Qué consecuencias tendrá el corte del suministro de satelites americanos en la guerra de ucrania
Desde el inicio de la invasión rusa, Ucrania ha dependido de la tecnología satelital para coordinar sus operaciones militares, obtener inteligencia en tiempo real y mantener la comunicación segura entre sus tropas. Estados Unidos había sido uno de los principales proveedores de este soporte, hasta hora, a través de satélites militares, comerciales y de empresas privadas como SpaceX, reconocida por pertenecerle al magnate Elon Musk, con su red Starlink.
Ahora, tras el encontrón entre Trump y Zelenski en la Oficina Oval y la decisión de interrumpir la inteligencia estadounidense, Ucrania queda en una posición realmente vulnerable. Tanto así que, el ministro francés de Defensa, Sébastien Lecornu, confirmó que Francia tuvo que actuar rápido para proporcionarle a Ucrania sus propios recursos de inteligencia, es decir, su satélites de espionaje militar, como el Pléiades, para asistirles de manera independiente.
Cabe mencionar que, Ucrania contaría con el satélite Sich-2-30, lanzado en enero de 2022. Si bien este estaba pensado inicialmente para fines civiles, fue reorientado a la acción militar posterior a la invasión rusa. Sin embargo, informes no confirmados sugieren que el Sich-2-30 podría haber sido destruido durante el conflicto, dejando a Ucrania en el punto cero respecto a tecnología y avances satelitales.
Consecuencias militares de la pérdida de satélites
No es secreto que uno de los efectos más inmediatos de un corte del suministro satelital es la interrupción de las comunicaciones militares. Actualmente, Ucrania depende de la red Starlink, que ha permitido a las tropas en el frente mantener la coordinación en zonas donde la infraestructura de telecomunicaciones terrestre ha sido destruida por la misma guerra. Es decir, esta ausencia obliga al ejército ucraniano a tirar de radios convencionales y redes móviles débiles ante la interferencia rusa.
Sin acceso a imágenes de alta resolución y datos en tiempo real, Ucrania setá obligada a confiar únicamente en drones y observadores terrestres, lo que limita su capacidad para realizar ataques de precisión con artillería y misiles guiados, cosa que venía haciendo de manera sistemática contra instalaciones eléctricas, refinerías o asentamientos militares rusos. Además, muchas armas avanzadas utilizadas por Ucrania, y proporcionadas también EEUU, como los sistemas HIMARS y las bombas JDAM-ER, dependen del GPS de allí para su orientación.
Impacto estratégico y económico
La pérdida del apoyo satelital estadounidense cambia la dinámica del conflicto, Ucrania pierde, sin duda, capacidad para llevar a cabo operaciones ofensivas. Hasta hace unos días, el acceso a datos satelitales había permitido a Ucrania anticipar los movimientos de Moscú y responder con propiedad, pero lo cierto es que, sin esta ventaja, Rusia podrá maniobrar con mayor libertad en el campo de batalla, redistribuir tropas sin ser detectados y lanzar ataques con menor riesgo de represalias inmediatas.
En términos políticos, y aunque parezca menos importante, está decisión de Trump sobre el corte del suministro satelital ha afectado la moral de las fuerzas ucranianas, de la población y de la causa del mismo Zelenski. Expertos han interpretado este movimiento del gobierno estadounidense como una presión adicional sobre Ucrania para que terminen por aceptar condiciones desfavorables en las negociaciones de paz, en especial respecto a los minerales y las tierras raras.
Por un lado, el impacto de la pérdida de acceso a satélites estadounidenses no se limita únicamente al ámbito militar. La industria de defensa y la infraestructura tecnológica de Ucrania también sufren repercusiones. Hasta ahora no ha sido notorio, pero la falta de imágenes satelitales y sistemas de navegación podría obligar a Ucrania a invertir en tecnologías alternativas, como redes de comunicación terrestre más robustas o la compra de servicios satelitales privados.
Ahora, Zelenski –además de tener que dar el brazo a torcer con Trump–, depende más que nunca del apoyo de la Unión Europea y la OTAN, que cuentan con sus propios sistemas de inteligencia satelital y plataformas de reconocimiento aéreo, como los drones de vigilancia Global Hawk de la OTAN y los satélites de observación franceses y alemanes. Eso sin contar con empresas privadas europeas como Eutelsat-OneWeb o ICEYE, que ya han proporcionado imágenes satelitales de radar a Kiev en el pasado.