"El electorado evalúa tanto las medidas represivas de los candidatos como sus planes para abordar las causas subyacentes de la violencia"
Según las últimas encuestas, se prevé que el actual presidente Daniel Noboa y Luisa González serán los que tendrán más posibilidades de gobernar. ¿Cuáles son los puntos fuertes de los dos candidatos favoritos?
Daniel Noboa se presenta como un líder joven y enérgico, un contraste generacional frente a figuras políticas anticuadas como el expresidente Rafael Correa o el exalcalde de Guayaquil, Jaime Nebot. Este factor, combinado con su enfoque pragmático y su experiencia en el sector privado, lo posiciona como una opción atractiva para votantes de una clase media vinculada a la burocracia o al comercio, que buscan una gestión moderna y eficiente, y un Estado más pequeño. Aunque las encuestas recientes muestran una fluctuación en su popularidad entre el 37% y el 42%, su respuesta inicial ante la crisis de seguridad, con la declaración de un "conflicto armado interno", generó un apoyo considerable. Su capacidad para movilizar recursos estatales, su retórica de firmeza contra el crimen organizado y su estilo juvenil, le han conseguido una imagen de nuevo liderazgo en un momento crítico para el país.
Por otro lado, Luisa González personifica la continuidad del legado de Rafael Correa y la influencia del dictador venezolano Nicolás Maduro. Incluso González es la carta de presentación de la franquicia del Socialismo del Siglo XXI en Ecuador, lo que en España es el partido populista Podemos. La base de apoyo de González se consolida entre los votantes todavía fieles al correísmo que recuerdan con nostalgia las políticas sociales y económicas implementadas entre 2007 y 2017, pero que dejaron sobreendeudado al país. Su discurso, que enfatiza la justicia social, la lucha de clases y la redistribución de la riqueza, atrae a sectores de la población que se sienten marginados o desatendidos por las políticas actuales. Sin embargo, su asociación con el correísmo también representa un lastre, ya que enfrenta un rechazo del 40% de electores quienes asocian ese período con corrupción y autoritarismo. Para atraer a un electorado más amplio, González debía distanciarse de los aspectos más controvertidos del correísmo, incluso de sus principales actores, todos sentenciados por la justicia ecuatoriana en delitos de corrupción, y ofrecer propuestas innovadoras que respondan a los desafíos actuales del país. Se estima que el voto leal al correísmo se sitúa entre el 22% y el 26% del electoral, lo cual podría ser un límite electoral para la candidatura de González, aunque también un punto de inicio.
La inseguridad y la violencia marcan estas elecciones. ¿En qué punto se encuentra el país en esta materia y cómo puede decidir en las elecciones?
Ecuador se encuentra en un estado de emergencia debido a la escalada de la violencia relacionada con el crimen organizado y el narcotráfico. La tasa de homicidios ha alcanzado niveles sin precedentes, y ciudades como Guayaquil, Durán y Esmeraldas se han convertido en escenarios de confrontaciones armadas entre bandas rivales. Cifras oficiales estiman entre 30 y 40 muertes violentas por cada 100 mil habitantes perpetradas de forma ascendente desde 2023, aunque con un ligero descenso en este 2025 a nivel nacional. Este contexto de inseguridad ha transformado la percepción de los ciudadanos sobre la política y el gobierno, y ha colocado este tema como la principal prioridad en sus decisiones electorales, por encima del acceso al empleo o a los servicios de salud pública o a la educación.
En este sentido, el electorado evalúa tanto las medidas represivas propuestas por los candidatos como sus planes para abordar las causas subyacentes de la violencia, como la pobreza, la falta de oportunidades y la corrupción. La percepción de cuál candidato ofrece la mejor combinación de soluciones integrales será determinante en el resultado de las elecciones. Daniel Noboa ha apostado por una estrategia de confrontación directa con el crimen organizado y de intolerancia a toda relación con las mafias transnacionales, mientras que Luisa González propone un enfoque más holístico que combine medidas de seguridad con programas sociales y económicos. González defiende el principio de “ciudadanía universal” reconocido en la Constitución ecuatoriana de 2008, vigente actualmente, por el cual arribaron al país mareas de criminales y narcotraficantes que ingresan libremente al país especialmente procedentes de Albania y Kosovo, así como oleadas de personas desplazadas por conflictos internos y por la pobreza, naturales de Venezuela, Cuba y Haití.
