La estrategia con Vox entra en debate en la dirección del PP
En el Comité de Dirección del PP hay cierto debate sobre la estrategia que deben seguir con Vox. En líneas generales se impone la decisión de ignorarles, de seguir su propio camino, y no entrar directamente en el cuerpo a cuerpo. Pero hay una interlocución abierta, que pilota Miguel Tellado en el Congreso, y en ese marco todavía se defiende que hay espacio para un diálogo discreto y para hacerles ver que algunas de las decisiones que toman, o de sus posicionamientos, redundan en contra del objetivo de debilitar al Gobierno de coalición. Esto es visto como un posicionamiento marciano por otras voces de cúpula popular, que están convencidas de que Vox no está en pactar caminos en paralelo con un mismo objetivo, sino que solo trabaja para desgastar a Alberto Núñez Feijóo.
La realidad es que en el PP están viendo cómo todas las dificultades y debilidades que sufre Vox no acaban de cuajar en un deterioro de sus expectativas electorales. Ahí están, entre el 10% y el 14% del voto, aunque sin perder de vista que un punto supone un número de escaños muy determinante y que puede ser decisivo en el resultado de las próximas elecciones generales.
Hay un PP, que representa la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que apuesta por anular a Vox por la vía de ocupar su espacio y no entrar en el cuerpo a cuerpo, más que en el momento en el que es estrictamente necesario. Ayuso ha sido capaz de absorber mayoritariamente el voto de Vox hasta afianzar una mayoría absoluta para la que las encuestas anuncian una larga vida. Con una mirada más a largo plazo, en este sector no se pierde de vista el hecho de que, ante unas nuevas elecciones, salvo que cambie mucho el panorama, seguirán necesitando a Vox.
La vía de diálogo con Vox la sostiene el citado portavoz en el Congreso y la diputada Ester Muñoz, vicesecretaria de Sanidad y Educación, y uno de los perfiles en alza del PP. Ambos iniciaron el deshielo antes de Navidades, en un encuentro secreto junto a los diputados Kiko Méndez Monasterio y José María Figaredo. Esta vía de comunicación continúa abierta a día de hoy y en ella trabajan de manera discreta para reflotar las relaciones. El propio Tellado, en una entrevista de este fin de semana con LA RAZÓN, aseguró tener «buenas relaciones» con Vox. Tellado y Muñoz cuentan con la plena confianza del líder de los populares.
Más distancia con la dirección de Bambú mantiene Borja Sémper, portavoz nacional del PP, y representante del ala más moderada del partido. También es uno de los que más tiempo ha dedicado a afear a Vox su intento de «competir» por la derecha en vez de contra la izquierda.
Este debate estratégico respecto a Vox enlaza con los estudios internos que les confirman que a los de Abascal les beneficia su decisión de haber roto los gobiernos de coalición, la DANA, su juego de «no hacer nada» y su libertad para «vociferar» por no tener ninguna responsabilidad de gobierno.
La relación entre los dos partidos se ha convertido en una batalla constante, en la que la necesidad de colaboración siempre pierde frente a la lucha por el mismo espacio político. La clave la señala un presidente autonómico: «Vox necesita al PP para gobernar, pero el PP aspira a no depender de Vox». Y los populares tienen que enfrentarse cada cierto tiempo al problema de que se les reabra el debate sobre si deben mantenerse fieles a una imagen de estabilidad para atraer al votante más moderado o si tienen que entrar de alguna manera en la competición con ellos en cuestiones como la inmigración. El PP del ala más moderada señala a Vox como el nuevo Podemos de la derecha, es decir, un partido que en lugar de sumar, limita sus opciones de gobierno por su discurso intransigente y sus conflictos internos. Y Vox se defiende acusando al PP de ser un partido blando que supuestamente cede ante la izquierda.
Feijóo elevó ayer el tono contra Vox, después de que fueran los primeros en acusar al PP de haber pactado la renovación de la Junta Electoral Central con el PSOE para excluirles, algo que quedó demostrado posteriormente que era mentira. Acusó a Abascal de ejercer una «oposición de tumbona», de «sarao» y de «dedito levantado». Ante eso, reivindicó ser la única «oposición» capaz de sacar a Sánchez de La Moncloa. «O gobierna el PP o seguirá gobernando el PSOE con todos sus socios», advirtió ante la Junta Directiva. En el entorno de Feijóo se revuelven contra la «política barata» de Vox y se desmarcan de ella. Desvelan que ellos ordenaron no atacar a Vox cuando salieron informaciones sobre los supuestos negocios económicos de la esposa de Santiago Abascal. Y ante lo que entienden como un intento por parte de Vox de estar «enfrentados» todo el día responden que no cederán.