Otra forma de vivir Sevilla desde las alturas y a oscuras
Resulta tan manido como real. Sevilla es tan especial
que embruja y engatusa en cualquier época del año, convirtiéndose en una aventura
ideal para realizar con niños. Sin duda, la primavera es el culmen del
éxtasis sensorial que regala la capital hispalense, pero en pleno invierno
también cautiva a quien lo visita. Y lo hace porque nunca deja de
sorprender. De hecho, ahora hay una nueva excusa que bien merece una
escapada a la ciudad, si es posible, antes del próximo 16 de marzo. Se
trata de la segunda edición de Naturaleza Encendida en el Real Alcázar
de Sevilla, titulada Sueños, un espectacular montaje centrado en
Felipe V y su onírica estancia en el monumento que envuelve y atrapa
al visitante al caer la noche en una experiencia sensorial difícil de
olvidar.
A partir de las siete y media de la tarde, cuando el
sol ya se ha escondido, y hasta las 11 de la noche, es el momento
de adentrarse en una especie de tercera dimensión aderezada de historia,
arte, ciencia, naturaleza y sentimiento. También con niños, pues el
recorrido está especialmente diseñado para atraer la atención y emocionar
a grandes y pequeños.
Sueños en cuatro actos
Con los sentidos a flor de piel, recorremos caminando
el tesoro iluminado del Real Alcázar de Sevilla con la sensación de
vivir algo mágico. Y lo es, pues Sueños recrea la estancia del rey
Felipe V en el Real Alcázar entre 1729-1733, una época históricamente
conocida como «Lustro Real», en la que la Corte Española se trasladó de Madrid
a Sevilla. Según relatan los archivos de la época, Felipe V sufría de una profunda
melancolía, que solo veía aliviada en Sevilla. Durante estos cinco
años, el rey tuvo visiones maravillosas y sueños increíbles, además de
ser un gran benefactor de varias instituciones sevillanas como la Real
Maestranza de Caballería. Por ello, esta edición logra conectar a la
perfección el Real Alcázar de Sevilla con las temáticas que rodearon
al monarca en aquella época, como la ópera barroca, los últimos avances
científicos o el maravilloso arte pictórico de la época, sin olvidar su pasión
por los caballos. Así, cada uno de estos actos representa un sueño
diferente: el de Farinelli, cuyas canciones ponen el vello de punta; el de la
anatomía, que hace las delicias de los niños al mostrar la magia de
la ciencia y la investigación desde el suelo; el de la artillería, donde
impresiona la sensación de perderse en un laberinto de árboles, y el sueño
de la Maestranza, que finaliza atravesando la Puerta de la Alcoba
después de haber alucinado con las siluetas de los caballos corriendo de
árbol en árbol.
Fascinados por lo vivido, es el momento de recuperar fuerzas
y descansar, mientras observamos de vuelta el ambientazo nocturno de Sevilla,
siempre viva y con ganas de agasajar al viajero con su alegría. Para aunar
reposo, tranquilidad y buena gastronomía, nada mejor que alojarse en NH
Sevilla Plaza de Armas, un refugio perfecto de confort ubicado a apenas
16 minutos de la estación de Santa Justa y muy próximo a pie del corazón
turístico de la ciudad. Estratégicamente ubicado junto al centro de la
Exposición Universal de 1992, cerca de la emblemática calle
Sierpes, este enclave hotelero no solo ofrece comodidad, sino también
acceso a la esencia de Sevilla, aunque lo mejor está en la amabilidad
y el trato de su personal, siempre dispuesto a cumplir y mejorar las
expectativas del huésped. Todas las habitaciones, decoradas en tonos
neutros modernos con suelos de madera, ofrecen vistas a la Isla de
la Cartuja, y existe la posibilidad de disfrutar de varias estancias
compartidas en el caso de familias numerosas.
Pero antes de dormir, toca disfrutar de Tablafina, el
restaurante de NH Sevilla Plaza de Armas. Con un concepto basado en los pilares
fundamentales del tapeo de calidad español, aquí no faltan las latas,
las chacinas y los quesos, sin olvidar las emblemáticas tapas
basadas en platos tradicionales andaluces, pero reinterpretadas con un
nuevo formato, como las patatas aliñás con melva canutera y porra
antequerana, el cartucho de esturión en adobo, las habitas con choco
o el delicioso chipirón de potera.
Con las pilas recargadas tras un reconfortante descanso y un completo desayuno bufé, es el momento de calzarse de nuevo las zapatillas y echarse a la calle. Si el viaje se realiza con niños resulta obligado visitar las «Setas de Sevilla», un espacio vivo que sorprende a propios y extraños. Esta curiosa estructura de seis parasoles con forma de setas de grandes dimensiones está ubicada en la céntrica plaza de la Encarnación y tiene el curioso honor de ser la mayor estructura de madera del mundo.
Panorámica a vista de pájaro
Si sus dimensiones no dejan indiferente, menos aún lo
hacen las impresionantes vistas que nos regala el hecho de subir hasta
su planta superior, con una panorámica de 360 grados. El trayecto
por las alturas hace las delicias de grandes y pequeños, pues se convierte
en un paseo de lo más entretenido por el skyline sevillano intentando
adivinar la silueta de sus edificios más emblemáticos con la brisa
y el canto de los pájaros aderezando la visita.
Si tiene la oportunidad, no deje de realizar este ascenso al
cielo sevillano al caer la tarde, pues desde aquí se puede disfrutar de uno
de los atardeceres más vibrantes de la ciudad andaluza. Y no solo
eso, ya que, cuando la oscuridad baña el horizonte, es el turno de «Aurora»,
un espectáculo de iluminación difícil de olvidar. No es solo una experiencia
para la vista: se trata de un homenaje a la luz de Sevilla, que envuelve
al viajero en su calidez y le acompaña durante su recorrido por las pasarelas,
de ahí que, al igual que no hay dos noches iguales, tampoco hay dos
Auroras iguales... Sea cual sea la hora en la que se visitan las Setas hay
que dedicar un ratito a sentir la capital con los cinco sentidos de
la mano de «Feeling Sevilla», una experiencia inmersiva que nos engarza
de lleno en los olores de la ciudad, en su brisa, en sus sonidos,
en su gastronomía... En definitiva, en su alma.
Con los
sentidos a flor de piel, la experiencia virtual solo puede ser el
aperitivo de la realidad que nos espera a ras de suelo. Sevilla nunca
defrauda y pasear por la ciudad resulta un gustazo, ya que la
temperatura es de lo más agradable, también en estas fechas. Rumbo hacia el
casco histórico, ya sea a orillas del río Guadalquivir o a través
de la animada calle Sierpes, el asombro va a más con cada paso que
damos. Todavía nos esperan joyas monumentales como la Catedral y la
esbelta Giralda (a la que merece la pena ascender), la Torre del Oro,
el Real Alcázar o la Plaza de España, aunque también hay otros
secretos más desconocidos que no hay que perderse, como el Archivo de Indias,
la Casa de Pilatos o el Palacio de las Dueñas... Razones más que
suficientes para volver pronto a Sevilla.