¿Qué otras materias, como puede ser la economía, pueden hacer que los ecuatorianos se decidan por un candidato u otro?
La economía ecuatoriana enfrenta desafíos significativos que influyen en la decisión de voto de los ciudadanos. El alto nivel de endeudamiento, el déficit fiscal, la inflación y el desempleo son factores que generan incertidumbre y preocupación en la población. Además, la crisis energética, con apagones frecuentes que afectan la vida cotidiana y la actividad económica, agrava la situación.
Daniel Noboa ha prometido atraer inversión extranjera, reducir la burocracia y promover la innovación como pilares de su estrategia económica. Sin embargo, las controversias relacionadas con empresas en paraísos fiscales y la tala del manglar en el sector denominado como “Oloncito” socavan su imagen de transparencia y compromiso ético. Luisa González propone un modelo económico que priorice la inversión social, la redistribución de la riqueza y el fortalecimiento del sector público. Sin embargo, sus críticos argumentan que sus propuestas son insostenibles y podrían generar inflación y endeudamiento, o incluso recurrir a desdolarizar la economía del país, que no tiene una moneda propia, sino que adoptó la moneda estadounidense hace 25 años lo que impidió al expresidente Rafael Correa venezolanizar el Ecuador. Incluso el anterior binomio de González en las presidenciales de 2023, Andrés Arauz, ha sido muy enfático en distintas publicaciones sobre las ventajas de una “desdolarización buena” y el reemplazo de éste con un esquema de moneda electrónica, lo que coincide con el modelo de expansión del gasto público, posible únicamente en un país con capacidades de emisión monetaria inorgánica.
Teniendo en cuenta que Noboa ya manifestó que se necesitan cambios constitucionales ¿Esta elección puede ser un plebiscito una futura e hipotética reforma constituyente?
La posibilidad de que esta elección se convierta en un plebiscito sobre una futura reforma constituyente es real, especialmente si Daniel Noboa resulta reelecto. Noboa ha manifestado su intención de impulsar cambios constitucionales para fortalecer la seguridad, atraer inversión extranjera y modernizar el Estado. También necesitaría renovar la Constitución para reiniciar el aparato público, reemplazar a los funcionarios de control, disolver un órgano heredado por la Constitución correista para nombrar a perpetuidad a los titulares de los órganos de control e, incluso, para impulsar un proceso de reforma judicial también tomado por el socialismo de Correa.
Daniel Noboa ha declarado no identificarse con la derecha ni con la izquierda del espectro político, pero algunos medios lo consideran parte de una nueva derecha liberal latinoamericana con ciertas similitudes con el presidente argentino Javier Milei, el salvadoreño Nayib Bukele o el uruguayo Luis Lacalle Pou. Sin embargo, su ámbiguedad ideológica podría facilitar la construcción de consensos para impulsar reformas constitucionales, pero también podría generar desconfianza entre diferentes sectores de la sociedad. Luisa González, por su parte, se opone a una reforma constitucional impulsada por Noboa, argumentando que podría utilizarse para consolidar el poder y limitar los derechos de los ciudadanos. González defiende la Constitución actual y propone realizar cambios a través de leyes orgánicas y reformas legales. Si González resulta electa, es poco probable que se convoque a una Asamblea Constituyente o se impulse una reforma constitucional a corto plazo. La elección entre Noboa y González determinará si Ecuador se encamina hacia un proceso de revisión constitucional o si se mantiene petrificado en el marco legal vigente.