Nombres propios, por Mirko Lauer
Una periodista de la agencia de noticias Associated Press, AP, ha sido impedida de cubrir en la Casa Blanca por su uso del lenguaje. En un despacho se había referido al golfo de México en lugar de al golfo de América, como ha ordenado Donald Trump a poco de jurar. Disposición que ya acatan Google y Apple, interesados en mantener su acceso a la Oficina Ovalada. ¿Qué hará AP?
Parece una preocupación algo vacía, pero a la vez es algo que revela hegemonía, o el deseo de tenerla, y que se note. Como cuando los propios estadounidenses llaman América a su país, y en cierto sentido usurpan el nombre de todo un continente, bautizado en honor de un cartógrafo italiano. Pero en castellano nadie llama América a los Estados Unidos, y eso nos resuelve la cuestión.
¿Cuán importante es esta geopolítica de la nomenclatura geográfica? A veces mucho. El golfo de México bordea una zona donde los territorios han cambiado de dueño y de nombre con cierta frecuencia desde finales del siglo XVIII. Lo que empezó como propiedad de tribus originarias, pasó a España, de allí a México, y finalmente a los EE. UU.
Para decidir cómo se llama qué lugar, existe desde hace más de un siglo un comité a la sombra de la National Geographic Society (otra ONG, de paso sea dicho). Con el tiempo muchos países han establecido una versión propia de ese grupo de personas privadas y funcionarios públicos. Es probable que el nombre golfo de México se haya decidido en Washington.
Que un autócrata poderoso bautice un lugar o cambie su nombre es algo que se ha dado, pero no desde países democráticos. Es fama, improbable, que la reina Victoria, irritada por el presidente Melgarejo, pidió el mapa de esta región, del que tachó a Bolivia de un plumazo. Más o menos lo que Trump está ensayando con varios lugares del globo.
Lo que ha hecho Trump con el golfo ha sido una cachetada al país vecino, y por extensión a toda la región que habla castellano. No es solo un tema lingüístico, sino ideológico y cultural: la vuelta al desprecio por la indo-hispanidad que acompañó y siguió la rapiña de medio México de entonces. En cualquier momento aparece el nombre del nuevo balneario yanqui en Gaza.