El Real Madrid gana al Rayo (2-1) y Mbappé y Vinicius amenazan al Atlético
Una carrera típica de Mbappé y un gol de bandera de Vinicius dieron la victoria al Real Madrid contra el Rayo. El equipo llega al partido de vuelta de la Champions contra el Atlético con la ventaja de la ida y con la sensación de que sus dos delanteros están listos para hacer daño. Eso es lo bueno; lo malo es que el equipo de Carlo Ancelotti no termina, desde el encuentro contra el City, de cuajar una actuación convincente. Cuando no gana, es evidente, pero cuando consigue la victoria (derrotó al Atlético y venció al Rayo), queda en el aire la sensación de que le ha faltado más hambre, de que se deja llevar cuando lo ve sencillo, de que piensa en lo que viene o de que no está todo lo a punto que debería.
Frente al buen equipo de Iraola, se puso con dos goles a favor, pudo marcar más y acabó contando el tiempo que quedaba para el final porque temía que se le escapase la victoria. Su afición necesita un partido entero, o casi entero, un partido con decisión que borre algunas dudas que todavía sobrevuelan sobre el equipo. No van a durar mucho: el miércoles, en el Metropolitano, se van a resolver todas.
Es verdad también que si los de arriba estuvieran más acertados o si levantaran la cabeza en una de cada tres jugadas, el Madrid habría resuelto el partido antes. El Rayo vivió lo que verbalizó Simeone tras el encuentro del Bernabéu y lo que temen casi todos los rivales: que los de Ancelotti te cojan con el pie cambiado y a la contra, porque, si pueden correr, son infalibles. Lo sufrió el conjunto de Iraola durante casi toda la primera mitad, cuando se llevó dos tantos y pudo haber recibido más.
Sufrió la velocidad de Mbappé, deslumbrante en su carrera para el primer gol y en su remate. Que los jugadores escuchan lo que se dice se vio en la celebración. Contra el City, después de marcar los goles, los repitió con los gestos, como una moviola. Frente al Rayo, marcó y sus gestos fueron de rabia pura, como quien tiene que sacarse de dentro algo que lleva tiempo acumulando y no ha podido hasta ese momento.
El gol de Mbappé fue bueno, pero el de Vinicius estuvo en otro nivel. Una conducción eterna del brasileño. Parecía que se había perdido yéndose al córner y, de repente, salió de allí cuando ya no se le esperaba y enfiló hacia la portería ante el temor terrible de los defensas del Rayo, que le veían llegar sin saber qué hacer.
Rodrygo fue el que estuvo más apagado. Fue titular porque Ancelotti apostó por el ataque que, probablemente, estará en el partido del miércoles. Con Bellingham, que pasó sin llamar la atención, y con Modric, el futbolista de talento que necesita el mediocampo madridista para que el fútbol se hile. No fue el más constante, pero las jugadas mejoran cuando pasan por él. El croata no fue el mejor: el dueño del partido fue Tchouameni. El francés ha pasado de recibir pitos y de que se dudase de su papel en la defensa y en el centro del campo a convertirse en el referente del equipo.
El Madrid, contra el Rayo, volvió a quebrarse muchas veces, y la presencia del francés ayudó a que no doliese como en otras ocasiones.
Los dos tantos a favor anunciaban un partido tranquilo, de esos que se resuelven pronto y después los goles van cayendo casi sin querer, porque así lo determina la ley del fútbol.
No pasó porque el Madrid no aprieta los dientes casi nunca y menos cuando tiene tantas batallas por delante. Y porque el Rayo Vallecano tiene buena pinta. Además, marcó un gran gol cuando el choque ya llegaba al descanso y añadió un poco de incertidumbre a un Real Madrid que, este año, no vive especialmente bien ese momento.
El gol abrió la segunda parte, aunque futbolísticamente fue peor, con un Madrid esperando una jugada veloz para resolver y el Rayo con problemas para hacer daño de verdad e ir por el partido.
Los cambios de Ancelotti indicaron qué pasaba: quitó a Rodrygo y sacó a Valverde (que hasta entonces había descansado), y después sacó a Camavinga por Mbappé. Le valía la victoria e intentaba evitar algún susto.
El Rayo acabó en la portería de Lunin, con remates sosos, y el Madrid con Modric jugándose todo el partido.