El PSOE, sobre Díaz: «Se ha pasado de frenada en su guerra con Podemos»
La exhibición de las discrepancias entre PSOE y Sumar que se proyectó con toda su crudeza en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros de este martes, trufado de puyas cruzadas y desautorizaciones, ha puesto en evidencia que las diferencias en la coalición van más allá del salario mínimo. El intercambio de golpes siguió una vez que se apagaron las cámaras y ministros socialistas recordaban en privado cómo Yolanda Díaz defendió el año pasado que el SMI no estuviera exento de IRPF, aunque ahora abandere lo contrario. También rechazaban que la vicepresidenta segunda, tal como señaló públicamente, se hubiera enterado por los medios de la decisión de Hacienda. Una postura que incluso llegó a rebatirle, a media voz, la portavoz gubernamental en la rueda de prensa. «Eso no es así», terció Pilar Alegría.
El espectáculo que se produjo en Moncloa, más allá de eclipsar la subida del salario mínimo, también supuso una enmienda al discurso que apenas dos horas antes había pronunciado Pedro Sánchez ante las huestes socialistas en el Congreso, el Senado y el Parlamento europeo. En su intervención ante la interparlamentaria del PSOE, el presidente llamó a los suyos a rebelarse contra el «ruido» que intentaba imponer la «coalición negacionista» y pedía que proclamasen en sus territorios –«por tierra, mar y aire»– las bondades de la gestión del Gobierno para que calase. «Repetir, repetir y repetir». Pero el ruido que se instaló ese día no fue el de la oposición, sino el de su propio gabinete.
El mismo Sánchez intentó ayer trasladar normalidad. Se dedicó risas y gestos de complicidad con Díaz en la bancada azul durante la sesión de control y zanjó, ya en los pasillos del Congreso, que «en absoluto» existe una crisis con Sumar. Sin embargo, en la interna del Ejecutivo hay voces que se quejan del giro retórico del socio minoritario, enfocado ahora en exacerbar las diferencias y en capitalizar los titulares por los enfrentamientos con el PSOE. Lo contextualizan todo en la necesidad de Sumar de marcar perfil propio dentro del Gobierno y demostrar que no son una fuerza subalterna a los socialistas. También en su pugna electoral con Podemos, que está recuperando parte del nicho de votantes que cedió a la plataforma de Díaz. «Se ha pasado de frenada, pero todo se entiende en la dinámica de guerra con Podemos», argumenta un dirigente socialista.
A partir de las europeas, en Moncloa comenzaron a dar oxígeno político a Sumar, conscientes de que necesitan un espacio ordenado a su izquierda cuando concurran a la próxima cita con las urnas. De lo contrario, será imposible revalidar el poder. Los ministerios magentas tienen más presencia en las ruedas de prensa y se les permite rentabilizar políticamente algunos anuncios. La última batalla que se libró a cuenta de la reducción de la jornada laboral en el seno del Ejecutivo se saldó con la victoria de Díaz sobre Carlos Cuerpo, pero en la parte socialista ya sentó muy mal que se refiriera al ministro de Economía como una «mala persona». En el PSOE comienza ya a pesar el cansancio a cuenta de las salidas de tono de la vicepresidenta segunda, sobre todo cuando estas suponen un desafío a la línea estratégica marcada por Sánchez. En Sumar, por su parte, están encantados con la polémica, creen que les ha permitido resituarse y reivindicar que su presencia en el Gobierno tiene sentido para forzar la posición del PSOE.