Antigua y nueva

«Antiqua et nova» es el título de la nota publicada este martes por el Vaticano sobre la Inteligencia Artificial y, aunque el Papa la aprobó el 14 de enero, se ha querido hacer coincidir su salida con el conflicto surgido entre China y Estados Unidos ante la irrupción en el mercado del DeepSeeek.

Hace ya algún tiempo que la Santa Sede sigue atentamente los progresos de la IA. El mismo Papa se ha referido al tema en diversas ocasiones y a él dedicó su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 2024. El documento ahora publicado lo firman los prefectos de los Dicasterios para la Doctrina de la Fe y la Educación y la Cultura, cardenales Víctor Manuel Fernández y Tolentino de Mendonça. Entre sus autores figura sin duda el franciscano Paolo Benanti, experto en la ética de las tecnologías.

La idea dominante de sus páginas es que la Inteligencia Artificial «sólo debe utilizarse como una herramienta complementaria de la inteligencia humana y no sustituir su riqueza». En conclusión, asegura que «no es la IA quien es divinizada o adorada sino el ser humano para convertirse de ese modo en esclavo de su propia obra». El Vaticano también advierte del peligro que supone la concentración del control de la IA en pocas y muy poderosas empresas y sus riesgos tanto en las aulas como en las esferas del trabajo y la sanidad. Uno de los desafíos que plantea el desarrollo de la Inteligencia Artificial se concreta en las armas autónomas y letales, que « carecen de la capacidad humana de juicio ético».

No es un documento apocalíptico porque, por encima de las alertas, aplaude que esta tecnología «puede ayudar a promover el bien común , apoyar el desarrollo humano integral, favorecer la solidaridad y la fraternidad humana».