Mujeres valientes que luchan y defienden los derechos de todos
El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, no solo es una fecha de conmemoración, sino también de reflexión sobre las luchas que las mujeres enfrentan cada día en defensa de sus derechos. Y en cada rincón del Perú existen lideresas y defensoras que, con sacrificio y valor, denuncian, protegen a los débiles y construyen una sociedad igualitaria para todos.
Desde la selva hasta la ciudad, sus voces se alzan en espacios donde han sido invisibilizadas. Rosemary Pioc, presidenta del Consejo de Mujeres Awajún, es una de ellas. Denunció los abusos sexuales contra escolares en la provincia de Condorcanqui.
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Tarcila Rivera, activista que ha dedicado su vida a la causa indígena y lucha por el reconocimiento de sus pueblos; Abilia Ramos, presidenta de las ollas comunes de San Juan de Lurigancho, alimentó a decenas de familias de forma gratuita durante las cuarentenas; y Liz Meléndez, directora del Centro de la Mujer Flora Tristán, luchan incansablemente en defensa de los derechos de todas las mujeres.
Defensora de las niñas en Amazonas
En las comunidades de la Amazonía, donde los viajes tardan horas o días, Rosemary Pioc ha forjado su liderazgo. Hoy, como presidenta del Consejo de Mujeres Awajún, es una de las voces más firmes en la lucha contra la violencia de género y los abusos que, durante años, han sido ignorados por las autoridades.
Desde muy joven, denunció los casos de agresiones en su pueblo. Y como maestra recorrió comunidades lejanas de Condorcanqui y fue testigo de una realidad en la que la violencia es normalizada y el acceso a la justicia es casi inexistente. “Yo denunciaba, pero nadie nos escuchaba y nuestras denuncias no prosperaban, quedaban en la impunidad”.
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Uno de los casos que marcaron su lucha fue el de una menor abusada por su padrastro. En ese momento, Rosemary Pioc era directora de una escuela y, al conocer lo ocurrido, no dudó en actuar. Hizo el seguimiento del caso hasta lograr que el agresor fuera condenado a cadena perpetua. “Eso fue fuerte para mí, pero también me hizo entender que esta es mi misión, mi lucha”, señala muy segura.
Su labor se intensificó cuando decidió denunciar públicamente los abusos sexuales contra escolares perpetrados por docentes en Condorcanqui. A pesar de las amenazas, la discriminación y machismo, no se detuvo. Hoy, Rosemary sigue alzando la voz por quienes no son escuchadas.
Derechos de mujeres indígenas
Con más de 35 años de trayectoria, Tarcila Rivera Zea, integrante de Voces Cuidadoras, se ha convertido en una de las activistas indígenas más reconocidas del Perú y el mundo.
Su lucha por los derechos de los pueblos originarios, las mujeres y la juventud indígena la ha llevado a escenarios internacionales, donde ha impulsado la preservación de la cultura ancestral como un pilar para lograr la igualdad de derechos. Su compromiso se materializa a través de Chirapaq, la asociación que fundó en 1986 y que ha sido clave en la visibilización de las problemáticas de los pueblos indígenas.
Gracias a su trabajo, Rivera ha recibido reconocimientos de Unicef, la Fundación Ford y diversas entidades peruanas. “En nuestro país necesitamos despertar y promover una solidaridad entre las mujeres, incluyendo a quienes venimos de culturas originarias”, sostiene.
Desde su perspectiva, la lucha contra la violencia de género no es suficiente si no se abordan las múltiples violencias que enfrentan las mujeres indígenas, como el racismo, la discriminación y la exclusión. “Para nosotras, estas también son formas de violencia, porque nos impiden crecer”.
Rivera también pone énfasis en la invisibilización y persecución de lideresas indígenas, muchas de las cuales son criminalizadas, amenazadas o asesinadas por defender sus tierras. La contaminación las afecta, pero sus reclamos son ignorados. “No hay justicia ni apoyo”.
Lucha por el derecho a la alimentación
Durante la pandemia de la COVID-19, Abilia Ramos, presidenta de las Ollas Comunes de SJL, decidió organizarse con sus vecinas para brindar comida gratuita a quienes más lo necesitaban. “Eran momentos críticos”, recuerda. Al inicio, compartían lo poco que tenían en casa, cocinando con leña y con pocos utensilios.
La cuarentena prolongada afectó a la población vulnerable. Abilia encontró adultos mayores que llevaban días sin comer, familias enteras afectadas por el virus y madres desesperadas por la falta de recursos. Esta realidad la impulsó a reunir fuerzas y consolidar la Red de Ollas Comunes en el distrito.
Uno de sus mayores logros fue conseguir que la Municipalidad de Lima aprobara el registro oficial de las ollas comunes a través del Acuerdo de Concejo n° 220. Gracias a este avance, se logró recopilar información sobre los beneficiarios y sus necesidades. “Ni el Estado ni la municipalidad se dieron cuenta de nuestra existencia. Fueron las ONG las que nos vieron y empezamos a organizarnos.
Ahora, además de brindar comida, las mujeres se ayudan entre sí en el cuidado de los niños cuando alguna consigue empleo. “Juntas podemos hacer muchas cosas”, afirma Abilia.
Lucha por el derecho a la igualdad
Desde hace más de 20 años, Liz Meléndez, directora del Centro de la Mujer Flora Tristán, ha trabajado por la defensa de los derechos de las mujeres. Su compromiso nació de la indignación ante la violencia, la pobreza y el racismo que afectan a niñas y mujeres.
Uno de sus primeros trabajos fue la investigación sobre feminicidios, cuando aún se les denominaba “crímenes pasionales”. Junto con otras organizaciones feministas, impulsó los primeros registros de estos casos, sentando las bases para que el Ministerio de la Mujer implementara un sistema oficial de estadísticas. Esta información fue clave para visibilizar la magnitud del problema y demostrar que los feminicidios son prevenibles.
Su trabajo también contribuyó a la creación de la primera ley de feminicidio en el Perú, que antecedió a la ley de violencia contra las mujeres y los integrantes del grupo familiar. Este avance fue fundamental para reconocer a las mujeres como sujetas de derechos y tipificar el feminicidio como un delito específico. “Trabajamos por el derecho de una vida libre de violencia, los derechos sexuales y reproductivos”.
Marcha 8M movilizó a mujeres en todo el país
En el marco del Día Internacional de la Mujer, diversas organizaciones sociales, colectivos y grupos de estudiantes tomaron las calles para exigir justicia y visibilizar la precarización laboral y la violencia de género.
Con pancartas en alto, cientos de personas se movilizaron en Lima y otras ciudades, alzando su voz frente a un Estado que, muchas veces, las estigmatiza, desatiende sus demandas e invisibiliza su lucha y sus necesidades.
La CGTP se unió a la marcha por el 8M para exigir igualdad en oportunidades y salarios para las mujeres.
Sin justicia ni protección
En el 2024 se registraron 170 feminicidios a nivel nacional. Asimismo, se reportó 17.000 desapariciones de mujeres, de las cuales, el 60% corresponde a adultas, niñas y adolescentes. Pocas fueron ubicadas.