El ala dura "okupa" todo Vox
La dimisión de Juan García-Gallardo, uno de los líderes más significativos en Vox en el último tiempo, ha vuelto a poner en evidencia la crisis territorial que sufre el partido entre a[[LINK:EXTERNO|||https://www.larazon.es/castilla-y-leon/lider-vox-castilla-leon-juan-garcia-gallardo-dimite-deja-politica_2025020367a08e640b2ad20001b2616f.html|||cusaciones de «injerencia» y falta de «pluralidad»]]. El que fuera líder territorial de Castilla y León era la imagen de Vox en los últimos años en este territorio. Representaba el liderazgo de los de Abascal fuera del núcleo duro de Madrid, ajeno a los fundadores de la formación; porque su liderazgo surgió casi al inicio de la campaña del adelanto electoral de 2022. Su marcha abre de nuevo la crisis en un partido que hace menos de un año había abierto la ejecutiva nacional a los principales representantes de los territorios, aunque en Vox niegan el cisma.
La reciente expulsión de dos procuradores en Castilla y León, Ana Rosa Hernando Ruiz y Javier Teira Lafuente, quienes criticaron la falta de democracia interna y abogaban por abandonar el grupo europeo Patriotas por Europa para regresar al de Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), liderado por Giorgia Meloni, ha hecho que su expulsión fuera interpretada como una consolidación de la línea más dura dentro del partido. Un ala que en los últimos tiempos ha ido ganando peso en Vox y que ha quedado reflejado tras la perdida de las caras más visibles de la fundación del partido, entre las que se encontraban Iván Espinosa de los Monteros y Rubén Manso –que representan una postura más liberal; Macarena Olona, Sánchez del Real o Rocío Monasterio... Esta vez, según ha podido saber LA RAZÓN, se habría producido un choque entre el sector duro de Jorge Buxadé contra el más conservador de Gallardo, dos corrientes que ya habían dinamitado al sector liberal. Otras fuentes apuntan que Gallardo «sabía que podía no repetir en las listas y ha preferido retirarse a tiempo».
Y es que quienes marcan la estrategia del partido son, en mayor medida, Buxadé, Kiko Méndez Monasterio y Santiago Abascal, que es la cara más visible de Vox, aunque internamente aseguran que todas las decisiones se estudian «mucho y se hablan». De hecho, ellos son los ideólogos de entrar en Patriotas por Europa, en julio de 2024, una plataforma impulsada por el primer ministro húngaro, Viktor Orban, una idea que también se coordinó desde Disenso. Con ello, buscaban posicionar a Abascal con un mayor peso internacional, mirando a largo plazo, para dar valor a su liderazgo y consolidarle como la referencia, en cuanto a futuras alianzas, con líderes como Donald Trump o el resto de dirigentes europeos que van ganando peso. Además, esta decisión se ha visto como un intento de afianzar posiciones euroescépticas y de sentimiento nacional.
En Disenso aspiran a que más pronto que tarde Patriotas termine fusionándose a nivel europeo con ECR y así formar una gran alianza de líderes internacionales donde Abascal sea el máximo representante. De hecho, el líder de Vox reúne en Madrid el próximo 7 y 8 de febrero a los principales líderes de Patriotas con el fin de afianzar un «frente común, impulsando una alternativa que haga frente a la deriva globalista», que amenaza a la Unión Europea.
En Vox estaban en eso cuando su líder en Castilla y León dijo basta ante la sorpresa de todo el mundo, porque nadie se lo esperaba. Abandona su escaño y todos sus cargos públicos en el partido, aunque aseguraba que volvía a su condición de «afiliado raso» y retomaría su actividad profesional privada como abogado.
García-Gallardo ha asegurado que su decisión es «personal e independiente» de la adoptada por «quienes han desafiado públicamente a la dirección del partido», aunque afirmó «discrepancias» con la dirección del partido, ante la que echa en falta «reciprocidad» en la lealtad.
En este sentido, recordó que entró en política activa «con grandes dosis de ilusión y entusiasmo» y en «un proyecto unido, pero ancho, en el que existían y cabían pluralidad de liderazgos y carismas». Pero, según García-Gallardo, «la situación ha cambiado». «La dirección del partido ha ido ocupando cada vez más espacios en detrimento de los demás» asegura.
Sin embargo, desde Vox advierten de que su lealtad es con el electorado y atribuían la marcha del hasta ahora líder en Castilla y León a su negativa a rubricar la expulsión de los procuradores. Según el portavoz José Antonio Fúster, esta postura sorprendió a la dirección de Vox, que considera que Hernando y Teira [[LINK:EXTERNO|||https://www.larazon.es/espana/vox-acusa-gallardo-condenar-operacion-socavar-partido_2025020367a0c133e95c06000185a247.html|||intentaron «dañar y socavar» el partido y acusan a Gallardo de no condenar esa acción.]]
A pesar de todo, ni la marcha de Vox de los gobiernos autonómicos, ni las alianzas con Patriotas, ni tampoco la crisis interna que se agudiza con la proximidad de unas elecciones en Castilla y León –serán en 2026–, hacen que le penalice en las encuestas. Estas presentan un escenario en el que crecen a nivel nacional con casi 40 escaños, mientras que en la región todas les aseguran los 13 representantes actuales, e incluso barajan entre 14 y 18.