Noboa busca su reelección en Ecuador mientras la violencia aún muestra músculo
Este domingo el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, enfrenta su mayor reto: lograr la reelección para finalmente gobernar por un periodo completo. El mandatario se ha mantenido fuerte en las encuestas a pesar de sucesivos escándalos durante su gestión, en los 15 meses desde que asumió el poder al ganar unas elecciones anticipadas convocadas por su antecesor.
El presidente de 37 años, el más joven de la historia de Ecuador, es visto como un reformador, un líder moderno y enérgico. También como un político que en su corto mandato puede ser excusado de los problemas "estructurales" del país que "necesitan tiempo" para ser superados.
Pero hay sucesos recientes que han sido no por razones históricas, como el asalto a la embajada mexicana en búsqueda del exvicepresidente Jorge Glas, que estaba allí asilado; la pugna con su propia vicepresidenta Verónica Abad, a quien suspendió del cargo, además con una acusación ante Fiscalía por "incumplimiento de funciones"; los constantes cortes de energía eléctrica, la eliminación del subsidio a la gasolina y el asesinato de cuatro adolescentes que fueron hallados torturados y muertos en Guayaquil a manos de militares ecuatorianos -16 han sido arrestados y el gobierno prometió castigos.
Nada de eso ha echado abajo el apoyo popular de Noboa, que además tiene el aplauso de sectores económicos por haber impulsado la reforma fiscal que logró sacar los bonos soberanos del país de la zona “distressed”, por primera vez desde 2022, aumentando la demanda por una transacción “deuda-por-naturaleza” y brindando a los inversionistas un atractivo retorno del 100%.
Ese triunfo en Wall Street se combina con otro en Estados Unidos, pues Noboa es uno de los pocos dirigentes de América Latina que parecen estar en buen favor con Donald Trump. El país ha aceptado vuelos de deportación sin ningún problema y el mandatario asistió como invitado a la toma de posesión del norteamericano, junto a Javier Milei de Argentina.
Ahora encabeza una campaña donde su imagen habla más que él mismo. En Quito y otras ciudades se han distribuido por decenas de miles carteles de cartón a tamaño natural del presidente para impulsar una candidatura que además pisa fuerte en redes sociales, porque el abanderado no participó directamente, no dio mítines y tan solo tuvo encuentros informales con electores; al menos hasta el cierre de campaña de esta semana que lo vio encabezar un acto masivo con más de 15.000 personas en Quito.
Pero incluso allí su discurso fue apenas de tres minutos en los cuales no pidió directamente el voto popular. “Vamos a terminar con esa época donde todo se trababa y todos los partidos nos hacían la vida imposible en la Asamblea (Nacional)" -refiriéndose a bloqueos legislativos que espera superar al quedar con una bancada propia numerosa-, y prometió entrar en “un nuevo ciclo” con más oportunidades para los jóvenes y mayor desarrollo tecnológico en su país.
En Ecuador está prohibido que el presidente haga campaña sin separarse del cargo, que tendría que dejarlo en manos de la vicepresidencia. Pero las peleas con Abad hicieron que, obligado por la Corte Constitucional, Noboa dejara de hacer campaña oficialmente de manera presencial, aunque siempre caminando por los bordes de las limitaciones jurídicas. Es parte de lo novedoso que acompaña la propia circunstancia de un presidente que por primera vez en dos décadas compite por la reelección sin llevar el apellido Correa o contar con su respaldo. Un mensaje de que la estabilidad política en Ecuador es posible.
Contra él compite Luisa González, la candidata de izquierda perteneciente al movimiento político del expresidente Rafael Correa (2007-2017), y elegida por él para competir para que el "correísmo" vuelva a mandar. Su popularidad navega sobre la aspiración de que vuelva la prosperidad y los pequeños bajos índices de homicidios como en aquella década, en un país que se ha visto envuelto en una espiral de violencia durante el último lustro por la acción del crimen organizado y el narcotráfico que además ha generado una ola migratoria hacia Estados Unidos. Pero la exdiputada también carga con las sombras de la represión y los escándalos de corrupción de la era de Rafael Correa.
"¿Ustedes quieren cuatro años más de lo mismo? Ya no resistimos más", dijo este jueves en su cierre de campaña. "Iba a bajar el precio de la gasolina y subió. Iba a bajar el precio de la luz y nos dejó a oscuras con apagones. Dijo que era para dar seguridad, pero aquí nadie se siente más seguro", agregó sobre su contendor antes de que comenzara la veda electoral el viernes.
En los últimos cinco años la cantidad de muertes violentas alcanzó niveles históricos. Tanto, que dos meses después de asumir el cargo Noboa declaró el estado de "conflicto armado interno", con el que asegura haber disminuido la violencia en 15%. Aun así, en enero de este año se produjeron más muertes violentas que en ningún otro mes de los últimos tres años, 750 casos según datos policiales.
Hasta ahora, el presidente ha contado con el respaldo popular a su política de mano dura contra la seguridad mientras insiste en su mensaje de dejar atrás al "viejo Ecuador". Eso sí, analistas esperan aún por las definiciones de cómo es el país que quiere construir el mandatario.
Para ganar en la primera vuelta un candidato debe lograr al menos el 40% de los votos con una diferencia de 10 puntos sobre el segundo, o superar el 50% de los sufragios.
Según la encuesta de intención de voto de Ipsos, Noboa tiene una intención de voto de 45,3%, mientras que González cuenta con 31,3%.
Según la firma Comunicaliza, Noboa obtendría 47,1% de los votos, frente al 39,5% de González. La consultora Negocios & Estrategias, por su parte, ubica a la correísta en primer lugar con un 45% de intención de votos, frente al 40% del presidente actual.
En todos los casos, se espera que la elección de este domingo conduzca a una segunda vuelta pautada para el 13 de abril.