Se va José José, ícono popular del siglo XX
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Como en sus noches de gloria en la extinta época de centro nocturno de los 80 y principios de los 90, en El Patio, en el Fiesta Americana, en El Premier, o como también lo provocaba cada que estrenaba una producción musical, especialmente cuando tener un vinilo de él era sinónimo de tener una buena dosis de canciones que harían historia, al sanar al abandonado o acompañar al enamorado en su conquista, José José ayer volvió a acaparar la atención.
La noticia de su muerte se regó como pólvora. Aunque algunos no podían creer lo que las redes sociales ya replicaban. Murió El Príncipe de la Canción. Tantas veces se había dicho lo mismo que era difícil creer que José Rómulo Sosa Ortiz dejó de existir a los 71 años.
La lamentable información acabó con el anonimato en que se sumergió el cantante, desde que su hija Sarita se lo llevó a Miami hace poco más de un año, motivo que originó el malestar de sus hijos mayores Marisol y José Joel, quienes apenas en la semana que está por concluir manifestaron públicamente su molestia, incluso hablaron de una demanda contra su hermana por negarles el derecho de ver a su padre, quien, en marzo de 2017 a través de un video que difundió su sello discográfico (Sony Music), reveló que padecía cáncer de páncreas.
El diagnóstico se sumó a los males que ya aquejaban la salud de José José, algunos arrastrados desde su niñez y otros provocados por sus excesos, pues en más de una ocasión reconoció que el tema “Mi vida” (Rafael Pérez Botija 1982), uno de sus grandes éxitos, emulaba su propia historia. “Yo he rodado de acá para allá, fui de todo y sin medida…”.
El Príncipe siempre tuvo amigos “de verdad”, quienes en más de una ocasión lo salvaron de los infiernos en los que la fama, la pasión y sus adicciones lo hundieron, así lo reconocía él cuando se dirigía a Tina Galindo, quien en compañía de Fanny Schatz, en los 90 lo llevó a Minesóta, donde tuvo un proceso de desintoxicación que, poco tiempo después, le permitió regresar de nueva cuenta a los escenarios, como lo que siempre fue: “Un Príncipe”.
Ese príncipe que en sus inicios recibió el apelativo por un tema de Manolo Marroquín, quien hace unos meses volvió a escribir una composición dedicada a José José, y cuyas mancuernas musicales con Manuel Alejandro (“He renunciado a ti”, “Amar y querer” y “Lágrimas”), Rafael Pérez Botija (“Tú ganas”, “Desesperado” y “Payaso”), y Napoleón (“Lo que un día fue no será” y “Y para qué”) lo llevaron a la cima del éxito; aunque sin duda el binomio que lo popularizó y lo hizo grande desde el inicio de su carrera fue el que logró con Roberto Cantoral, cuando entró en competencia en el Festival de la Canción Popular Latinoamericana; e hizo de la inspiración del autor tamaulipeco y de los arreglos del músico Chucho Ferrer una obra que se convirtió en su carta de presentación.
Impensable que ese tema faltara en un show, en un concierto o en una presentación del intérprete nacido en la colonia Clavería, donde ayer apenas se supo de su muerte, se le rindió el primer homenaje. Veladoras, flores y el canto de jóvenes, maduros y ancianos que asistieron espontaneámente eran parte de la escena frente a la estatua del cantante, con el que en algún momento rieron, lloraron, suspiraron o se enamoraron.
Sus amigos como Tina Galindo y Roberto Cantoral (director de la Sociedad de Autores y Compositores de México) coincidieron en lo ideal que sería que El Príncipe de la Canción, ese “sí, famoso cantante, inigualable intérprete”, pero sobre todo “ser humano amable, educado, y como nadie agradecido siempre, siempre”, regresara a su patria, para que sea despedido por su pueblo, por esa gente a la que tantas emociones provocó con esa voz que erizaba la piel y que será irrepetible, destacó en algún momento su también amigo Napoleón.
Sin embargo, el hermetismo en torno al destino del apasionado, bohemio y soñador cantante, al cierre de esta edición, se mantuvo; al igual que el cariño que se materializó en restaurantes, casas, estaciones de radio y redes sociales, donde las frases, las imágenes, los comentarios, pero sobre todo la voz y esos alcances vocales que hicieron único a José José, el niño que heredó la pasión por la música de su padre, el tenor José Sosa Esquivel, y de su madre, la concertista de piano, Margarita, y que conquistó múltiples escenarios, seguían escuchándose, como prueba fiel del cariño que el artista sembró a lo largo de su historia.
Cronología
1963
Forma un trío musical con su primo Francisco Ortiz y su amigo Alfredo Benítez.
1969
Graba su primer disco con RCA Víctor, en el cual cuenta con la colaboración de Rubén Fuentes y Armando Manzanero.
1975
Tiene su primer hijo, José Joel, con la modelo y actriz Anel Noreña.
1982
Nace Marisol, la segunda hija del cantante, quien heredó su pasión por la música.
1993
El cantante conoce a Sarita Salazar y dos años después se casan.
1994
José Joel graba un disco con su padre que se titula La fuerza de la sangre.