Una ración de lentejas, entre las 23 nuevas cajas llegadas de París que completan el archivo histórico de Negrín
La Fundación Juan Negrín ha recibido desde París 23 nuevas cajas que completan el archivo histórico del último presidente de Gobierno de la República, una colección de documentos oficiales, cartas y objetos personales entre los que llama la atención una ración de lentejas traídas al siglo XXI directamente desde los años de la Guerra Civil española.
¿Qué impulsó a Juan Negrín (1892-1956) a guardar hasta su muerte en el exilio semejante recuerdo de unos años de penuria y hambre?
"En la guerra comíamos... / de extraordinario / piltrafas con patatas o con arroz / los domingos / en el colectivo comedor. Los lunes / lentejas rellenas / de cucarachas pequeñas. / ¡Nada de qué horror! / El horror era / que se estaban matando alrededor", escribió Gloria Fuertes (1917-1998), en uno de los sus poemas sobre la guerra.
A la poeta le tocó vivir durante la guerra el asedio franquista a Madrid, en el que la población, como en el frente, sobrevivía engañando al hambre con uno de los pocos suministros disponibles: las lentejas. "Píldoras de resistencia", las llamaban entonces por toda la España republicana, o también "píldoras del doctor Negrín".
A José Medina (Las Palmas de Gran Canaria, 1943), se las servían en casa más de lo que él seguramente deseaba "porque lo mandaba el doctor Negrín". Eran "vitaminas para el cerebro" de un niño de la posguerra que, con el tiempo, se convertiría en el presidente de la fundación pública que custodia el legado del líder republicano, un archivo que ofrece a los historiadores el contrapunto al relato de lo vencedores de la guerra que dominó en España durante décadas.
Así que tiene sentido que entre documentos del Estatuto de Autonomía de Cataluña de 1932, reportes de guerra, cuentas de gastos y presupuestos, planos, informes enviados a la Sociedad de Naciones y cartas de figuras de la República dirigidas al todavía presidente del Gobierno en el exilio aparezcan unas lentejas casi centenarias.
Carmen Negrín ha conservado todo ese legado en el sótano de la casa de su abuelo en París hasta su devolución a España, informa José María Rodríguez (Efe).
Ella admite que cabe la posibilidad de que Negrín no supiera que estaba guardando legumbres, porque sus famosas 'píldoras' estaban en cajas de suministros seguramente destinadas a exiliados que cruzaban la frontera de Francia, junto a aceite de hígado de bacalao, picadura de tabaco "labor de guerra' y café. Sin embargo, también quiere creer que son "un símbolo de resistencia" y por eso están aquí.
"Es un símbolo importante traer aquí esas lentejas de la época. También el café que se daba a los soldados para que se mantuvieran despiertos, el tabaco...", explica la presidenta de honor de la Fundación, que anticipa que en París aún le quedan bienes de Negrín que con el tiempo viajarán a Gran Canaria, como muchos de sus libros. Pero, precisa, todavía forman parte de su casa, de su vida.
Para Carmen Negrín, todo el archivo de su abuelo es un símbolo de "resistencia", de "orden" del gobierno legítimo al que derrocó la insurrección militar de 1936 y de "reflexión" de un hombre de sólida formación académica y humanista que siempre se guió por la ciencia.
En este lote de documentos y recuerdos, hay de hecho revistas científicas de diferentes disciplinas ('Scientific Monthly', 'La Nature', 'Atoms'...), pero también toda una colección de guías de carreteras Michelín de los años cuarenta, discos con canciones populares de la época ('La Voz de España'), un tomo encuadernado de informaciones telegrafiadas sobre la Guerra Civil de la 'Agence Espagne' y hasta un curso de ruso en varios vinilos.
Una parte de esos documentos ya estaba digitalmente en Las Palmas de Gran Canaria desde hace tiempo. El primogénito de Juan Negrín, Juan Negrín Fidelman, se los había llevado a su muerte a su casa en Niza y había permitido a la Fundación escanear una parte de ellos.
Entonces se creía que ese era "el archivo" de Negrín, pero -precisa Carmen- la realidad es que su tío se llevó todo lo que encontró en el despacho de su padre (que murió mientras escribía sus memorias), sin saber que era la punta de iceberg de una colección mucho más grande escondida en el sótano.
Allí estaba, entre otras cosas, la contabilidad del 'Oro de Moscú', las cifras que han permitido a historiadores como Ángel Viñas rebatir la gran leyenda negra de Negrín construida por sus detractores (no solo en el bando franquista, sino también en parte de la izquierda) sobre las reservas del Banco de España enviadas a Rusia en los años treinta, que pagaron el esfuerzo de guerra.
Carmen Negrín ha hecho entrega formalmente de todo ese legado a Antonio Morales, presidente del Cabildo de Gran Canaria, la institución pública que se responsabiliza en nombre del Estado de la conservación del archivo a través de la Fundación.
Al recibirlo, Morales ha subrayado que honrar la memoria democrática es en estos tiempos más necesario que nunca, en medio de "esa ola ultraconservadora que quiere imponer el pensamiento único de unos pocos oligarcas".