Julián Álvarez hace posible lo imposible y el Atlético de Madrid remonta con diez ante el Leverkusen
Cuando marcó el Leverkusen pasaban unos segundos del minuto 45. El Atlético ya sólo tenía que aguantar un poco más para llegar al descanso con el mismo resultado con el que había empezado el partido, pero Mukiele recogió el rechace de un disparo de Wirtz y puso la pelota en el palo contrario, donde esperaba la cabeza de Hincapié para marcar el 0-1.
Parecía el fin del mundo para el Atlético, incapaz de jugar una pelota en campo contrario. Era un equipo asustado, que había salido a defender no se sabe qué y que tenía que remontar con diez contra uno de los equipos más en forma de Europa. Pero las cosas cambian. Y el carácter del Atlético y la calidad de Julián Álvarez hicieron posible lo imposible.
De lateral a lateral, porque así fue la vida del Leverkusen durante la primera parte en el Metropolitano ante un Atlético despersonalizado, había llegado el gol de los alemanes. Era tal su dominio de la pelota que no era raro ver a los diez jugadores de campo cerca del área de Oblak y a su portero recibiendo el balón en la mitad de su terreno. La posesión era del Leverkusen y el partido también. Mucho más desde que el Atlético se quedó con diez por la expulsión de Barrios después de clavar los tacos en el gemelo a Mukiele. El árbitro, en principio, le castigó con tarjeta amarilla, pero corrigió después de revisarlo en el monitor al ser avisado por el árbitro del VAR.
El Atlético defendía con mucha gente por delante de Oblak y al Leverkusen le costaba encontrar los espacios. Xabi Alonso había dejado a sus dos delanteros centros, Schick y Boniface pensando en mover a los centrales del Atlético con un jugador de más movilidad en punta como Tella. Pero los centrales rojiblancos no iban a ningún sitio porque no tenían necesidad de perseguir a nadie, así que el Leverkusen tuvo que probar desde fuera del área. Avisó también con un gol anulado a Tella por un fuera de juego previo de Grimaldo.
El gol de Hincapié parecía el aviso de una tormenta, pero después del descanso el Atlético fue otro. Con un jugador menos era mucho más valiente, seguía metido en su área forzado por el empuje del rival, pero se acercaba más a la del Leverkusen. Sacó el carácter el equipo rojiblanco, especialmente el de los jugadores argentinos: De Paul, Giuliano y Julián Álvarez. Y llegó el gol del empate en una carrera de Julián para perseguir una pelota que le mandó Griezmann a la espalda de la defensa. Los centrales alemanes estaban muy adelantados y Tah no fue capaz de sostener la carrera a Julián, despejó mal, el argentino controló la pelota en carrera y Grimaldo no llegó a tiempo de tapar el disparo que valía el empate.
El partido se hizo más sucio, cada pelota dividida se protestaba, pero también se hizo de ida y vuelta. Se jugaba a la carrera porque así decidió el Atlético que quería derrotar al equipo de Xabi Alonso. Y en una de esas llegó la segunda amarilla y la expulsión de Hincapié por una falta al borde del área a Giuliano. Quedaban 20 minutos y el partido estaba igualado a goles y a hombres. Simeone metió piernas frescas, retiró a Griezmann y a Giuliano para que jugaran Lino y Correa, que acabó siendo decisivo para la victoria rojiblanca.
Los argentinos hicieron que el estadio acabara cantando el himno a capella y exhibiendo sus bufandas como si fuera un mosaico improvisado. Correa bajó un pelotazo que acabó en los pies de Julián, que hizo un quiebro al portero en el área pequeña para marcar el segundo. La felicidad debe de ser lo que sintió entonces el estadio rojiblanco.