Despliegue rápido: España se reivindica en la prueba de fuego de la nueva punta de lanza de la OTAN
«Steadfast Dart» o «Dardo firme». Dos palabras con las que la OTAN ha bautizado las que serán sus maniobras más importantes y numerosas este año, en las que se pondrá a prueba por primera vez la nueva Fuerza de Reacción Aliada de la OTAN (ARF). Y lo hará, de nuevo, convirtiendo un ejercicio en una muestra de fuerza, unidad y disuasión aliada frente a Rusia, situándolo en su patio trasero: Rumanía, Bulgaria y Grecia. Allí se desplegarán 10.000 militares de nueve países, entre ellos España, que tendrá un papel protagonista aportando casi un tercio del total de efectivos, unos 3.200, además de medios de todo tipo, como vehículos, buques o helicópteros. Pero no solo participa, sino que también lidera uno de los elementos clave en este tipo de misiones: los equipos de Operaciones Especiales. Una forma de volver a vender esa importante contribución española a las misiones y la seguridad aliada pese a ser el país que menos porcentaje del PIB dedica al gasto militar, en un momento en el que el compromiso del 2% se ha quedado pequeño.
El objetivo es claro: demostrar a los potenciales enemigos la capacidad de respuesta rápida de la Alianza para ayudar a un país miembro en apuros, trasladando fuerzas a miles de kilómetros en un tiempo récord y estando listas para combatir por tierra, mar y aire desde el primer momento.
Y ese «dardo firme» no es otro que esa nueva Fuerza de Reacción Aliada, que sustituyó a la Fuerza de Respuesta de la OTAN (NRF) el verano pasado. Una herramienta de disuasión que hay que engrasar y poner a punto, por lo que el «Steadfast Dart» es la oportunidad perfecta para poner a prueba su despliegue inmediato, coordinando al mismo tiempo a todos los actores –y su armamento– implicados: Francia, Italia, Eslovenia, Turquía, Reino Unido, Grecia, Rumanía, Bulgaria y España.
Entre todos ellos suman, además de esos 10.000 efectivos, 1.500 vehículos, una veintena de aeronaves y 17 buques, los cuales llegaron en pocos días desde sus respectivos países al teatro de operaciones, principalmente a Alejandrópolis (Grecia), donde se ubica el puerto de desembarco de estas maniobras.
España va con todo
Y España es uno de los que más medios y armamento aporta, y llega al «Steadfast Dart» con todo. En concreto, 300 vehículos (entre ellos, blindados «Vamtac», «Anibal» o «Piraña»), cinco buques («Juan Caros I», «Blas de Lezo», «Patiño», «Álvaro de Bazán» y «Victoria»), seis aviones, seis helicópteros, cuatro lanchas de desembarco, tres piezas de artillería, una batería de misiles «Mistral», un radar de vigilancia...
El contexto en el que se desarrolla este ejercicio es sencillo: los aliados recibieron, a mediados de enero, la alerta de que la tensión aumentaba en la zona sudeste de la OTAN, con unas previsiones poco optimistas sobre el desenlace final. Ante esto, se decide activar a la Fuerza de Reacción, pero no para actuar inmediatamente, sino para posicionarse allí y tratar de disuadir al enemigo para que la situación no escale. Y al mismo tiempo, reforzar los batallones terrestres permanentes que la Alianza tiene en Rumanía (donde hay otros 206 españoles) y Bulgaria, además de a los destacamentos aéreos como el «Paznic», en el que España aporta 148 efectivos y cinco cazas «Eurofighter». Sin olvidar a las agrupaciones navales que vigilan el Mediterráneo y en las que hay dos buques de nuestro país (participa también El objetivo es engrasar la nueva Fuerza de Reacción Aliada y mostrar unidad frente a Rusia
A partir de esa alarma empezó un despliegue contra reloj en el que los nueve países implicados comenzaron a trasladar personal y armamento, tanto por barco como por avión. Una operación logística pocas veces vista en la que España envió el material principalmente por mar, llevando gran parte de los medios al puerto griego para, desde allí, trasladarlos en tren hasta los distintos puntos de Bulgaria y Rumanía donde se situarán las fuerzas españolas para la siguiente fase. Pero también en avión, con cinco vuelos militares y dos civiles.
En el caso de España, este despliegue inicial se completó entre el 25 enero y el 6 febrero en diferentes etapas y que puso a prueba la capacidad logística de las Fuerzas Armadas.
Y una vez en ese escenario «prebélico», ¿qué ocurrirá? Pues que esos 10.000 militares y sus respectivos medios se distribuirán por la zona de operaciones repartidos en cuatro mandos componentes (Terrestre, Marítimo, Aéreo y de Operaciones Especiales). Entre el próximo lunes y el 21 de febrero llevarán a cabo una serie de misiones de adiestramiento conjuntas para poner en común procedimientos y estar listos ante cualquier crisis. Aunque la idea principal es la de mostrar unidad y fuerza de respuesta de cara a evitar que la amenaza que provocó la alerta se expanda por los diferentes dominios, esto es, lanzar el mensaje de que si un socio está amenazado, el resto llegarán rápido.
[[QUOTE:PULL|||España está al mando de los equipos de Operaciones Especiales de los países participantes ]]
Esos mandos componentes se entrenarán tanto de forma individual, es sus ámbitos de responsabilidad, como global, para garantizar así esa interoperabilidad aliada para hacer frente a cualquier conflicto. Todo, para engrasar los procedimientos de esta fuerza de reacción aliada como si se tratase de una operación real.
Boinas verdes españoles
Entre todos ellos tendrán un papel protagonista los boinas verdes españoles, que lideran a los equipos de Operaciones Especiales del resto de países. Son 370 guerrilleros –del Mando de Operaciones Especiales, la Fuerza de Guerra Naval Especial y el Escuadrón de Zapadores Paracaidistas– que han desembarcado en diferentes puntos de Bulgaria y Grecia con 48 vehículos y dos helicópteros NH-90, con los que llevarán a cabo las misiones más exigentes.
De esta forma, la dirección del ejercicio, el Mando de la Fuerza Conjunta Aliada de Nápoles (Italia), irá inyectando incidencias para comprobar cómo se desenvuelven y certificar que esta fuerza está lista para defender a cualquier país en apuros. Una coordinación e integración de capacidades que va más allá del combate, pues también son vitales las comunicaciones o el sostenimiento de la fuerza el tiempo que esté desplegada.
Así, según detallan fuentes militares a LA RAZÓN, durante la fase de ejecución «se van a validar las capacidades de proyección estratégica y eficiencia operativa. Además, se harán ejercicios dirigidos a asegurar el mando y control, la logística, la construcción de infraestructuras, las comunicaciones o aspectos sanitarios». Para, como deja claro la OTAN, «demostrar la determinación de la Alianza para protegernos mutuamente, nuestros valores comunes y el orden internacional basado en reglas».