Las cuatro vidas del camionero yihadista
El recorrido que realizó en la última década Allal El Moubarit, que sobrepasa la cincuentena de edad, une distintos puntos del territorio español, marroquí, alemán y ha terminado, de momento, en Francia. Su caso, como admitieron a LA RAZÓN fuentes del Servicio de Información de la Guardia Civil (SIGC), ha sido durante todo este tiempo un reto constante al que enfrentarse. Un individuo, de origen marroquí, convertido en camionero, que manejaba a diario vehículos de grandes toneladas a lo largo y ancho de nuestro país, pero también de toda Europa, con profundos ideales yihadistas.
Hasta en tres ocasiones fue detenido, tras continuas salidas y entradas de prisión, con apariciones recordadas ante la Audiencia Nacional. Como cuando para defenderse sacó a relucir ante el magistrado los audios del excomisario José Manuel Villarejo en que la exministra socialista Dolores Delgado aseguraba que había sido testigo de cómo jueces habían mantenido relaciones con menores en el extranjero.
Su nombre volvió a surgir esta semana, cuando parecía olvidado. La última noticia que se tuvo de Mourabit era que estaba en busca y captura a nivel internacional al haberse deshecho en el parque Salburúa de la capital vasca de Vitoria de una pulsera telemática que le mantenía localizado. Desde entonces, septiembre de 2023, se encontraba en paradero desconocido. Ahora, se ha sabido que ese noviembre se encontraba en la zona rural de Tudela (Navarra), donde mató a un jornalero cuando se dirigía a trabajar, como cada día, a un campo de olivos.
Solo un mes después, su rastro se mueve hasta otra localidad navarra, Ribaforada, en la que cometió otro asesinato de un agricultor, al que, seguidamente, sustrajo su vehículo. La víctima fue, de nuevo, un trabajador del campo al que arrebató violentamente la vida en enero de 2024 en Vilanova de la Barca (Lérida, Cataluña).
Pero volviendo a la trayectoria vital y criminal del camionero yihadista, todo empezó en noviembre de 2016. Fue detenido por la Benemérita en el municipio vasco de Irún cuando regresaba con su coche particular de Alemania. Las autoridades españolas y comunitarias ya eran, entonces, conscientes de que mantenía contactos con miembros del Estado Islámico.
Entró en prisión y volvió a pisar la calle, pero por poco tiempo, ya que en julio de 2019 los agentes tuvieron que volver a arrestarle, esta vez en Pamplona, por su insistencia en seguir siendo difusor del ideario yihadista a través de varias cuentas en redes sociales en las que mostraba un perfil extremadamente radicalizado. Esta tercera detención –la previa a la protagonizada esta misma semana–, ejecutada en agosto de 2021, que sirvió para que ingresase en prisión para cumplir su condena por adoctrinamiento en las ideas de la Yihad.
En sus vídeos, que en la última etapa compartía en Tiktok, criticaba a la sociedad española, a las la Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, e insistía en su inocencia, presentándose como un mártir injustamente perseguido. En uno de ellos, de hecho, que compartió el día antes de su captura en el verano de 2021, decía sibilinamente que era consciente de que los agentes le pisaban los talones. Lo dedujo, explicaba, cuando el jefe de la empresa de transportes para la que trabajó durante años –manteniendo el puesto, a pesar de sus sucesivas encarcelaciones– le pidió que volviera a la base de manera urgente solo con la cabeza de la tractora.
Los servicios de inteligencia de la Benemérita, durante las épocas en que quedaba en libertad, tras continuas entradas y salidas de prisión, se vieron obligados a desplegar equipos de seguimiento permanente que rastreaban cada paso que daba, lo que era posible con 50 efectivos dedicados en exclusiva a este fin y con el coste que supone. Pero daba igual el dinero o la inversión en agentes: la misión de garantizar la seguridad de la población era lo primordial.
Su máxima aspiración siempre ha sido integrarse como combatiente en el Estado Islámico. Llegó a viajar a Turquía para intentar sumarse a sus filas en 2014 y 2016, según trasladaron en su momento fuentes terroristas a LA RAZÓN. Pero tampoco le hacía ascos a ser el autor de una acción terrorista suicida. Eran las maneras a través de las que siempre quiso cumplir su objetivo vital: luchar contra Occidente.
El camión que conducía preocupaba a los cuerpos policiales tras el trauma que supuso las en aquella época aún recientes masacres de Niza y Berlín, que tuvieron lugar en 2016 y en las que este tipo de vehículos fueron el arma terrorista principal. Por eso también le vigilaban: para evitar que no saber al momento si preparara un atentado de estas características.
De momento, las pesquisas sobre los tres asesinatos no los vinculan a su actividad radical en favor de los ideales yihadistas, sino al interés por lograr un vehículo para moverse por España, mientras pernoctaba a la intemperie. La fuentes policiales consultadas trasladan que, ahora, el análisis de su móvil puede aclarar qué tramaba, si una acción terrorista o trasladarse a Siria para combatir.