Euforia contenida en el Kremlin tras lograr que la paz sea un "tú a tú" con Trump
Rusia vive una euforia contenida desde que el pasado miércoles el presidente norteamericano, Donald Trump, y su homólogo, Vladímir Putin, anunciaran oficialmente el inicio de las conversaciones para poner punto y final a la guerra de Ucrania.
A nueve días de cumplirse el tercer aniversario de la incursión rusa en el país vecino los medios de comunicación controlados por el Kremlin consideran ya una victoria el hecho de que Donald Trump haya sido el primero en descolgar el teléfono. Victoria porque las exigencias iniciales de Putin se están cumpliendo a rajatabla, tener a Washington como único interlocutor válido, dejando al margen de toda iniciativa al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski.
El papel mediador de la Unión Europea queda fuera de la mesa de negociaciones, demostrando el nulo interés de Putin por la postura de Bruselas, a quien siempre ha acusado de ser parte activa del conflicto por haber sido los primeros en armar al régimen de Kiev. Para el Kremlin, esta fue la causa que prolongó una operación militar que podía haberse despachado en cuestión de semanas, debido a la paupérrima dotación con la que entonces contaba el ejército ucraniano.
Los rusos quieren la paz y el final de las sanciones que pesan sobre su país. Su gobierno también, pero no a cualquier precio. Moscú espera satisfacer sus tres demandas principales en el esperado plan de paz que ha anunciado el presidente norteamericano, el desarme de Ucrania, su neutralidad militar renunciando a formar parte de la OTAN y que se reconozcan oficialmente como rusos la península de Crimea, anexionada en 2014 y una parte importante, aún por determinar, de los territorios conquistados en la región del Donbás desde el 2022.
Mientras tanto, la Conferencia de Múnich dejaba ayer algunos titulares significativos, como la hipotética reunión a tres bandas anunciada por Donald Trump, entre representantes de Estados Unidos, Rusia y Ucrania, de la que aseguraba no tener constancia el presidente de este último país, Volodimir Zelenski.
El mandatario ucraniano afirmaba ayer desde la ciudad alemana que las conversaciones mantenidas con Trump no son suficientes para desarrollar un plan de paz que pueda negociarse con Rusia, contando con Europa como parte activa de una futura negociación. De nuevo, Europa. El vicepresidente del Consejo de Seguridad Nacional y expresidente ruso, Dimitri Medvedev, famoso por sus polémicas declaraciones en los momentos más precisos, quiso ayer encender los ánimos afirmando que "la Europa solterona y fría está loca de celos y rabia” al no ser “advertida de la llamada Putin-Trump ni consultada sobre su contenido o declaraciones posteriores”.
Medvedev continuó diciendo que Europa “muestra su verdadero papel en el mundo y sus posibilidades de conseguir un marido. No es de extrañar. El tiempo de Europa ha terminado. Es débil, fea e inútil".
La desconfianza no deja de ser mutua si se tiene en cuenta que las fronteras que Rusia comparte con los países occidentales siguen en cuarentena. Finlandia cerró sus pasos fronterizos terrestres con el gigante euroasiático en diciembre de 2023, después de la famosa “crisis de los refugiados”.
En los meses previos, el país se había visto desbordado ante la llegada de cientos de ciudadanos Siria y algunos países africanos a través del territorio ruso que solicitaban asilo. Entre acusaciones al régimen de Moscú de facilitar a los migrantes el tránsito a través de su país, Helsinki decidió cerrar a cal y canto sus fronteras con Rusia, sin que hasta el momento hayan comunicado cuándo las volverán a abrir.
Estonia, Letonia y Lituania no permiten la entrada a los ciudadanos rusos ni a coches con matrícula rusa. Noruega también ha cerrado sus puestos fronterizos. Además, los pocos consulados europeos que siguen funcionando hoy en día en el país han restringido la obtención de visados a los rusos. Esto se suma a las sanciones que prohíben a las compañías rusas sobrevolar el espacio de la Unión Europea.
El pensamiento generalizado quiere creer que todas estas incomodidades desaparecerán una vez se ordene un primer alto el fuego. El tiempo lo dirá. Mientras, el rublo se sigue fortaleciendo frente a euro y dólar como señal inequívoca de esperanza.
El principal tema de conversación en las calles es adivinar cuándo se llegará a un acuerdo que satisfaga a todas las partes y se pueda volver a esa añorada normalidad que desapareció del país hace ya varios años, con la llegada de la pandemia y que parecía haberse retomado en cierta manera cuando inesperadamente empezó la guerra o mejor dicho, la Operación Militar Especial.