Barcelona, una ciudad que deja huella en el corazón
Sí, la magia de Gaudí, el alma cultural de Barcelona y la espiritualidad de Montserrat han enamorado a generaciones enteras de viajeros. Sin duda, si elige la capital catalana para una escapada, esta urbe le atrapará desde el minuto uno.
No importa la estación del año ni el mes, las calles de Barcelona siempre ofrecen múltiples opciones a todos aquellos que, llegados de diferentes partes del globo, desean embriagarse de su esencia cosmopolita y seductora. Por ejemplo, en San Valentín hay algunas propuestas muy tentadoras, como la de disfrutar un Candlelight en la Cripta Gaudí (ya sea ese mismo día u otro, la experiencia es todo un lujo y merece la pena), un tranquilo paseo por la rosaleda del Parque de Cervantes o, por qué no, un tour o un concierto en el Palau de la Música Catalana, donde la arquitectura modernista y la música se entrelazan para emocionar a todo aquel que cruza sus puertas.
Tras las huellas de Gaudí
Hablar de Barcelona es hablar de Gaudí. Su impronta está presente en la ciudad de una manera tan profunda que resulta imposible imaginarla sin la silueta inconfundible de la Sagrada Familia elevándose hacia el cielo. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, podría afirmarse que verla en persona es algo necesario en la vida. Detenerse frente a sus tres fachadas principales y levantar la mirada hacia lo más alto emociona. Una conexión entre la tierra y el cielo; entre lo terrenal y lo divino que no deja indiferente a nadie, se sea o no creyente. De la misma manera lo hace su interior, con un magistral juego de luces y formas, donde las columnas se alzan como troncos de un bosque petrificado y las vidrieras convierten la luz del sol en un festival de colores que inunda cada rincón del templo.
La Casa Batlló, en pleno Paseo de Gracia, es una parada obligada para conocer el alma del artista catalán. Su fachada con un heterogéneo mosaico de colores y sus balcones que recuerdan máscaras venecianas capta todas las miradas. En su interior, el recorrido resulta fascinante. Formas ondulantes, azulejos transformados en bellas ondas de agua, una chimenea en forma de seta y una azotea muy especial desde la que contemplar el skyline barcelonés.
A pocos pasos, Casa Milà, conocida popularmente como La Pedrera, es otro punto que cualquier amante del arte y del modernismo disfrutará. Lo cierto es que el patrimonio barcelonés ligado a Gaudí es inmenso, del cual habría que destacar también el Park Güell.
Barcelona posee otros atractivos culturales que bien merecen una mención. El Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC) es uno de ellos. El imponente palacio, su idílico entorno y las vistas desde Montjuic lo convierten en un must, a lo que se suma una extensa colección. Pero si lo que se está buscando es un museo interactivo y dinámico, la recomendación más interesante es el CosmoCaixa. Cuenta con exposiciones sobre el universo y otras muchas que acercan la ciencia de forma lúdica, sin embargo, lo que más impresiona es su espectacular Bosque Inundado, sumergiendo al visitante en una selva amazónica con fauna y flora real.
Para un plan diferente, nada mejor que ir a Tibidabo. Su icónico parque de atracciones es el parque operativo más antiguo de toda España y de los primeros que existieron en Europa. Combina atracciones clásicas con una de las mejores vistas panorámicas; subirse a la noria o a su emblemático avión, un simulador de vuelo de 1928, son experiencias que no puede perderse.
Habría mucho más de lo que hablar de Barcelona: su gastronomía, su paseo marítimo, sus múltiples barrios con encanto… pero la magia de una ciudad también reside en la posibilidad de perderse por sus calles y descubrirla sin mapas ni rutas preestablecidas. Solo, y como una última sugerencia para despedirse de la ciudad: los Bunkers del Carmel, en lo alto del Turó de la Rovira. Durante la Guerra Civil fue un punto estratégico militar, ahora se ha convertido en uno de los rincones más mágicos para ver el atardecer y disfrutar de la metrópoli desde las alturas.
Montserrat: belleza natural y energía espiritual
Aquellos que deseen explorar los alrededores de la Ciudad Condal encontrarán en Montserrat un acierto, y es que también forma parte de la lista de lugares «imprescindibles».
A poco más de una hora de Barcelona, la experiencia comienza desde el momento que el tren cremallera comienza su andadura en Monistrol de Montserrat, desde él se puede admirar la inmensidad y majestuosidad de las montañas. Una vez en el santuario, la plaza central da la bienvenida. En uno de sus laterales, se alza un precioso claustro gótico y, enfrente, cinco arcos enormes con cinco esculturas de santos que anteceden a una espectacular vista panorámica del paisaje que emociona.
Pero lo que realmente conmueve es la basílica de Montserrat, donde una energía espiritual recorre todo el cuerpo. A pesar de su riqueza artística, digna de admirar, es la imagen de la Moreneta, entronizada en el altar mayor, la que capta todas las miradas. Aquí, ya sea por la fuerza de dicha imagen religiosa, la luz tenue que baña la basílica o los siglos de historia que la envuelven, lo cierto es que, se sea o no creyente, sobrecoge un sentimiento inexplicable.
Una experiencia cercana a lo divino y que deja huella en el corazón, así es recorrer Montserrat. Y es que, al igual que Barcelona, con la Sagrada Familia a la cabeza, es un lugar donde el arte, la historia y la espiritualidad se entrelazan de una manera única y extraordinaria.