La aceptación de la renuncia de Eduardo Medina Mora, como ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), por parte del presidente Andrés Manuel López Obrador; la aprobación que de ello hizo el Senado (por mayoría de votos), y en especial el asunto de la denuncia en contra del ministro ante la FGR, no manchan ni degradan la honorabilidad y la importancia del máximo tribunal en nuestro país. A través de su historia, que va incluso más atrás de 1825, año en que entró en funciones formalmente, la Suprema Corte se ha ido consolidando como lo que es ahora: el máximo tribunal constitucional del país y cabeza del Poder Judicial de la Federación.
Como maestro, les decía a mis alumnos que la SCJN tiene entre sus responsabilidades, ni más ni menos que defender el orden establecido por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y mantener el equilibrio entre los distintos poderes y ámbitos de gobierno. En esa virtud, y toda vez que imparte justicia en el más alto nivel, es decir, el constitucional, no existe en nuestro país autoridad que se encuentre por encima de ella o recurso legal que pueda ejercerse en contra de sus resoluciones. La relevancia y trascendencia de la SCJN está incluso en la determinación y resoluciones de controversias que tienen que ver con la elección democrática de los gobernantes, incluyendo al propio presidente de la República, antes que cualquier corte internacional y atendiendo al principio de libre autodeterminación de los pueblos. Regresando al tema de la renuncia de Medina Mora y el escándalo que se ha desatado, creo que debe ser motivo de investigación a fondo, pero que no altera el prestigio de la Suprema Corte; quienes han integrado la Corte a través de su historia, son grandes juristas; este caso está fuera de contexto. La SCJN ha venido haciendo un gran papel a pesar de las designaciones y de las políticas que cada presidente de la República ha tenido. Esto que pasa no es para que la Corte se ponga a temblar ni para que la ciudadanía crea que la corrupción es institucional y se ha desbordado. Reitero, que no que se ponga en duda su honorabilidad, si una persona está fallando, habrá que ver la realidad y que se haga justicia, en toda la extensión de la palabra. Nada más. La Suprema Corte de Justicia de la Nación es una de las instituciones más fuertes de nuestra República y como tal deberá seguir prevaleciendo.
* Presidente del Colegio de Abogados del Estado de Guanajuato
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