del ministerio de la liberación de la acción extraordinaria del maligno».
Los expertos en la materia reconocen que el fenómeno de las posesiones demoniacas, lejos de ir a menos, parece acrecentarse «en los últimos años»: «Ha aumentado el número de quienes, dudando o convencidos de ser víctimas de una acción extraordinarias del demonio, en alguna de sus diversas formas (vejación, obsesión, posesión o infestación diabólica), van en busca de exorcistas». Eso sí, se muestran preocupados por los usurpadores que «actúan de manera inadecuada, provocando desconcierto». Frente a ello, apuntan que el verdadero especialista «goza de la necesaria formación y actúa con el mandato de la autoridad eclesiástica».
Aunque no hay un censo oficial, se calcula que en todo el planeta los curas exorcistas no superarían el millar, teniendo en cuenta que dentro de la asociación, que vendría a ser algo más que un sindicato, habría unos novecientos y no se cree que haya muchos más que se hayan quedado fuera de este foro. En España, apenas se contaría con una treintena de autorizados.
Lejos de presentar la figura del exorcista con un halo de misterio, se insta a los sacerdotes a trabajar con «una profunda humildad». Así, el presbítero designado «debe conducir a los fieles atormentados a recibir la paz que viene de Cristo» y no alimentar «miedos». Y es ahí donde arremeten contra las «presentaciones cinematográficas que contribuyen a una idea del sacramental del exorcismo como sombría, inquietante y aterradora». Es más, presentan el exorcismo como una misión que está impregnada de «una profunda alegría» por la «acción de Cristo Resucitado».
Desde la Iglesia, huyen además de la figura del cura omnipotente para este cometido. Incluso, instan a los curas a que se apoyen en «las ciencias psicológicas y psiquiátricas» para afrontar los casos, con tal de no exponer a las personas «a riesgos innecesarios». O lo que es lo mismo, no a los curanderos y al negacionismo científico.
Con estas coordenadas, desde la asociación dan a conocer un decálogo de situaciones «censurables», entre las que se encuentran «un discernimiento negligente», «la improvisación» en el ritual contra Satanás, o los «caminos arbitrarios de liberación». En este sentido, advierten de quienes «disuaden a los fieles de acudir al exorcista oficial de la propia diócesis, sugiriéndoles que busquen a otros exorcistas ‘más poderosos’ o para sostener la idea de una presencia demoníaca que ellos identifican erróneamente».
De la misma manera, consideran «deplorable» que quienes debieran «proclamar el Evangelio de Jesucristo que libera al hombre de la esclavitud del mal y del pecado», se muestren obsesionados por «la presencia y la obra del demonio», considerando que «únicamente» se liberarán gracias a «una repetición compulsiva de oraciones y bendiciones». Para la Asociación Internacional de Exorcistas, el verdadero antídoto contra el mal es «una vida de caridad, alimentada por la Palabra de Dios, la oración, la frecuencia de los sacramentos de la Eucaristía y la Confesión, y de una auténtica devoción a la Virgen Inmaculada».
Tampoco caben en los exorcismos católicos ni «conceptos de origen esotérico o new age», pero tampoco prácticas como pedir «fotos o ropa para reconocer posibles maleficios, tocando determinados puntos del cuerpo de los fieles con el fin de diagnosticar la presencia de entidades malignas o para expulsar la negatividad». En estas recomendaciones prácticas, se llama a los fieles a que huyan de aquellos curas que sugieren «un uso impropio» de lo que se denomina en latín «res sacrae», esto es, del agua, la sal o el aceite bendecido...
Por ello, entre las líneas rojas que se marcan desde Roma, también se encuentra evitar «afirmaciones temerarias y dañinas» a la persona afectada y reprueban «la actitud fóbica de quienes ven en el maleficio el origen necesario de todos los males y desgracias».