La novela y la película que inspiraron “The Wire”, una de las mejores series de la historia
Los seguidores de la novela negra tienen en el escritor norteamericano Richard Price a uno de sus principales faros. Price, además, es productor y guionista. Como guionista, hemos visto su trabajo en varios capítulos de la serie The Wire, calificada por los conocedores y, en especial, el público como una de las mejores series de la historia. The Wire, por cierto, obedece a una estructura compleja, como todas las novelas de Price que desmenuzan la dinámica de las calles peligrosas de Nueva York. Pero en una entrevista reciente para The Guardian, el autor declaró lo siguiente: “Publicar una novela ya no es cuestión de vida o muerte” en relación a su última novela publicada en noviembre de 2024, Lazarus Man, la cual, de acuerdo a The New York Times, “está llena de color vital, pero con muy poco drama”.
No se sabe si Price le ha dicho adiós a la novela negra, pero lo cierto es que necesitaba darse un respiro de ella. Price es de esos autores/artistas que plasman en su vida el mundo representado en la ficción. Peligroso.
The Wire está inspirada en Clockers, novela de 1992 de Richard Price. Clockers está calificada como una obra maestra del género negro. No es una novela amable con el lector, quien tiene que poner de su parte para sintonizar con el andamiaje verbal que propone Price. En 1995, Clockers tuvo su versión cinematográfica a cargo del director Spike Lee, quien escribió el guion con Price.
Rodney Little (Delroy Lindo) es un trajinado traficante y líder de un grupo de jóvenes negros que trabajan para él en el parque de un complejo habitacional. Rodney descubre que otro traficante, Darryl Adams (Stevie White), le está jugando sucio. Entonces le pide a Ronald “Strike” Dunham (Mekhi Fhifer), su discípulo y natural sucesor, que lo mate. Pero “Strike” no ha pasado más allá de coordinar ventas al paso y de dárselas de pendenciero. Nervioso y con miedo, se reúne con su hermano Victor (Isaiah Washington). Este le dice que no se preocupe, que las cosas estarán bien, puesto que el “trabajito” lo hará “My Man”.
Darryl es asesinado y a la escena del crimen llegan dos detectives de homicidios, Rocco Klein (Harvey Keitel) y Larry Mazzili (John Turturro). A primera impresión, el asunto no pasa de un lío entre negros. Es decir, para el formalismo policial, algo sin importancia. A las horas reciben la información de que alguien ha confesado ser el autor del asesinato. Rocco y Larry tienen que cumplir con la diligencia: entrevistar al asesino. En la entrevista, Rocco encuentra muchos vacíos en el discurso de Victor, como si estuviera escondiendo algo o protegiendo a alguien. Rocco sospecha. No queda conforme con lo que escucha y decide, contra las recomendaciones de Larry, investigar.
Spike Lee elabora varias sociedades que se contraponen. De ellas sobresalen la de “Strike” con Rodney, la de Rocco (el policía bueno) con Larry (el policía malo) y la de Rocco con Victor. ¿Cómo es posible que alguien como Victor, hombre trabajador, ejemplar, casado, con dos hijos y con tantas ganas de abandonar el barrio, se haya arruinado la vida matando a un tipo que no le ha hecho absolutamente nada?, es la pregunta que atormenta a Rocco.
A diferencia de la novela, el desenlace es lo que menos importa. Uno llega a valorar la lealtad y el silencio cómplice entre los implicados. La lealtad, por ejemplo, es un valor que no conoce contextos ni estratos sociales y esta característica es presentada por Lee en un escenario marcado por el desaliento y la sordidez. Spike Lee es un experto hacedor de atmósferas (recordemos La hora 25 con Edward Norton y Philip Seymour Hoffman) y este fue el factor que subrayó más para la adaptación de una novela que ya tenía servida la mesa: la sólida interacción de los personajes.
Más de uno conoce el trabajo cinematográfico de Spike Lee. Que esta adaptación sea una buena razón para saber un poco más de un gigante como Richard Price.
Como dijimos líneas atrás, de The Clockers nace The Wire. No es, para nada, poca cosa.