Ágora, letras en libertad desde el Topo Chico
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Para María, leer era como salir y respirar aire puro.
Cada miércoles, el grupo de Literatura y Libre Expresión Ágora se reunía en la biblioteca del Centro Preventivo y Reinserción Social Topo Chico para discutir sobre literatura.
Su creador es el joven Marcelo L., quien ingresó en noviembre de 2010 y en pocos meses generó un proyecto de fomento a la lectura dentro del penal.
Tanto hombres como mujeres se interesaron en el grupo. Una de ellas es María, quien se ha propuesto en difundir la tarea que ahí se hizo, una vez que el Topo Chico cerrará sus puertas este lunes de manera definitiva
“Le debo mucho a este grupo”, comienza a platicar María, quien obtuvo su libertad en febrero del presente año.
El proyecto
El penal del Topo Chico contaba con su propia biblioteca, hasta donde llegaban títulos producto de donaciones.
La verdad es que los libros no interesaban dentro del centro penitenciario. Cuando faltaba material para las manualidades ahí estaban los textos. Si había plaga de insectos, era lo primero que se desechaba.
Marcelo L. compartió una reflexión manuscrita con MILENIO Monterrey antes de los traslados de internos. Ahí destaca que, tras las historias de violencia en el Topo Chico, también hubo un espacio para la literatura.
“Representa un logro que ha trascendido en mi vida, que me dio la oportunidad de mejorar mi entorno (...). Lo más importante ha sido la oportunidad de contribuir al empoderamiento de las compañeras y compañeros”, explica Marcelo L., hoy de 33 años y estudiante de Psicología en la UANL.
La primera sesión contó con cuatro integrantes y se leyó el cuento corto Inolvidable, del propio autor. A la siguiente acudieron 10 para ir incrementando la participación de internos cada miércoles a partir de las 15:00
“Era salir del cuadrito, salirnos de ahí. Era como salir y respirar aire puro, como caminar por la calle. Era una sensación diferente con la literatura”, recuerda María.
Autores como Aldous Huxley, Stephen King, Ray Bradbury, Jorge Ibargüengoitia y Juan Miguel Zunzunegui son solo algunos de los escritores a los que se leía e interpretaba en las sesiones de Ágora.
El grupo de literatura y libre expresión Ágora poco a poco logró notoriedad entre las autoridades del Topo Chico. El apoyo se mantuvo prácticamente hasta los últimos días del centro penitenciario, no sin sus altas y bajas.
En el texto que escribió Marcelo L. a MILENIO Monterrey, destacan las siguientes reflexiones: “A mis compañeros y ex compañeros que me han acompañado a lo largo del tiempo que se ha realizado el grupo de literatura Ágora, quiero agradecerles todo lo que han aportado tanto al grupo como a mí para que tuviéramos un crecimiento que se ha cristalizado en los logros obtenidos en el plano individual y colectivo. El grupo Ágora somos todos”.
Y después de agradecer a las autoridades penitenciarias por “brindar la oportunidad” de realizar el proyecto, añade:
“Fuerzas extremas me llevaron a estar en este lugar, pero conservo la esperanza de que mi caso sea reabierto y en el consideren las recomendaciones emitidas por la Comisión de Derechos Humanos de Nuevo León. Que Dios los bendiga”, culmina el texto manuscrito.
El testimonio de Marcelo L., donde narra haber sido torturado para obtener una declaración falsa, fue documentado por Human Rights Watch y se puede leer en la página www.hrw.org/es/report/2011/11/09/ni-seguridad-ni-derechos/ejecuciones-desapariciones-y-tortura-en-la-guerra-contra.
María solo busca que el proyecto Ágora sea conocido en el exterior como algo de lo bueno que pasó en el penal de Topo Chico en los últimos nueve años.