Ars bene dicendi
La conversación fluía fácil y con naturalidad, dado el perfil profesional que ambos, entrevistadora y entrevistado, tenían en el campo de lo que antes genéricamente se llamaba “periodismo” y que ahora, 2300 años después de la Retórica de Aristóteles y 580 luego de la imprenta de Gutenberg, se le dice “Ciencias de la Comunicación”, que al igual que entonces, tiene el cometido de comunicar mediante la persuasión y la forma estética, o lo que lo mismo, aquello a lo que Cicerón se refería como:
“Ars bene dicendi” (El arte del buen decir), una técnica que todo comunicador que se precie de serlo debe comprender y dominar.
Ser entrevistado “en vivo” siempre impone, la simple presencia del micrófono hace ser más cuidadoso y aunque mi amigo el entrevistado tiene, además de la formación antes descrita, el aplomo que le confieren sus cumplidas siete decenas de navidades, antes de iniciar acomodó inconscientemente servilleta y botella de agua entre él y el micro y ya delimitado su territorio y sus defensas, se dispuso a responder las cuidadosas preguntas de la conductora del programa.
Preguntar y responder, como en la Mayéutica de Sócrates, poco a poco lleva al descubrimiento de la verdad, que en este caso derivó en un desacuerdo entre los dialogantes, que aunque bien disimulado por ambos, reveló el diferente propósito que cada cual tenía de la entrevista, o cuando menos el derrotero hacia donde cada uno quería llevarla.
Para ese momento, el tema era el controversial ambiente político actual de nuestro país y resultaba por demás interesante observar el modoso duelo de dos comunicólogos tratando de encauzar la plática.
“Hay que ser objetivo” afirmaba él, ante lo que hábilmente preguntó ella: “¿Se puede ser objetivo?” Lo que definió entonces con claridad un “punto de discusión” que evitó el espinoso tema de la “res pública”.
La objetividad es la cualidad de observar al objeto de análisis sin la intervención de pensamientos o sentimientos propios, eso es difícil, tal vez fuese mejor intentar la ecuanimidad. Como quiera que haya sido, yo disfruté de su Ars bene dicendi.