La piedra de Santa Lucía
Hacer un discurso con una piedra es una idea digna de un emperador. Y no cualquiera. Éste, además de emperador, tiene nombre de emperador e inicial de alcurnia, la que preside el alfabeto. A. El emperador Augusto. El que a la muerte de Julio César conformó una dictadura militar conocida como el Segundo Triunvirato y más tarde forjó el Imperio Romano. Un autócrata que concentró todo el poder en su sola figura y cuyas decisiones nunca estuvieron sujetas a ninguna ley más allá de las que a él convenían. Al que, según el historiador Erich S. Gruen, los romanos le habían “rogado que asumiera la dictadura”. Los hubo y los hay: un dictador amado. El emperador que mantuvo el Senado como institución decorativa, sin concederle ninguna influencia real, ya que todas las decisiones las tomaba él, incluida la de hacerse reelegir a sí mismo todos los años. El emperador César Augusto, al que se le ocurrió simbolizar un imperio poniendo tan solo una piedra, la “primera piedra”. Justo como esa “primera piedra” que hoy pondrá el presidente Andrés Manuel en Santa Lucía.
Una “primera piedra” que también se llama “piedra fundacional” o “piedra angular”. A lo que cabe preguntarse ¿qué es lo que esta piedra funda?, ¿cuál es el ángulo desde dónde debe ser mirada?
La de Santa Lucía es una piedra que estaba puesta antes siquiera de consultar si se debía poner la piedra. La piedra de Santa Lucía es piedra física pero también palabra de piedra y piedra en el discurso. Un piedra redonda y oscura que se convirtió en un punto y aparte de la relación del gobierno con la confianza de los inversionistas. Piedra en el camino y piedra en el zapato que le sigue molestando a la opinión internacional al hacer proyecciones del futuro para México. La piedra de Santa Lucía es la piedra fundacional de este sexenio.
Una piedra que, como tantas otras “primeras piedras”, se entierra y se cimbra con símbolos, recuerdos y monedas. La piedra de Santa Lucía tendrá también sus símbolos y sus monedas enterradas. Los miles de millones de pesos de la cancelación de Texcoco que quedarán ahí, soterrados, como deuda a pagar por todos los mexicanos. Curioso ahorro con el que se presentan estas instalaciones si comienza con un despilfarro enterrado. Enterrada también quedará una corrupción jamás exhibida que, de existir, debió haber sido castigada. Enterrada la modernidad. Sepultadas miles de boletas de una consulta amañada pero, eso sí, votada. Lo cual quiere decir que los mexicanos, sin prestar atención al camino, nos volvimos a topar con la misma piedra.
Esta piedra que pone hoy el gobierno, no quedará en el ángulo recto de la esquina, en la absoluta rectitud de los 90 grados, preciso lugar donde se ubican las “piedras angulares”. Esta piedra quedará en el centro de la discusión y en el centro de la forma de gobernar de este gobierno. Pase lo que pase, en el centro de todos los caminos y de nuestro destino, siempre estará esta piedra. ¿Cómo se razona con una piedra?
Esta es la piedra de la que se hablará hoy, la que se exponenciará en los tuits y se convertirá en millones de pedradas. La piedra de Santa Lucía estará sola y enterrada por mucho tiempo, pero hoy se convertirá en nuestra arma de la batalla. Hoy nos golpearemos en las redes a pedradas.