Mientras prepara la COP30, Lula presiona a favor de un megaproyecto petrolero
Pese a las críticas de ambientalistas, el gobierno de Brasil presiona a favor de un megaproyecto petrolero marino cerca de la Amazonía, mientras prepara la cumbre climática COP30 que se celebrará en noviembre en una ciudad amazónica.
"Queremos el petróleo porque aún existirá por mucho tiempo", dijo esta semana el presidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva. Los combustibles fósiles deben usarse para "hacer la transición energética, que costará mucho dinero", agregó.
Las declaraciones de Lula redoblaron la presión sobre el Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (Ibama), un organismo público autónomo que está evaluando si otorga una licencia ambiental para la eventual explotación del Margen Ecuatorial.
El gobierno quiere iniciar perforaciones exploratorias en una zona marina de unos 350.000 kilómetros cuadrados, ubicada a unos 500 kilómetros de la desembocadura del río Amazonas, en el norte de Brasil.
Sus reservas potenciales se estiman en 10.000 millones de barriles de petróleo, cuando el país alcanzó 15.900 millones en reservas probadas en 2023.
A la vez que defiende la explotación petrolera, Lula, de 79 años, aspira a que Brasil lidere la lucha contra el calentamiento global.
Su gobierno logró una caída de la deforestación en la Amazonía -la mayor selva tropical del planeta- durante sus dos primeros años en el poder, y aumentó su meta para reducir la emisión de gases de efecto invernadero.
Las ambiciones de liderazgo climático de Lula deben plasmarse en noviembre en la COP30 de las Naciones Unidas en la ciudad amazónica de Belém, donde se discutirán los compromisos de los distintos países ante el calentamiento global.
Pero organizaciones ambientalistas independientes cuestionan a Lula por apoyar el proyecto de explotación en el Margen Ecuatorial para extraer combustibles fósiles, principal origen de la emisión de gases.
- "Contra el propio discurso" -
"No se puede ser un líder climático y, al mismo tiempo, pretender multiplicar la producción de combustibles fósiles", dijo a la AFP Suely Araújo, miembro de la red de ONG ambientalistas Observatorio del Clima.
Según Araújo, la idea de financiar la transición energética con recursos de la explotación petrolera "es como empezar una guerra bajo el argumento de que se quiere alcanzar la paz".
"Abrir la Amazonía para la exploración de combustibles fósiles (...) va contra el propio discurso de preservar la Amazonía para ayudar a regular el clima", opinó por su parte Ilan Zugman, director regional de la ONG 350.org.
"Necesitamos encontrar una solución en que demos garantía al país, al mundo y al pueblo de que no vamos a detonar ningún árbol, nada del río Amazonas, nada del océano Atlántico", prometió esta semana Lula.
El mandatario también afirmó que otros países como Guyana y Surinam ya están "explorando petróleo muy cerca de nuestro Margen Ecuatorial".
Casi la mitad de la energía consumida en Brasil proviene de fuentes renovables, más del triple de la media global, según datos oficiales.
Pero a la vez el país pisa fuerte en combustibles fósiles. Con una media de 3,4 millones de barriles diarios de petróleo en 2024, Brasil es el mayor productor de América Latina y el octavo del mundo.
- Licencia en evaluación -
El plan petrolero para el Margen Ecuatorial también genera rechazo de comunidades indígenas de la Amazonía.
"Estos proyectos no sólo amenazan la vida de los pueblos originarios sino que también causan daños ambientales irreversibles, destruyendo selvas y contaminando ríos", dijo Toya Manchineri, referente de la Coordinación de las Organizaciones Indígenas de la Amazonía Brasileña.
El Ibama exigió en octubre "detalles puntuales" a la petrolera estatal Petrobras sobre sus planes de contingencia en caso de un derrame de crudo que afecte a la fauna de la cuenca del Amazonas.
"En diciembre Petrobras presentó una nueva propuesta de atención a emergencias que (...) se encuentra en análisis por nuestro equipo técnico", informó el Ibama a la AFP.
El organismo depende del Ministerio de Medio Ambiente, cuya titular, la ambientalista Marina Silva, avisó esta semana que a ella no le cabe "ejercer ninguna influencia" sobre las licencias y defendió que sean "técnicas".
Pero el ministro de Minería y Energía, Alexandre Silveira, promotor entusiasta del proyecto, apeló al "buen sentido" del Ibama para dar el permiso.
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