La bonita dedicatoria de Endrick tras sus dos goles al Celta en la prórroga
La noche comenzó con la afición de Chamartín pasando cuentas por la derrota en la final de la Supercopa y el veredicto de la grada fue muy claro. El principal «culpable», Tchouameni, que esta vez sí jugó como mediocentro, pero eso no evitó que fuese pitado cada vez que tocaba la pelota durante la primera media hora. Su nombre también fue silbado cuando sonó por megafonía, y hubo runrún con el de Ancelotti, Lucas Vázquez y Mendy. En realidad, nada nuevo, lo típico cuando hay un traspiés de los que duelen y más en un Clásico.
Y cuando parecía que la cosa se iba a tranquilizar para los blancos con los dos goles, llegó un «thriller» que no esperaba nadie, ni siquiera Ancelotti, que ya había mandado a la ducha a Modric y a Mbappé cuando se le torció todo. Se pasó del casi 3-0 a la prórroga con dos errores puntuales que dieron la vida al Celta y a una prórroga que, cómo no, se definió de la manera más loca. Con un golazo de Endrick tras una jugada fabricada por Arda, otro de los adolescentes del vestuario, y cerrada con un obús de Valverde, que está visto que no puede descansar mucho.
Fue una locura un partido que empezó áspero por lo que había sucedido en el Clásico y nadie entendió mejor y más rápido como había que superarlo que Raúl Asencio, que volvía a ser titular ocho partidos después sin contar el de dieciseisavos de Copa ante la Minera. Lo hizo muy bien cuando tuvieron que tirar de él y después desapareció de los onces. Volvió el canterano y lo hizo con la misma personalidad que cuando apareció ante el Mallorca. Sus tres primeras acciones fueron despejes contundentes. Además, se encargó de darle un par de buenos balones largos a Mbappé, el único que se animaba a desmarcarse sin la pelota. Pero la noche también se le volvió del revés al canterano, que se pasó de contundencia en el penalti que terminó en el 2-2 y en la prórroga. El partido parecía cerrado y Asencio muy seguro, y la cosa se convirtió en todo lo contrario, con el canterano fallando pases fáciles y el Madrid aturdido, porque tenía que resolver su clasificación en media hora extra.
Y entonces apareció Endrick, que si pedía una oportunidad, una serie de casualidades se la pusieron en bandeja. Y el chico no lo desaprovechó con otro bombazo de los suyos, como el que ejecutó ante el Stuttgart cuando tenía opción de pase y prefirió jugársela desde muy lejos. Ancelotti dijo que había tenido mucho valor por hacer eso, y ese mismo atrevimiento lo mostró ayer, con un remate a la media vuelta brutal. Se quitó la camiseta en un gesto de rabia, de yo quiero jugar aquí, y después se dio el gusto de hacer un doblete y su cuarto gol de la temporada. Él y el chispazo de Arda le dieron la vuelta a la prórroga y aprovecharon una oportunidad inesperada.
Endrick fue el MVP del partido por su segunda parte de la prórroga, y nada más terminar reconoció que este es su trabajo, el de marcar goles. Y se acordó de un compañero en especial, al que le dedicó los dos goles. "Estos son para él, por todo lo que me ayuda en el día a día", confesaba el joven delantero brasileño.