Científicos descubren cambios en el comportamiento de las personas que perdieron el olfato con el Covid
En los últimos años, el Covid-19 ha sido objeto de numerosos estudios que buscan comprender las secuelas que deja la enfermedad. Entre las más notables, la pérdida del olfato, o anosmia, ha llamado la atención de la comunidad científica debido a sus efectos persistentes en algunos pacientes. Recientes investigaciones han demostrado que quienes padecieron anosmia también experimentaron alteraciones en su comportamiento, incluso meses después de la recuperación.
Un estudio realizado en Chile, publicado en la revista Scientific Reports, reveló que los pacientes con Covid-19 leve a moderado, que sufrieron anosmia, mostraron cambios significativos en la conducta y en la toma de decisiones. Este hallazgo subraya la importancia de seguir investigando los efectos a largo plazo del SARS-CoV-2 en el sistema nervioso central y cómo estos pueden influir en la vida cotidiana de los recuperados.
Estudio en Chile revela impactos del Covid en el cerebro
El estudio chileno incluyó a 73 adultos que habían padecido la enfermedad leve a moderada, comparados con un grupo de control de 27 personas que no habían contraído el virus. Los investigadores se enfocaron en examinar las alteraciones cerebrales y conductuales de aquellos que sufrieron pérdida del olfato durante la fase aguda de la infección. Utilizando técnicas de resonancia magnética y pruebas cognitivas, los científicos identificaron diferencias notables entre ambos grupos.
Los resultados mostraron que los pacientes con anosmia presentaban un grosor cortical reducido en ciertas áreas del cerebro, así como una menor integridad de la materia blanca, lo que podría estar relacionado con las dificultades en la toma de decisiones observadas en estos individuos. Este estudio es uno de los primeros en vincular de manera concreta la anosmia con cambios estructurales y funcionales en el cerebro.
Cambios cerebrales y conductuales asociados a la anosmia
Además de las alteraciones cerebrales, el estudio destacó cómo la anosmia influye en el comportamiento de los pacientes. Aquellos que experimentaron pérdida del olfato mostraron una mayor tendencia a comportamientos impulsivos, especialmente cuando se enfrentaban a situaciones que implicaban cambios en las probabilidades durante las tareas de toma de decisiones. Esta impulsividad podría ser el resultado de la alteración en la comunicación entre diferentes regiones del cerebro, afectadas por la infección.
Los investigadores señalaron que, aunque los síntomas cognitivos más graves suelen estar asociados con infecciones más severas, incluso los pacientes con Covid-19 leve sin síntomas cognitivos aparentes pueden sufrir cambios cerebrales sutiles que impactan su comportamiento. Esto resalta la necesidad de realizar un seguimiento exhaustivo de todos los pacientes que han sufrido la enfermedad, independientemente de la gravedad inicial de la infección.
Relación entre la anosmia y la impulsividad en pacientes
La anosmia ha surgido como un posible marcador de daño neurológico persistente en pacientes recuperados. La correlación entre la pérdida del olfato y la impulsividad sugiere que esta secuela podría tener efectos más profundos de lo que se pensaba anteriormente. La investigación reveló que los pacientes con anosmia tenían una menor actividad funcional en el cerebro durante las tareas de toma de decisiones, lo que podría explicar su tendencia a actuar impulsivamente.
Este hallazgo abre la puerta a nuevas investigaciones sobre cómo la anosmia podría afectar otras funciones cognitivas y emocionales. Además, subraya la importancia de desarrollar estrategias de rehabilitación y monitoreo a largo plazo para aquellos pacientes que presentan esta secuela.
Reentrenamiento olfativo: una opción terapéutica
Si bien la mayoría de los pacientes recupera el olfato en unas pocas semanas, algunos sufren anosmia durante meses. El reentrenamiento olfativo ha surgido como una de las pocas opciones terapéuticas disponibles para estos casos. Este tratamiento consiste en exponer a los pacientes a una serie de aromas específicos durante un período prolongado, con el objetivo de estimular la recuperación del sentido del olfato.
Según el Dr. Peter Manes, profesor asociado de cirugía y otorrinolaringología en la Universidad de Yale, este enfoque ha mostrado resultados prometedores, aunque los estudios previos a la pandemia eran limitados. Durante nueve meses, los pacientes reciben diferentes aromas como limón, rosa, eucalipto y clavo, que deben oler dos veces al día durante 15 segundos cada uno. Este tratamiento se ajusta a medida que avanza, cambiando los olores cada tres meses para maximizar la efectividad.