Su Deschamps, Bonilla y la Kakistocracia
Los ciudadanos en las elecciones presidenciales del año anterior no solo votaron por un cambio de partido, también votaron por un cambio de régimen que represente para la vida democrática del país un nuevo paradigma para hacer política.
El día de ayer Carlos Romero Deschamps renunció como líder sindical de El Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (S.T.P.R.M) después de haber estado en el cargo durante 26 años; este personaje muy sui géneris de la política mexicana es uno de los políticos más defenestrados por la opinión pública debido a la vida pomposa que lleva y que para nada coincidía con el sueldo que tenía como líder de los petroleros.
También la ciudadanía dio un fuerte mensaje en las elecciones de 2018 al querer soterrar todo tipo de atisbo autoritario, este aviso parece que no fue escuchado por Jaime Bonilla actual gobernador electo por Baja California que fue elegido por dos años (2019-2021) pero que pretende gobernar por 5 años con la ayuda de argucias legales, y que, inclusive, ha sido duramente criticado por algunos de sus compañeros de partido a nivel nacional.
Para legitimar sus aspiraciones Bonilla realizó una consulta el domingo pasado con el fin de consultar a la población de aquel estado si quiere que el mandato legal que le fue conferido sean 5 años en lugar de 2.
La consulta claramente fue anticonstitucional ya que ni siquiera está legislado en la constitución de Baja California el tema de la consulta popular, por ende no es vinculante.
Los políticos antes mencionados son parte de la Kakistocracia, de acuerdo al filósofo italiano Michelangelo Bovero la definición de Kakistocracia es:
“La combinación de la tiranía, la oligarquía y la demagogia: el pésimo gobierno, la república de los peores”; otra definición es la acuñada por el filósofo inglés Frederick M. Lumley:
“La Kakistocracia es el gobierno de los peores; estado de degeneración de las relaciones humanas en que la organización gubernativa está controlada y dirigida por gobernantes que ofrecen toda la gama, desde ignorantes y matones electoreros hasta bandas y camarillas sagaces, pero sin escrúpulos”.
Podemos ver que los términos antes mencionados reflejan aquella parte pérfida del sistema político mexicano; el gatopardismo no es opción, el cambio es una obligación.
Hoy México requiere más democracia, no más Kakistocracia.