Otra oportunidad para la Pirámide de los Italianos
En febrero de 2024, el Consejo de Gobierno de la Junta de Castilla y León declaró la Pirámide de los Italianos Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de monumento.
La amenaza definitiva tras un pronunciado declive era la posibilidad de que la aplicación de Ley de Memoria Democrática acabara con ella, un peligro que ha rondado sobre la cruz del Valle de los Caídos –e incluso el recinto completo de Cuelgamuros– o más recientemente, en Pamplona, con su Monumento a los Caídos.
El accidente de 1971
Abandonada durante décadas, la pirámide empezó su viaje hacia el olvido el 19 de mayo de 1971, después de un accidente de tráfico que costó la vida a 12 viajeros transalpinos y provocó heridas a otros 23.
Todos familiares y excombatientes que viajaban a rendir tributo desde Italia a sus deudos en el túmulo funerario construido en 1939.
La tragedia, que conmocionó a Italia, ocurrió cuando emprendían camino de regreso por el Puerto del Escudo, tras una ofrenda floral y un rezo en el escalonado camposanto piramidal.
Franco lo mandó levantar para los soldados italianos muertos en agosto y septiembre de 1937 en la batalla de Santander: 384 miembros de la División Flechas Negras del Corpo Truppe Volontarie (CTV) enviado por Mussolini.
La bandera de la "División Littorio"
Cuatro años después de aquel siniestro en la carretera, donde quedó la bandera manchada de sangre de la misma «División Littorio» que allí había combatido, el Gobierno de Italia procedió a trasladar los restos de los sepultados en la pirámide.
La mayoría (268) fueron llevados a su país, y los demás fueron reinhumados en el Sacrario Militare Italiano de la Iglesia de San Antonio de Padua, en Zaragoza – que se había inaugurado en julio de 1945– donde reposan los cuerpos de otros 3.000 italianos que murieron en la Guerra Civil.
Desde entonces, el monumento empezó un trayecto sin retorno hacia un progresivo deterioro causado por las inclemencias del tiempo, cuando no por el vandalismo salvaje de quienes no respetan las huellas del pasado.
La declaración como BIC, tan ansiada por los valedores del Valle de Cuelgamuros –el gran símbolo de la España franquista en una tríada que completan el Monumento a los Caídos de Pamplona y la propia pirámide–, supone que el bien debe ser protegido y cuidado por el organismo competente.
Es el objetivo que persigue en la sierra de Guadarrama la Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos (ADVC), hasta ahora sin éxito, a la espera de que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid dicte sentencia sobre si compete o no a la Comunidad de Madrid evitar que el conjunto monumental dé cada día un paso más hacia la ruina, con la base de la cruz inaccesible y el funicular cerrado por el peligro real –y cotidiano– de desprendimiento de las esculturas de Juan de Ávalos.
En el caso del túmulo burgalés tendría que haber dado algún paso la propia Junta que le dio el marchamo legal de estructura a conservar, pero tras la marcha de Vox del Gobierno castellano y leonés la inacción volvió a ser la tónica respecto al espacio blindado ante la Ley de Memoria Democrática por «razones de valor artístico o arquitectónicas».
De manera que el paso adelante lo ha dado antes la Asociación por la Reconciliación y la Verdad Histórica (ARVH), la misma que ya instó a su protección, y que ha logrado una cesión por 30 años de los 664.000 metros cuadrados del terreno, pirámide incluida, por parte de la Asociación Hermandad de la Ribera de Herbosa, que data del siglo XV.
Se trata de la entidad con sede en el burgalés Valle de Valdebezana que se hizo cargo del conjunto en 1969 tras haber estado la parcela bajo soberanía de Italia.
Reunida su junta y tras haber tenido contacto con miembros de la ARVH, acordó por mayoría absoluta la entrega temporal de la propiedad, sobre cuyo futuro pende la amenaza del Gobierno, ya que la Secretaría de Estado de Memoria Democrática estará vigilante de que cualquier actuación se ajuste a la obligación que impone la ley de «resignificar» el monumento.
Pero la Asociación por la Reconciliación y la Verdad Histórica, que también litigó para que el Ayuntamiento de Madrid asumiera el deber de conservación del madrileño Arco de Moncloa, tiene claros sus objetivos respecto a la Pirámide de los Italianos, que considera un caso «único en España de este tipo de arquitectura de entreguerras».
