PIB dopado que oculta otros riesgos
George Bernard Shaw (1856-1950), irlandés, premio Nobel de Literatura (1925) y considerado el segundo mejor dramaturgo en lengua inglesa, solo por detrás de Shakespeare (1564-1616), explicaba que «la estadística es una ciencia que demuestra que, si mi vecino tiene dos coches y yo ninguno, los dos tenemos uno». José María Aguirre Gonzalo (1897-1988) fue presidente del desaparecido –absorbido por el Santander– Banesto y líder de la banca española en los años 70 del siglo pasado, también defendía una teoría similar, aunque con otro ejemplo: «Una persona –ironizaba– que tenga la cabeza en un horno y los pies en un congelador, es probable que tenga una temperatura media excelente, pero estará fatal».
La economía española creció un 3,2% en 2024 y un 0,8% en el último trimestre del año. Son, con bastante diferencia, los mejores datos de la Unión Europea, lo que le ha permitido al ministro de Economía, Carlos Cuerpo –la cara más respetada del Gobierno–, lanzar las campanas al vuelo. Es un resultado que supera todas las expectativas y que coloca a España a la cabeza del crecimiento económico europeo, gripado en los principales países.
Alemania, que sufre las políticas energéticas erróneas de Angela Merkel, acaba de anunciar un retroceso del PIB en el cuatro trimestre del 0,2%, lo que significa que lleva dos años en recesión, moderada, pero recesión. La economía francesa, para la que Macron y sus sucesivos primeros ministros no logran encontrar forma de sanearla, también cayó un 0,1% en el último trimestre.
El PIB de la zona euro apenas creció un 0,7% en todo 2024, para estancarse en los últimos tres meses, mientras la inflación vuelve a repuntar, y de forma heterogénea en varios países, lo que complica a medio plazo la labor del Banco Central Europeo (BCE), que preside Christine Lagarde, atrapado en el dilema diabólico de controlar la inflación sin perjudicar el crecimiento económico.
El Gobierno de Sánchez, a falta de otras alegrías y cada día más dependiente de los caprichos de Carles Puigdemont, intenta celebrar la bonanza económica, reflejada en el PIB, y en la evolución del empleo. Ambos datos están relacionados, por supuesto, pero también rebelan a la vez luces y sombras. La economía española crece, sobre todo, por tres factores: la evolución del sector servicios –el turismo sobre todo–, los fondos europeos y el aumento de la deuda pública y el crecimiento de la población, debido a la inmigración.
Hay un dato bastante revelador. La «vice» Yolanda Díaz, en horas cada vez más bajas una vez pinchada la burbuja de Sumar, presume de que España ha creado 460.000 nuevos empleos en 2024. Elude los detalles de que, de esa cifra, solo alrededor de un 10%, unos 49.000, fueron puestos de trabajo ocupados por españoles, mientras que el resto lo fueron por inmigrantes, en actividades de escasa cualificación y productividad y con salarios bajos.
La economía española, en términos «macro» va bien, aunque la renta per cápita cada vez se aleja más de los países –por mucha recesión que tengan– más prósperos por una parte y de los más dinámicos, por otra.
El economista socialdemócrata, profesor de la Universidad de Alcalá, José Carlos Díez, lo resume con claridad: «Las provincias –españolas– más turísticas crean mucho empleo, pero cada año su renta por habitante diverge de la media». Los bajos salarios enturbian más el horizonte. La nómina de las pensiones superó en enero los 13.000 millones de euros, con la particularidad de que la pensión media iguala o supera el salario medio, algo que consolida un modelo que conduce a la catástrofe, aunque el Gobierno y la oposición, en este caso la de Núñez Feijóo, miren hacia otro lado. El resto de fuerzas políticas, claro, ni están ni se las espera a la hora de abordar el problema.
La economía española, por otra parte, también es drogodependiente de los fondos europeos y de la deuda pública. El Tesoro español tiene que pedir prestados –con la emisión de deuda– este año unos 275.000 millones de euros. Es endeudamiento para pagar los intereses de la deuda y para acceder a nuevos préstamos.
Un círculo vicioso que siempre, antes o después, termina en un desastre que pagan los ciudadanos, no los gobiernos.
CaixaBank, la entidad que encabeza Gonzalo Gortázar, con un 18% de participación estatal, en un llamado «folleto» presentado en la CNMV, expurgado Rubén Sampedro en Voz Populi, advierte de los riesgos de que la prima de riesgo vuelva a dispararse si no se hacen ajustes fiscales. Una subida del PIB del 3,2% es un éxito, pero no igual para todos, porque si mi vecino tiene dos coches y yo ninguno, no significa que los dos tengamos uno, como ya percibió Bernard Shaw.