Las crisis territoriales que erosionaron los liderazgos en Vox
La formación que lidera Santiago Abascal enfrenta una crisis territorial que ha sacudido varias de sus delegaciones territoriales. Madrid, Andalucía, Extremadura, Baleares y, más recientemente, Castilla y León, han sido escenario de tensiones, dimisiones y expulsiones que reflejan el creciente desgaste del partido en su estructura autonómica.
Tras la salida de Juan García-Gallardo, y las expulsiones de Ana Isabel Hernando y Javier Teira, el peso del partido recaerá ahora en el palentino David Hierro, que será el nuevo portavoz titular del grupo en las Cortes de Castilla y León. Además, el presidente del Parlamento autonómico, el leonés Carlos Pollán, también será otra de las puntas de lanza de la formación que preside Santiago Abascal en la comunidad. Ya fue el encargado de sustituir a García-Gallardo, cuando el burgalés cogió la baja por paternidad. Pollán no compartió las valoraciones del exlíder sobre la democracia interna del partido.
La división de Vox en Castilla y León llega, sobre todo de las provincias de Burgos y Salamanca, mientras que el resto están alineadas a las ideas del líder de Vox.
Los de Abascal siempre presumen de ser un partido con un discurso único en todos los territorios frente a los 17 que tienen el resto de partidos, pero, para que eso sea posible, las directrices llegan desde la nacional lo que critican desde algunas de las delegaciones.
Este no ha sido el único territorio en crisis. Ocurrió ya en Andalucía cuando Macarena Olona no logró alzarse con los escaños suficientes para ser decisivos en un Gobierno con Juanma Moreno. Fue uno de los capítulos más tensos en la historia del partido con críticas a la falta de democracia interna y la excesiva concentración de poder en la dirección nacional. Su marcha debilitó la estructura de Vox en Andalucía. Su figura había sido clave para el crecimiento del partido en la región, y su distanciamiento generó divisiones internas. Además, su salida dejó en evidencia las dificultades de Vox para consolidar liderazgos territoriales fuertes sin depender del líder del partido.
En octubre de 2024, la destitución de Rocío Monasterio como presidenta de Vox en Madrid marcó un punto de inflexión. Monasterio, una de las figuras más representativas del partido y que llevaba desde su fundación fue reemplazada por José Antonio Fúster en una decisión que evidenció la reestructuración interna impulsada por la dirección. Después de ocho años al frente de Vox, Monasterio anunciaba que abandonaba la política y volvía a su actividad profesional como arquitecta un día después de esa destitución. El partido le dio la opción de seguir como portavoz del Grupo Parlamentario en la Asamblea, pero rechazó la oferta: «A la vista de que hoy no soy la persona de confianza del secretario general ni del presidente me parece lógico y honesto entregar mi acta de diputada», sentenció en un anuncio sorpresa que pilló desprevenido a su propio grupo parlamentario.
Su marcha la hizo no sin antes lanzar críticas a la falta de democracia interna de Vox y tras señalar el nombramiento «a dedo» del nuevo comité ejecutivo en Madrid, que tocaba renovar un mes después.
En Extremadura, Vox experimentó una crisis similar tras las tensiones derivadas de las negociaciones con el PP para la formación de gobierno en la región. La falta de entendimiento y la presión desde la dirección nacional provocaron que algunos dirigentes abandonaran la formación, evidenciando las dificultades del partido para gestionar sus pactos autonómicos algo que volvió a quedar patente en la negociación de los presupuestos autonómicos de esta comunidad.
Baleares, por su parte, también ha sido escenario de disidencias. Dimitieron en bloque los miembros del grupo parlamentario dejando el partido, pero no el escaño. Idoia Ribas, Sergio Rodríguez y Agustín Buades anunciaban su marcha coincidiendo con la salida de «Avanza en Libertad».