Ejecutados dos chinos que mataron a decenas de personas por un divorcio y suspender los exámenes
En un trágico suceso que conmocionó a China y al mundo, las autoridades del país asiático han ejecutado a dos hombres condenados por perpetrar ataques masivos en noviembre del año pasado. Estos incidentes, que dejaron decenas de víctimas mortales y heridos, han puesto de manifiesto la creciente preocupación por la violencia y la salud mental en el país, así como el debate en torno a la pena de muerte.
El primer ataque ocurrió en Zhuhai, cuando Fan Weiqiu, de 62 años, arrolló intencionalmente con su vehículo a una multitud de personas que realizaban ejercicio en un centro deportivo. Motivado por la frustración y la amargura derivadas de su reciente divorcio, Fan causó la muerte de 35 personas y dejó a 43 heridas.
Pocos días después, en Wuxi, Xu Jiajin, un joven de 21 años, perpetró una brutal matanza en un instituto tecnológico, donde el joven, armado con un cuchillo, acabó con la vida de al menos ocho personas e hirió a 17 más. El condenado, de 21 años, confesó tras su detención que había perpetrado el ataque tras enterarse de que había suspendido los últimos exámenes, según un comunicado publicado por la Policía local tras los interrogatorios.
Xu fue sentenciado a muerte el 17 de diciembre por asesinato, una condena que habría sido aceptada por el sospechoso, según Xinhua. El ataque en Wuxi tuvo lugar apenas cinco días después del atropello masivo en Zhuhai.
Ante estos hechos, las autoridades chinas actuaron con rapidez, deteniendo y juzgando a los responsables. Ambos hombres fueron condenados a muerte y ejecutados, lo que ha generado un amplio debate a nivel internacional sobre la eficacia y la justicia de la pena capital.
Estos trágicos eventos han puesto de manifiesto diversos problemas sociales y psicológicos en China. Tanto Fan como Xu mostraban signos de malestar emocional antes de cometer los ataques, lo que plantea interrogantes sobre la accesibilidad y calidad de los servicios de salud mental en el país.
La frustración de Xu ante su situación laboral refleja, según los expertos, las crecientes desigualdades económicas en China y la presión social por el éxito. Además, estos incidentes se suman a una serie de ataques violentos ocurridos en China en los últimos años, lo que ha generado preocupación por la seguridad pública.
Las ejecuciones han reavivado el debate sobre la pena de muerte. Si bien algunos argumentan que es un castigo justo para crímenes tan atroces, otros critican su carácter irreversible y cuestionan su eficacia como disuasivo. La comunidad internacional ha reaccionado con consternación y ha expresado preocupación por la aplicación de la pena de muerte en China. Organizaciones de derechos humanos han condenado las ejecuciones y han llamado al gobierno chino a abolir la pena capital.