Perú redujo solo el 1% de su tasa de analfabatismo en la última década: mujeres de zonas rurales son las más afectadas
María Quispe Ito, una artesana de 51 años originaria de Puno, ha vivido una vida marcada por la resiliencia y la búsqueda de oportunidades. Desde pequeña, su madre, forzada por la necesidad, la cedió a una familia para trabajar en lugar de enviarla a la escuela. A medida que creció y se independizó, formó una relación con Víctor y, con el tiempo, intentó encontrar oportunidades para estudiar y potenciar su negocio de artesanías. Sin embargo, se enfrentó a la dura realidad de depender completamente de su esposo, quien manejaba las cuentas y los pedidos.
A pesar de sus esfuerzos por mejorar su situación, María no encontró el apoyo necesario hasta que descubrió un programa de la sociedad civil que ayudaba a mujeres a alfabetizarse. Esta oportunidad le permitió reducir su dependencia de sus hijos y de su familia, abriendo un camino hacia la autoeducación. Aunque muchas personas adquieren habilidades valiosas a lo largo de su vida, no saber leer o escribir limita severamente sus oportunidades. En el Perú, cinco de cada 100 personas mayores de 15 años aún se encuentran en situación de analfabetismo, con un total de 1.229.743 personas, según las últimas cifras del ENAHO 2023.
El Estado Peruano considera a una persona analfabeta cuando es mayor de 15 años y no sabe leer ni escribir. Para identificar a la población analfabeta, se utiliza el proceso de la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO). Primero, se pregunta sobre el nivel de educación alcanzado por los entrevistados; luego, se indaga si tienen la habilidad de leer y escribir y, finalmente, se les somete a una prueba de lectura de una cartilla para corroborar su capacidad de lectura.
¿Por qué hay una disminución tan pequeña de analfabetismo?
El Ministerio de Educación (Minedu) informa que, en 2013, la tasa de analfabetismo afectaba al 6.2% de la población de 15 años y más. Para 2023, esta cifra se redujo al 4.8%. En esta década (2013-2023), el indicador disminuyó solo en 1.4 puntos porcentuales, lo que equivale a aproximadamente 147.414 personas analfabetas menos en el país.
Ruth Anastacio, gerente de operaciones de la Fundación Dispurse y especialista en educación, señala que, según su experiencia desde 2017, una de las mayores dificultades para reducir la brecha es la desconexión entre la demanda educativa y la oferta disponible. "Según datos del año 2022, que es la información que tenemos, 2.500 (programas) atienden a personas en condición de analfabetismo; solo el 1% se encuentra en los ámbitos rurales, que es donde mayormente está esta problemática", explica.
Además, afirma que no se ha implementado una estrategia adecuada para mantener el aprendizaje de lectura y escritura en las personas analfabetas. La falta de un entorno de apoyo en sus comunidades pone en riesgo la práctica continua de estas, lo que podría llevar a su pérdida.
"No solamente estamos hablando de personas que no saben leer, sino de personas en comunidades rurales sin un contexto alfabetizado. Si enseñas a leer y escribir y luego no le das la oportunidad y no le generes un contexto para que continuamente practique, la persona la va a volver a perder", advierte.
El Minedu indica que la dispersión de la población analfabeta en áreas rurales complica la implementación de círculos de aprendizaje. La mayoría de los analfabetos son adultos y no siempre buscan educación adicional. Además, las instituciones educativas que colaboran carecen de los recursos y equipos necesarios. En esto último coincide Anastacio, pues se debe llegar a la población que más lo necesita de manera flexible, pero demanda mayor inversión.
Consultamos al Ministerio directamente sobre el nulo avance en cuanto a la reducción del analfabetismo, pero optaron por no responder ante el cuestionamiento.
Brechas de género en la analfabetización
Anastacio comenta que las mujeres son las más afectadas: en las zonas rurales el 25% de las mayores de 15 años no sabe leer ni escribir, lo que refleja una profunda desigualdad de género en el acceso a la educación. "Está directamente relacionado con los roles de género que se tiene de una mujer, sobre todo cuando se desarrolla, que es el cuidado y la atención de los hijos. Hay una creencia que una mujer no necesita educarse porque se va a dedicar a la familia. Por otro lado, los varones tienen que proveer el sustento por lo que ellos sí necesitan la educación", indica.
Entre los otros motivos identificados se encuentran el riesgo que sienten las familias al permitir que las mujeres se desplacen largas distancias para acceder a la educación, así como la pobreza en las zonas rurales, donde se prioriza el trabajo sobre el estudio. "Nuestras estudiantes son mujeres más empoderadas y que ven la educación como una herramienta para romper el círculo de la pobreza y el desarrollo, pero es algo nuevo", señala.
En cifras, la brecha de analfabetismo entre hombres y mujeres sí se ha reducido en diez años, pero no ha cambiado. En 2013, la brecha de analfabetismo entre hombres y mujeres era de 3.5 puntos porcentuales en las áreas urbanas, desfavoreciendo a las mujeres, y de 15.8 puntos porcentuales en las zonas rurales. Diez años más tarde, para 2023, la reducción en las áreas urbanas fue mínima, de solo 0.1 puntos porcentuales, mientras que en las zonas rurales la brecha se redujo en 4.5 puntos porcentuales.
Ante esta situación, el Minedu responde que su 'Programa de Alfabetización' atiende mayoritariamente a mujeres, que representan el 73% de la matrícula. Además, se han implementado estrategias como el programa “Identidad de género y la no violencia contra la mujer” en colaboración con el Programa Aurora del MIMP. También se han integrado proyectos de emprendimiento y actividades productivas, individuales y comunitarias en la malla curricular del Programa, incluyendo tejido, salud familiar, artesanía, biohuerto y plantas medicinales.