En primer lugar, y dada la situación actual, pretende asegurar el mantenimiento para que los daños no vayan a más y proceder a la conservación y rehabilitación del recinto, que será vallado para evitar que sea invadido con aviesas intenciones.
El desarrollo posterior comprenderá una evaluación de la urgencia de las intervenciones y la obtención de los fondos necesarios.
Según fuentes de la entidad, «en el equilibrio de estas premisas se pretende actuar en tres fases», que comprenderán primero las tareas destinadas «a la seguridad y ejecución de los trabajos más necesarios para evitar un mayor deterioro»; las labores precisas para la «recuperación del edificio principal» y la «ejecución de los edificios complementarios y áreas estanciales anejas que hagan de la visita una experiencia única», en referencia a un centro de interpretación, al estilo de los que son habituales en yacimientos o parques arqueológicos.
En contraposición a la normativa que esgrime el Gobierno, «en ningún caso se pretende resignificar», puesto que la asociación «es consciente de que el edificio fue diseñado y creado para un fin y por tanto no se debe desvirtuar para que pueda ser mostrado en su plenitud».
Por el mismo motivo, «con el ánimo de ser un modelo de gestión de monumentos y símbolos», habrá «mucho cuidado con los contenidos, procurando ser exclusivamente narradores de unos hechos, y buscando que la interpretación la realice el visitante», apuntan desde la ARVH.
En este sentido, «a diferencia de la ola “woke” de los heraldos del poder», la pretensión es «generar un foro de libertad, que se aleje del relato único que se pretende generalizar».
No obstante, se quiere «poner en valor el homenaje a aquellos que dieron su vida en la zona, aunque solo representasen a un bando», y narrar los «acontecimientos que sucedieron en la campaña del norte y, particularmente, en el Puerto del Escudo», donde «todavía perviven restos muy bien documentados».
Para ello se contará con un comité de expertos en el que «arquitectos, historiadores y militares realizarán los pertinentes estudios» con el fin de que «cristalicen en el relato de los hechos». El fin último es organizar un «foro de libertad que se aleje del odio y el revanchismo y que permita crear un discurso desde el debate y el respeto».
Pero, ¿cómo conseguir el dinero para la restauración? Javier Campal, presidente de la Asociación por la Reconciliación y la Verdad Histórica, cifra las primeras estimaciones en torno a 500.000 euros, «pero hay que ir por partes».
Espera lograr la financiación a través de una campaña de «crowdfunding» y, «desde luego», cuenta con que la Junta «va a tener que meter dinero».
Una llamada a la responsabilidad que se va a trasladar en una carta donde se «comunicará la nueva situación tras la cesión, invitando a participar».
No es descartable que vuelva a involucrarse el [[LINK:EXTERNO|||https://www.larazon.es/espana/italia-toma-partido-piramide-escudo_2023080764ce2ede95af7e00014f06bc.html|||senador de Fratelli d’ Italia Roberto Menia]], que durante el proceso previo a la declaración BIC dijo: «Aunque ya no alberga restos de italianos, representa un monumento de testimonio funerario y de “pietas”, que merece respeto humano independientemente de las connotaciones políticas o nacionales de los caídos a quienes estaba dedicado».
El interés turístico es palpable, como ha comprobado el propio Campal, y el entorno es una zona con vistas privilegiadas al que vuelve cada poco algún compatriota de los italianos que un día dieron allí su último aliento.
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El mármol del conde Ciano
La entrada a la pirámide da paso a una estancia donde se enterraron los restos de los soldados italianos en nichos dispuestos en círculo, lo que asemeja el interior a un palomar. Una herrumbrosa escalera de hierro da acceso a una cripta subterránea en la que fueron sepultados los oficiales. Quedan restos rotos de lápidas, suciedad, escombros y la leyenda «Presente, presente, presente», escrita en el dintel. Y una «M» de Mussolini domina la puerta exterior. Precisamente el yerno del Duce, el ministro de Exteriores Galeazzo Ciano, inauguró el recinto en 1939. Quedó encantado, hasta el punto que quiso cubrirlo de mármol, una idea que nunca se llevó a término.
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