El cajamarquino que dejó la Policía para triunfar en Chile con 3 restaurantes: "Me propuse salir adelante”
Hoy, con 59 años y 3 restaurantes de comida peruana en Chile, Teodoro Fernández Núñez siente la tranquilidad de haber conquistado los paladares y el corazón del público chileno. Sin embargo, años atrás el cajamarquino tuvo que dejar su sueño de ser Policía y el Perú para emprender un rumbo desconocido en un país nuevo y en el que al inicio se le presentaron situaciones complicadas.
El secreto que le ha valido su éxito en Chile es la excelencia, que nace por la calidez que ofrece en sus restaurantes, de nombre ‘Don Teo’, que construyó con el apoyo de su familia y mucha perseverancia a prueba de sinsabores y resultados.
Don Teo, el restaurante que lleva la comida peruana a Chile
Nació en Cajamarca y, como muchos peruanos, probó suerte en Lima. Quiso ser policía, pero sus orígenes humildes vinculados a la tierra en el caserío de Santa Rosa, donde las carencias propician el desánimo, pronto le pusieron el primer obstáculo.
“Tenía las ganas de estudiar, de superarme, de ser algo más. Ese momento se quebró con la muerte de mi padre, un momento muy triste para mí porque se fue muy joven”, cuenta Teodoro Fernández en entrevista con Andina.
Puede parecer muy lejano, pero su relación con la gastronomía inició en una pizzería en Miraflores, donde trabajó como ayudante de cocina.
“Era el año 82 y cobré mi primer sueldo. 50 soles. Esos billetes amarillos, ¿te acuerdas? Me fui a mi cuarto y te juro que no podía dormir, solo quería que amanezca para trabajar y ganar más. Tener esa suma cuando la propina más grande que había recibido de mis papás había sido 10 céntimos”, recuerda ‘Don Teo’.
La temprana ausencia de su padre afectó a Teo, quien era el mayor de los hijos, y, aunque menciona que “fue muy duro, me propuse salir adelante”. En ese camino conoció al amor y su fiel compañera Maruja.
Pronto descubrió un talento culinario que le permitió trabajar por más de diez años en un prestigioso restaurante y, pese a su reconocimiento, con el tiempo los gastos aumentaron. Teodoro ya era padre y sus hijos cada vez tenían mayores necesidades de estudio que sus ingresos ya no alcanzaban a cubrir.
“Toqué la puerta para saber si podían aumentarme, pero la respuesta no fue la que esperaba. Sentí impotencia, me sentí mal. Me fui y ya en casa mis compañeros me decían van a venir a buscarte. Y yo decía qué hago si ellos vienen, pero también pensaba que no iba a sentirme bien. Pasaron los días, no llegaron y tomé la decisión de migrar”, indicó.
Dejar la estabilidad de diez años para apostar por un futuro incierto en Chile
Teodoro confiesa que no fue fácil subir al avión pensando en cómo le iría en un país desconocido para él, donde estaría lejos de su familia, de sus hijos (Gian, Marco, Carlos), pero inspirado por luchar por ellos.
La ausencia del calor de los suyos y las condiciones laborales lo hicieron pensar muchas veces en si debía volver al Perú, mientras en Lima se preguntaban cómo un cocinero reconocido desaparecio sin dejar rastro.
La situación se complicó más para Teo cuando una mañana fría de Santiago el teléfono le avisó una oportunidad de regresar, un representante del restaurante donde trabajó varios años se mostró abierto a negociar su reincorporación.
“Nos volvemos juntos, con aumento de sueldo y lo que nos pidas”, comentó Fernández sobre aquella oferta.
Aunque la oferta lo tentó, pidió un plazo que al final nunca se cumplió porque su trabajo le iba sumando reconocimiento y cada vez recibía nuevos encargos laborales que, sin saberlo, lo anclarían definitivamente en Chile, donde hoy cuenta con restaurantes en Machalí, Rancagua y en la exclusiva zona de Las Condes, en Santiago, donde resuenan los pedidos por sus platos peruanos.
Sin embargo, los inicios fueron complicados. Una mala maniobra empresarial y un asalto a los tres días de la inauguración casi dejan a Teo en la quiebra, pero el apoyo financiero de un hermano y la inversión que puso en sus hijos pronto rindieron los frutos para que finalmente pueda decir que logró salir adelante.
Don Teo cuenta hoy con orgullo que “hay que tener voluntad y ganas para salir adelante”. Y si algo lo motiva en su vida es “dejar el nombre del Perú en alto”.
El peruano, que ahora recorre cada mesa para saber que todo anda bien, recuerda el pasado como una serie de experiencias que lo llevaron a donde se encuentra en el presente y siente que todo “valió la pena”.