Las feministas de pancarta han ocultado abusos en sus partidos

Las mujeres somos protagonistas de uno de los mayores avances sociales de la historia de España. Las mujeres junto con los hombres hemos conseguido cambiar las cosas, vivir libres e iguales ante la ley y las oportunidades, al menos en Occidente.

Decía Coco Chanel que «una mujer debe ser dos cosas: quien ella quiera y lo que ella quiera». Lejos de ser un reflejo del hombre, las mujeres en Occidente hemos sido libres durante estas décadas para ser lo que decidamos.

Sin embargo, en los últimos años se cierne una grave amenaza sobre la mujer: el deseo de borrarla, la estrategia de abolición de la mujer como tal mujer.

Aportar visión femenina

Justo cuando estábamos llegando a todos los campos de la vida, y podíamos aportar la visión femenina del mundo, se nos quiere hacer sentir mal por ser mujeres, no digamos por ser madres, esposas, novias, y abuelas.

En los trabajos se ha querido que fuéramos como los hombres. Y se nos ha enfrentado sistemáticamente con ellos, en una tan ficticia como planeada lucha de clases entre los sexos.

Finalmente, la ideología de género ha querido sencillamente borrarnos: de la competición deportiva, de los vestuarios, hasta querer que no significase nada el concepto mujer, que sea «opcional», «autodeterminado», «como uno se sienta». Incluso se decía a las lesbianas que habían nacido «en el cuerpo equivocado».

Incluso las feministas de izquierdas han reaccionado.

Como suele pasarle al socialismo, le abrió la puerta al caballo de Troya que venía dispuesto a destruirlo todo. Y ahora necesita de todas las personas sensatas para ganar esta batalla que parecía perdida, pero que hay que ganar: la batalla por la mujer, por lo femenino, por la mitad del mundo.

Ofensiva contra la mujer

La crisis de la maternidad y de la natalidad, la epidemia de soledad, los nuevos males de niños y jóvenes e incluso el problema de la vivienda no es ajeno a esta ofensiva contra la mujer. Pero hemos dado la batalla justo a tiempo.

Por el camino se han quedado muchos proyectos de vida, y han dejado mucha infelicidad, frustración, y perplejidad.

Victimizarnos ha sido una forma de aislarnos, de excluirnos. Nunca más.

La deriva identitaria y falaz de la izquierda trata de enfrentar a las mujeres con los hombres, a los homosexuales con los heterosexuales y a las feministas verdaderas con el fanatismo oportunista de género.

La izquierda de pancarta no ha defendido a la mujer, sino que la ha utilizado para hacer negocio y división ideológica en su afán colectivista.

Nos quieren dependientes, necesitadas, en una eterna infancia que nos subestima y desprecia.

Conozco y admiro a muchas mujeres libres para elegir el camino de la maternidad sin renunciar a todo lo demás. Mujeres que han apostado por perseguir sus sueños, por criar a sus hijos y darles la mejor educación, mujeres anónimas que sacan sus vidas adelante con esfuerzo.

Ellas son las protagonistas de cada día. Y junto a ellas, nuestros compañeros, los hombres: maridos, amigos, colegas, hijos, padres.

Nadie tiene que decirnos cómo ser una mujer auténtica, no necesitamos que nos tutelen.

La mujer no se puede entender con los modelos que este feminismo de la izquierda se empeña en imponerle. Su realidad no cabe en sus esquemas trasnochados.

Políticas que no dilapiden

Ahora, más que nunca, necesitamos políticas serias y eficaces orientadas a mejorar la vida de las personas y no a intentar hacer ingeniería social con nosotras. Necesitamos políticas que no dilapiden millones de euros en un ministerio inútil o que promuevan leyes sectarias que ponen violadores en la calle.

Y quiero recordar que son estas feministas de pancarta quienes han ocultado casos de abusos entre los hombres de sus partidos políticos, que son ellas las que han legislado en beneficio de violadores y abusadores, que reducen sus condenas.

Tampoco merecemos que los socialistas nos den lecciones de feminismo mientras contratan los servicios de prostitutas a cuenta del contribuyente.

El socialismo se ha instalado en la impunidad, en el desprecio por la ley, empezando por la Constitución.

No se nos olvide que la igualdad es «ante la ley»: sin ley, no hay igualdad posible. Sin ley, esa «igualdad» a secas, es una trampa.

No toleran a las mujeres libres y valientes y por eso han silenciado y marginado a las madres de familia numerosa, a la mujer del campo, a la mujer mayor, a todas las amas de casa de España, cuyo esfuerzo es injustamente despreciado.

Mujeres «alienadas», según ellos, como lo son todas las que no aceptan el camino que les quiere marcar la izquierda.

En la Comunidad de Madrid creemos que cada persona debe decidir por sí misma cómo quiere vivir, y que no corresponde a ninguna administración ni Gobierno decidir quién es buena o mala mujer o quién es buen o mal hombre.

Es sintomático que se rasguen las vestiduras en una España que dicen «machista», mientras callan ante abusos y crímenes innombrables en el mundo.

En la Comunidad de Madrid creemos en la responsabilidad personal de cada mujer, apoyamos a las emprendedoras, a las empresarias, a las madres y, por supuesto, ayudamos a aquellas mujeres que necesitan apoyo y una oportunidad.

Aquí decimos que la libertad no es llevar un pin morado, la libertad debe vivirse como el bien más preciado del ser humano, junto a la vida.

La árbitro Marta Huerta de Aza ha despuntado en el mundo del deporte; la periodista Olga Viza, en el campo del periodismo, y la madre de familia numerosa y atleta Verdeliss nos ha enseñado que los límites los ponemos nosotras.

Con estas y otras grandes mujeres y hombres celebramos este día en el que entregamos los reconocimientos del Día Internacional de la Mujer en la Comunidad de Madrid.