La paradoja de rascarse: aumenta la inflamación, pero ayuda a combatir infecciones
Si alguna vez has sentido un picor irresistible y te has entregado la acto de rascarte, probablemente hayas experimentado ese breve momento de placer sin saber que las consecuencias puedes ser nefastas para la piel. No obstante, investigadores han descubierto que este mal hábito que te atrapa en el ciclo de 'picor-rascado' también podría tener algún beneficio en algunos contextos que se desconocían hasta ahora.
Investigadores de la Universidad de Washington en St. Louis y la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos) arrojan luz sobre una vía farmacológicamente dirigible que explica cómo el rascado desencadena la inflamación, resolviendo la paradoja de rascarse como un proceso patológico dañino y una adaptación evolutiva beneficiosa.
Su investigación revela la naturaleza dual de rascarse cuando se tiene picor: aunque puede empeorar la inflamación de la piel, también puede reforzar las defensas inmunitarias contra las infecciones bacterianas en el lugar de la lesión.
Así, tal y como se concluye en la publicación de los hallazgo en 'Science' rascarse es una respuesta natural e instintiva a la sensación de picor, y desempeña un papel central en muchas afecciones y lesiones de la piel, como la dermatitis y las picaduras de insectos, en las que el picor crónico puede ser una fuente importante de malestar. No obstante, rascarse puede agravar la afección al promover la inflamación en un "ciclo de picor-rascado" que se perpetúa a sí mismo, donde el rascado intensifica el picor y puede exacerbar la lesión.
Sin embargo, a diferencia del dolor, que normalmente causa una respuesta de aversión, rascarse puede resultar placentero, lo que sugiere que podría tener algún beneficio adaptativo. Pese a ello, los mecanismos por los que rascarse contribuye a la inflamación de la piel y si el reflejo de picor-rascado ofrece algún beneficio al huésped seguían siendo poco conocidos.
Para descubrir qué impulsa este círculo vicioso, Daniel Kaplan, profesor de dermatología e inmunología en la Universidad de Pittsburgh y el primer autor Andrew Liu, estudiante del Programa de Capacitación de Científicos Médicos de Pitt, y su equipo utilizaron alérgenos que inducen picazón para inducir síntomas similares al eczema en las orejas de ratones normales y de aquellos que no sienten picazón porque carecen de una neurona que detecte la picazón. De esta forma, los investigadores exploraron cómo la eliminación de la función de las neuronas sensoras de picor llamadas no peptidérgicas 2 (NP2) afecta la conexión entre el picor, el rascado y la inflamación.
En concreto, los investigadores descubrieron que rascarse activa las neuronas sensoras de dolor que liberan sustancia P (SP), que estimula a los mastocitos a aumentar la inflamación, principalmente atrayendo neutrófilos. Sin embargo, aunque rascarse puede agravar problemas como la dermatitis, también puede ayudar a la defensa inmunitaria del huésped al reducir las bacterias, como Staphylococcus aureus , durante las infecciones. Además, rascarse puede influir en el microbioma de la piel en el lugar de la lesión, previniendo potencialmente los desequilibrios de la microbiota, aunque las enfermedades crónicas como la dermatitis atópica complican esto.
"El hallazgo de que rascarse mejora la defensa contra el Staphylococcus aureus sugiere que podría ser beneficioso en algunos contextos", afirma Kaplan. "Pero el daño que el rascado provoca en la piel probablemente supera este beneficio cuando el picor es crónico".
Así, según los autores, los hallazgos sugieren que rascarse sirve tanto como un impulsor patológico de la inflamación como un mecanismo evolutivo para reforzar la protección contra la infección. Actualmente, los investigadores están investigando nuevas terapias para la dermatitis y otras afecciones inflamatorias de la piel como la rosácea y la urticaria, que suprimen la inflamación al dirigirse a los receptores de los mastocitos.