La violencia contra la mujer no es un escándalo de farándula, por Liz Quiroz Barco
(*) Por Liz Quiroz Barco, especialista en comunicación estratégica
Minimizar los actos de violencia contra la mujer y decir que “en el mundo del fútbol, los jugadores pueden excederse o perder el control”, o defender a los futbolistas señalando que “ningún equipo en el Perú se ha librado de un escándalo de farándula”, es indignante cuando hoy la violencia contra la mujer es el tercer problema en el Perú, después de la corrupción y la inseguridad ciudadana.
Esas fueron las palabras del directivo del Club de Fútbol Cienciano, Edy Cuéllar, al pronunciarse sobre la denuncia por violencia familiar formulada por Pamela López, esposa de Christian Cueva, quien acaba de ser contratado por el equipo de fútbol cusqueño.
Como bien lo ha señalado la abogada Rosario Sasieta, la violencia contra la mujer es una pandemia y las cifras así lo demuestran. Solo de enero a julio de este año se han reportado más de 66 mil casos en el país, de acuerdo con el Programa Nacional para la Prevención y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres, Aurora, del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables. Entendiéndose que esta violencia puede ser física, psicológica, sexual, económica o patrimonial. Y de 2007 a 2023 se han registrado más de 11 millones de casos en el Centro Emergencia Mujer (CEM).
Más pruebas sobre la gravedad de este problema las encontramos en el reciente sondeo de opinión “Percepciones Ciudadanas: las cifras de la desigualdad”, de la Asociación de Comunicadores Sociales Calandria, aplicado en nueve regiones (Lima, Piura, Arequipa, Ayacucho, Cajamarca, La Libertad, Ica, Piura y San Martín). En dicho estudio, los entrevistados consideran que la violencia psicológica es hoy el principal tipo de violencia contra la mujer.
Los resultados también evidencian que existe una percepción generalizada respecto a que la situación de las mujeres ha empeorado en los últimos años y la mayoría considera totalmente inaceptable la violencia hacia mujeres, niñas, niños y adolescentes. Además, muestran qué tipo de violencia es la más percibida en nueve regiones: Ayacucho tiene la percepción más alta sobre la violencia psicológica (24.4%) y sobre la violencia física (23.2%), siguiendo Cajamarca (17.3%). En cuanto a las regiones donde se observa una mayor percepción de violencia sexual son Piura (22.8%), San Martín (16.4%) y La Libertad (16.2%).
Pese a estos dramáticos números, vemos que algunos jugadores de fútbol que afrontan denuncias de violencia familiar, siguen impunes frente a la justicia. Y lo peor es que siguen jugando para sus clubes sin recibir sanciones ejemplares.
Solo por mencionar dos casos. Andy Polo, de Universitario de Deportes, quien, en febrero del 2021 fue denunciado por violencia familiar por su entonces esposa, Génesis Alarcón, cuando pertenecía al club Portland Timbers de Estados Unidos. Allá inmediatamente lo suspendieron y este año fue declarado culpable por el jurado del condado de Multnomah, en Oregon. Sin embargo, continúa en Universitario. E incluso fue convocado para ser parte de la selección de fútbol.
El otro caso es el del arquero de Alianza Lima, Ángelo Campos, quien el año pasado fue detenido y denunciado por su conviviente por el delito de violencia física y psicológica. Alianza anunció que iniciaría las investigaciones para conocer cómo ocurrieron los hechos. Sin embargo, Campos volvió a la cancha y las sanciones se quedaron nuevamente en el papel.
Frente al cargamontón mediático por la denuncia de la esposa de Christian Cueva, el Club Cienciano emitió un segundo comunicado en el que informó la decisión de separarlo de manera definitiva. “Esta decisión se ha tomado en estricto cumplimiento de nuestros valores y para preservar la integridad de la institución”, se lee en el documento.
Esperemos que esta determinación sea un ejemplo a seguir por otros clubes de fútbol e instituciones deportivas, las que deben velar por tener entre sus miembros a personas íntegras. Que esta sea la oportunidad para demostrar que en el país sí hay sanciones y medidas efectivas cuando se maltrata a las mujeres.