La lucha a ciegas de México
Por increíble que parezca, nuestro país no ha hecho la tarea bien en la lucha contra el cáncer.
Va en camino de hacerla, hay gente esforzándose a diario; personas y organizaciones que en los últimos años trabajan para que esta realidad cambie.
Lo hacen porque conocen los casos con nombre y apellido, las historias reales, esas que cuando no se ven de frente, y solo se aprecian como cifras, no generan acción decidida.
Los ciudadanos comunes no conocemos mucho del tamaño del problema. Los más informados sabrán que existe una escasez de oncólogos, que dicha especialidad no ha sido del suficiente interés por quienes estudian la profesión y que en las universidades no se han modificado los programas educativos para inculcar la materia a fondo, salvo contadas excepciones.
El problema también es de infraestructura, porque los mastógrafos con los que se cuenta no son suficientes o son arcaicos, auténticas piezas de museo cuya medición no es exacta o aproximada a lo que ofrecen los equipos digitales.
Cada año en nuestro país, 190 mil personas en promedio reciben la noticia de que padecen algún tipo de cáncer, y con ello comienzan un auténtico vía crucis. Este peregrinar comienza porque en muchos de los casos provoca que una persona no pueda ser tratada en la unidad médica que le corresponde.
Después el paciente enfrenta la “enfermedad económica”. Porque tratarse del cáncer a sí mismo o a un familiar cuesta demasiado. Un 35 por ciento de lo que se gasta en luchar contra el cáncer se va en los medicamentos, porque la industria farmacéutica hace lo propio y el sector salud adquiere cantidades que pasan de mano en mano, y un alto porcentaje de lo adquirido termina en las bolsas de los ladrones sin escrúpulos, porque para esas personas no importa nada, solo el dinero.
Quien padece cáncer en ocasiones pierde su trabajo por acudir a las citas, y lo mismo le pasa a esposas, hijos o padres de los enfermos que requieren compañía para acudir a las terapias.
Dicen que lo que no es medible no es controlable, y justo en ese rubro radica una gran parte del problema. No existe en México al día de hoy, una base de datos confiable, fidedigna que nos dibuje la magnitud del problema, ¿de qué enferman más?, ¿quiénes se salvan?, ¿cómo lo hacen?, ¿dónde se atienden?
Hace tres años apenas se comenzó a trabajar en dicha base, pero solo CdMx, Mérida, Guadalajara, Campeche, Acapulco y Tijuana tienen ya un avance importante en la contabilización.
El IMSS no ha facilitado el trabajo, en buena parte porque no tiene el registro en orden. Sin una base de datos confiable y completa, las estrategias no serán las ideales.
Estas y otras realidades mantienen a México enfrentando con problemas el cáncer, con esfuerzos importantes, pero sin una ruta que facilite esta misión que se libra a diario, codo a codo con quienes la padecen en carne propia.
Hay que hacer lo propio, la salud es lo único que todos, sin distinción de clases ni creencias, tenemos que defender, como la vida misma.
victor.martinez@multimedios.com
Twitter: @victormtzlucio